Por Jorge Luis Bernetti
El 5 de junio pasado, el presidente Alberto Fernández visitó la provincia de La Pampa y, al sostener conversaciones con las autoridades de esta jurisdicción, demostró su interés por atender las demandas de la misma acerca de las consecuencias de la construcción en Mendoza de la presa hidroeléctrica Portezuelo del Viento.
Como consecuencia de ello, el ex gobernador de Mendoza y presidente nacional de la Unión Cívica Radical (UCR), Cornejo, lanzó sorpresivamente una insólita propuesta: que sus comprovincianos deberían estudiar la posibilidad de separar a Mendoza de la República Argentina, el Mendoza-Exit.
¿Qué hay detrás de esta irresponsable manifestación que afecta a la soberanía y, por lo tanto, a la Defensa Nacional?
Constituye un acto grave de oportunismo político que, al utilizar un tema de indudable impacto mediático, un dirigente con su significativo grado de influencia en la sociedad trate de inclinar el peso de la balanza sobre la resolución de una controversia específica, escalando a poner en el debate público el tema de la Constitución de la nación.
Pese a que el regionalismo y el vecinalismo de una parte, y el centralismo porteño por la otra, constituyan graves dificultades para desarrollar y vertebrar democráticamente el pacto federal en el que se fundamenta la Nación Argentina, no se había producido una manifestación como la mencionada por parte de un importante dirigente provincial que ocupa, además, una importante posición política partidaria nacional.
¿Cuál es la causa del problema? Un veterano conflicto interprovincial por el uso de las aguas de ríos comunes y de un sistema hidrográfico común a diversas provincias. Es, sobre todo, un conflicto entre Mendoza y La Pampa por el aprovechamiento de las aguas del río Atuel.
La construcción de la represa de Portezuelo del Viento, al suroeste de la provincia de Mendoza, constituye el carozo del conflicto. El presidente Macri y el gobernador Cornejo firmaron durante sus mandatos un convenio por el cual se devengaría a Mendoza una cifra a pagar por cuotas para la construcción de la represa. Es conveniente señalar que la regulación del aprovechamiento de las aguas del río Colorado se hace a través de la Comisión Interjuridiccional del Río Colorado (COIRCO).
Este proyecto es una vieja idea nacida en los años sesenta pero que, para los intereses pampeanos, se asoció al trasvase de parte de las aguas del río Atuel, lo que beneficiaría a los pampeanos. Pero lo que quedó planteado en el convenio es solamente la construcción de la represa con fines hidroeléctricos. Por supuesto, su construcción implica un negocio empresario. Dos empresas constructoras mendocinas, que son parte o están asociados con grupos mediáticos, lograron participar en la licitación y hacer participar a una empresa china.
Son precisamente esos grupos mediático-constructivos los que han empujado la posición escisionista. Esta no fue inventada por Cornejo, sino que ya había sido lanzada un par de años atrás por el empresario Lariquia, vinculado al negocio del ecoturismo. Su esposa, Mariana Silvestrini, es la titular del Ministerio Público para la Defensa y fue designada en el cargo por Cornejo durante su mandato.
Estos vínculos manifiestan la conexión entre la campaña lanzada en su momento por aquel y la repentina vocación independentista de Cornejo.
En el interior de estas manifestaciones existe la idea de constituir un partido de carácter regionalista-independentista, pero orientado a una muy baja maniobra política: trabajar para quitar votos al partido Protectora, que tiene buena relación con el Partido Justicialista provincial.
La polémica bajó después de junio porque se comprobó que Nación seguía pagando las cuotas del convenio para Portezuelo del Viento y que la ruta lógica de resolución de este y otros conflictos suscitados por el problema de las aguas de la cuenca del río Colorado tienen su lugar de debate y resolución ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
Empero, la realización de dos encuestas sobre el tema, realizadas por dos empresas con intereses enfrentados, ha dejado la marca de la existencia de una minoría que está presente como reserva de estas temáticas. Las ideologías conservadoras, antidemocráticas, enfrentadas realmente con el pluralismo cultural, misóginas y homofóbicas, favorecen la creación de un clima político favorables a las derechas autóctonas, vinculadas estrechamente a las poderosas fuerzas trasnacionales del capitalismo en sus diversas variantes, incluido en un lugar preferente el sector financiero.
En las encuestas mencionadas, una planteaba, frente a la pregunta de separar a Mendoza de la Argentina, un rechazo del 57,7 % y un acuerdo del 33 %. Ante el cuestionamiento de que Mendoza es una sociedad distinta de la Argentina, el 65,2 % dijo que no y el 33 % que sí. Otra encuesta, proclive a favorecer al separatismo, anotó que el 58,8 % dijo “no» ante la posibilidad de separar Mendoza de la Argentina, un 30,9 % “un poco de acuerdo” y un 10 % “bastante de acuerdo”.
Las cifras, en ambas encuestas, aunque son minoritarias en favorecer el separatismo, marcan un piso que debe encender las alarmas ante el tema. El problema sigue siendo cómo resolver el tema pendiente del federalismo argentino que debe incorporar tanto la solución de la distribución justa de los recursos económicos con la perspectiva de auxiliar a las provincias más desfavorecidas, impulsar el crecimiento y la organización regional del país, incorporar todas las variables de identidades que concurren a la nacionalidad argentina con su pluralismo cultural.
Brotes regionalistas existen en diversos sectores de la Argentina. Se manifiestan en pequeña escala en Neuquén, Chubut, Córdoba, Corrientes. El federalismo y la integración territorial que implique el despliegue poblacional en la dilatada geografía argentina (octava nación en extensión territorial en el mundo) y que, en el marco de esa política, como una de sus variables, se incluya el traslado de la capital de la República, aproximarán las soluciones a la amenazas de disgregación. No hay que alarmar acerca de los separatistas, pero lo peor sería negar el problema.
La redistribución poblacional y económica en las muy diversas regiones del país, ocupar, poblar y desarrollar la tierra y marcar presencia en el mar Argentino con sus nuevas extensiones, todo ello forma parte de la perspectiva de fortalecer la Nación en el marco de la gran confederación no centralista que, en mucha parte, tiene pendiente la patria argentina.