Por Florencia Abelleira
El spot sobre las Policías de Prevención Local de la provincia de Buenos Aires le pregunta al espectador: «¿Quién te va a cuidar mejor que quien te conoce?». Desde hace unas semanas, por las calles de La Plata se ve pasear a sus efectivos policiales con llamativas boinas celestes, el distintivo que los diferencia de la Policía Bonaerense. El intendente Pablo Bruera, en el discurso de apertura de sesiones del Concejo Deliberante del nuevo año que brindó ayer, 8 de abril, se enorgulleció de tener en la calle 735 personas “que fueron formadas para prevenir delitos y convertirse en policías de proximidad”. No sólo eso, sino que también anunció que duplicará la cantidad de efectivos en breve. “No vamos a evadir la responsabilidad de luchar contra la inseguridad. Vamos a seguir trabajando con los foros de seguridad, entregando botones antipánico en las escuelas y capacitando a futuros policías, le pese a quien le pese”, indicó.
En los días previos a que el intendente en su discurso insistiera sobre su lucha contra la inseguridad: en la esquina de la escuela de 607 y 124, barrio de Villa Alba, le dispararon por la espalda a Nazarena Arriola, de 17 años; en 66 y 116, unos motochorros mataron al médico Francisco Guerrero por resistirse a entregarles su billetera; en 147 y 530, en el barrio de San Carlos, asesinaron a una mujer en un cruce de disparos; en 64 y 152, otra mujer denunció que la policía le “ametralló” su casa con balas de goma mientras dentro estaban cuatro de sus hijas y sus 20 nietos; en el barrio La Granja, Patricia Villalba recibió un tiro en el abdomen y llegó muerta al hospital; y el domingo a la madrugada, patovicas del bar Almendra golpearon a un joven hasta dejarlo inconsciente mientras que los vecinos llamaron al 911 y nunca obtuvieron respuestas.
Desde la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), Ángela Oyhandy, opina que la descentralización de las fuerzas de seguridad en la policía local platense «no cambia en forma estructural lo que son los lineamientos centrales de la policía de la provincia de Buenos Aires: el régimen laboral, el tipo de relaciones entre las distintas estructuras hacia el interior de la policía». Para Oyhandy, en la discusión en torno a reorganizar la institución policial no se ha avanzado «ni un paso con la sanción de las policías locales».
Los nuevos efectivos de la policía municipal caminan las calles del casco urbano. Para algunos, inspiran seguridad haciéndose ver por zonas céntricas atiborradas de gente. Están en zonas de por sí sobreaseguradas. ¿Acaso no es “seguridad” la Policía Bonaerense, las cámaras de seguridad de la municipalidad y las de las empresas y comercios privados, los agentes de seguridad privada y Control Urbano? “La nueva policía le agrega más seguridad a lugares que ya se encuentran asegurados, dejando desprovista a la periferia y, sobre todo, a los barrios más pobres, que es donde hay mayor conflictividad”, sostiene Esteban Rodríguez Alzueta, abogado y magíster en Ciencias Sociales. Por su parte, Oyhandy explica que desde la CPM “nos parece que es una discusión falsa primero asociar que solamente por el hecho de que haya más policías haya más seguridad y, por otro lado, que la propia violencia policial y la intervención policial frente a la criminalización de la juventud y la pobreza no sea un problema de seguridad”.
Las policías municipales son consecuencia de la Emergencia en Seguridad de la provincia que el gobernador Daniel Scioli había decretado en abril del año pasado. Los legisladores ya habían presentado varios proyectos para crear policías municipales, y luego de mucho debate y poco acuerdo Scioli decidió sancionarlas por decreto el 30 de junio. Vía Twitter, expresó en ese entonces: “Hemos tomado esta decisión debido a que el debate parlamentario tomó una dinámica que está frustrada y yo tengo que actuar. Todos saben de mi búsqueda de consenso, pero llega un punto en que en el marco de mis facultades institucionales tengo que encontrar los caminos que me lleven a implementar mi voluntad, que fue expresada cuando declaré por decreto la emergencia en seguridad”.
Así es como se comenzaron a implementar en municipios de más de 70 mil habitantes policías locales que deberán, a grandes rasgos, realizar actividades de observación, patrullaje y vigilancia, efectuar la prevención primaria, conociendo el barrio en el que se trabaja y estableciendo una relación estrecha con la comunidad en la labor preventiva. El decreto, a diferencia de los proyectos, no le concede el poder de control a las intendencias. Si bien estas tienen que ratificarlo por ordenanza municipal, esta nueva policía dependerá del Ministerio de Seguridad, igual que la bonaerense.
Uno de los proyectos que más repercusión tuvo fue el de Marcelo Saín, diputado de Nuevo Encuentro, que proponía una clara desvinculación de las policías municipales con entidades provinciales y apelaba a que estas sólo dependieran de los intendentes de cada localidad. Primero, para darle un marco de regulación a las incipientes patrullas municipales que, según Alzueta, “funcionaban como una suerte de grupo de choque, de grupo de patovicas privados de los intendentes, una suerte de policía de uso múltiple que no solamente están descontroladas, sino que no son objeto de ningún tipo de regulación”. Segundo, tenían un objetivo muy específico: prevención situacional de determinadas conflictividades. “No era una policía que estaba para perseguir el delito, ni para custodiar los edificios públicos, ni para intervenir en la protesta social. Era una policía de calle, de visibilidad”, dice Alzueta. En la misma línea, Oyhandy sintetiza: “Cuando un ministerio, o desde un municipio, o desde los poderes políticos se delega la ejecución y se deja sin control el accionar de las fuerzas de seguridad, se repiten los tradicionales esquemas de prácticas policiales: sesgos hacia algunos sectores sociales, protección de algunos y desprotección de otros, y criminalización de los sectores pobres y jóvenes”.