Por Alejandro Palladino
Es jueves en la Ciudad de Buenos Aires y las Madres de Plaza de Mayo ya han realizado su marcha alrededor de la pirámide de la plaza por la memoria de sus hijos desaparecidos, como todos los jueves. Lo hacen desde el 30 de abril de 1977, cuando reclamaban por sus apariciones. Por esto, los pañuelos representan la búsqueda de justicia y memoria; el amor por el otro, el compromiso.
Estas consignas fueron elegidas por las propias Madres para entregarle el pañuelo al periodista Víctor Hugo Morales, como una continuidad de esas luchas sociales. Fue en el auditorio “Juana Azurduy” de la sede porteña de su asociación y de manos de su presidenta, Hebe de Bonafini.
“El pañuelo es un abrazo de nuestros hijos para Víctor Hugo –dijo Hebe–. Él es un hombre como los que ellos soñaban: íntegro, jugado y amado. Es un hombre que dignifica el trabajo que hace”.
Afirmando que cada pañuelo entregado es la extensión de la gran familia que son las Madres, con toda la carga política y emotiva que eso implica, Hebe siguió: “Si Víctor Hugo lo permite, va a ser un hijo más nuestro; un hijo para quererlo, para abrazarlo, para decirle que acá estamos. Así pensamos las Madres”.
hebe: «Él es un hombre como los que ellos soñaban: íntegro, jugado y amado. Es un hombre que dignifica el trabajo que hace”.
Víctor Hugo, al recibir el pañuelo (entregado por primera vez a un periodista), dijo que “es un inmenso halago este reconocimiento que me desborda de alegría”.
En una sala colmada por las Madres y sus familiares, los del periodista uruguayo y otras personas que se acercaron, con las caras de los jóvenes desaparecidos sobre una lámina, Víctor Hugo comenzó: “Estas paredes que tanto hablan, esas miradas que nos interrogan, nos interpelan a continuar sus luchas con las Madres, a tomar conciencia por lo que podemos hacer por un mundo más igualitario y habitable”.
“Como relator que soy –siguió Morales–, tengo siempre una sensación: la idea de ver la manga en la que se reúnen los jugadores, abrazados. Uno sale a la cancha con un equipo. Y fíjense hoy, tenemos aquí sentadas a once Madres, o sea que he salido a la cancha con un equipo de once Madres”.
Víctor Hugo: “Estas paredes que tanto hablan, esas miradas que nos interrogan, nos interpelan a continuar sus luchas con las Madres».
Por el juicio que le hizo el Grupo Clarín a Morales semanas atrás, debido a una denuncia por la transmisión de un partido internacional de Boca, y al constante trabajo de hormiga de Morales desarmando el discurso del poderoso grupo mediático, Hebe sostuvo que “está bien tener un enemigo, quiere decir que uno va por el buen camino. No se puede ser amigo de todos”.
Además de los agradecimientos por la distinción, Víctor Hugo habló del trabajo y de la desocupación, un eje del debate actual de cara a las elecciones del 25 de octubre. A partir de recordar la escritura de su libro Un grito en el desierto (1997), sostuvo que fue el trabajo que más marcó su coherencia intelectual, por expresar la vida de un personaje envuelto en la desocupación masiva de los años noventa por las políticas neoliberales, tan cercanas hoy con la propuesta de Mauricio Macri y Cambiemos. Y comparó aquella época con la actualidad: “Durante los noventa nunca creí, con toda la amargura y escepticismo que me envolvía cuando escribí ese libro, que tendríamos años como estos que vivimos en Argentina y América Latina”.
El periodista remarcó los cambios de los últimos años desde “el reconocimiento a las personas, que en los noventa eran gobernadas por economistas fríos y calculadores. Entre ellos, a los trabajadores y su dignidad, a los ancianos y sus jubilaciones, a las amas de casa también como trabajadoras; y la Ley de Identidad de Género que contribuye a aceptar la diversidad”.
En la mesa, junto a Hebe y Víctor Hugo, estuvieron como participantes los periodistas Alejandro Apo y Cynthia García. También dijeron presente, aunque a través de una carta por compromisos laborales, la ministra de Cultura de la Nación, Teresa Parodi, y el ex juez de la Suprema Corte de Justicia, Eugenio Zaffaroni.