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“El peronismo produjo transformaciones en la cotidianeidad de las mujeres que no fueron leídas en clave de género»

Por María Florencia Actis

Estela Díaz, secretaria nacional de Género de la CTA, coordinadora del Centro de Estudios Mujeres y Trabajo (CEMyT) y docente de posgrado de la Facultad de Periodismo (UNLP), dialogó con Contexto en el marco del II Congreso Comunicación/Ciencias Sociales (COMCIS) y I Congreso de Comunicación Popular desde América Latina y el Caribe (CCP). Fue coordinadora de un panel denominado «Feminismo y Peronismo: reflexiones históricas y actuales sobre una articulación negada», donde se discutieron diferentes puntos de tensión y convergencia entre ambos movimientos sociales y políticos.

Según Estela, es fundamental la tarea de revisar y revalorizar los cambios en la vida política generados por el peronismo a partir de la progresiva inclusión de las mujeres, desde una perspectiva feminista. Sin embargo, señaló que, más allá del reconocimiento político y público conquistado, todavía falta enunciar el alcance que han tenido distintos avances sociales durante los gobiernos peronistas, en términos de un notable empoderamiento de las mujeres también en la “esfera doméstica”. “El peronismo hizo con hechos concretos muchísimo por ampliar los derechos de las mujeres, pero no supo articular un discurso que capitalice esas conquistas como conquistas de género”.

“Si bien las feministas entendieron que aquellas medidas de gobierno que garantizaron el acceso, por ejemplo, a la compra de electrodomésticos como lavadoras, y que por tanto facilitaron la realización de los quehaceres hogareños, no hicieron más que reafirmar los roles femeninos tradicionales, no se puede negar que mejoraron la calidad de vida de esas mujeres”. Y agrega que “este feminismo seguramente tenía ya saldadas las condiciones materiales básicas cuando cuestionaba mecanismos de inclusión social”.

“En la actualidad también pasa con la Asignación Universal por Hijo: hay quienes ponen en duda su potencial transformador”. En este sentido, trató de establecer líneas de continuidad y rupturas entre las críticas por parte del feminismo que recibieron las mujeres líderes de procesos emancipatorios dentro del movimiento peronista, como Eva y Cristina, pero también por su condición de género en otros espacios político-partidarios no feministas. “Si bien ninguna se definió como feminista, su sola presencia en la escena política desestabilizó reglas de juego e imaginarios instituidos en relación con este ámbito, históricamente masculino.”

Se refirió puntualmente a la figura de Cristina, y al empecinamiento de ciertos sectores de la oposición contra su impronta de autoridad y fortaleza. “Fijate la diferencia entre Michelle Bachelet o Angela Merkel, que son presidentas mujeres pero claramente masculinizadas en su actitud, y Cristina; ella, a pesar de su rol de poder, deja entrever su lado femenino, jugando sutilmente con la sensualidad y el erotismo, lo cual resulta transgresor”. Si bien esta apariencia no se aleja de los patrones femeninos loables, dentro del ámbito político se presenta como disruptiva del ordenamiento político, social y sexual hegemónico.

Por último, destacó la importancia de entrelazar las concepciones de revolución social y revolución sexual, y de “pensar una revisión del contrato sexual, explícito e implícito, antes, durante y después de los gobiernos peronistas”. Es decir, volver a pensar el alcance y las limitaciones en las reconfiguraciones políticas del plano de la familia, el hogar y la sexualidad.

Lo cierto es que el debate sobre las intersecciones y desencuentros entre el feminismo y el peronismo está abierto y admite múltiples enfoques. También es cierto que la resistencia a trazar una genealogía del feminismo representa menos una condición exclusiva del peronismo, que una constante en todas las estructuras partidarias. El desafío, en términos históricos, está en continuar hilvanando esos diálogos, pragmáticos y discursivos, entre el feminismo y el peronismo que han sido desconocidos, y, en términos coyunturales, seguir pujando por un mayor compromiso de los partidos políticos, los gremios y las organizaciones sociales con las causas de género, hacia afuera y hacia adentro de sus contornos.