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El segundo semestre llega con menos actividad y más inflación

Por José Welschinger Lascano

Aunque la promesa era de recuperación, con el segundo semestre aparecieron cifras que dan cuenta de un peor estado de la economía. Un informe elaborado por el Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz (CESO) advierte que a partir del mes de junio el país se encuentra en una fase de la economía denominada depreflación, que es la suma de depresión más inflación.

“La inflación, en lugar de bajar, continúa subiendo, y la actividad está cayendo. Pasamos de un estado económico de inflación sostenida, con actualizaciones salariales que se mantenían por encima de ese nivel, a una caída de la actividad económica acompañada de un aumento sostenido de la inflación”, explicó a Contexto el director del CESO, Andrés Asiaín.

Para el especialista, nos encontramos frente a un cambio de fase que ya no se puede seguir comprendiendo desde los efectos de la inflación. “Desde 2011, lo que se percibía eran ciclos de leve crecimiento y decrecimiento, con la inflación estabilizada cerca del 20%; pero en los últimos siete meses la dinámica cambió, porque la caída de la actividad es muy brusca y la aceleración de la inflación también. Por eso creemos que lo que cambió es justamente la dinámica de la economía, con tasas de inflación que volaron por encima del 42%, y con sectores económicos que directamente se desplomaron, como en el caso de la construcción”.

LOS DATOS DE LA ACELERACIÓN DE LA INFLACIÓN SON CONTUNDENTES: EL AUMENTO PARA LA CANASTA BÁSICA ES DE 44,6% RESPECTO DEL MISMO PERÍODO DE 2015; DE 5,44% SóLO EN EL MES DE MAYO, Y UN LAPIDARIO 26% DESDE LA LLEGADA DE MAURICIO MACRI A LA PRESIDENCIA.

En el caso de la construcción, uno de los sectores vitales de la economía argentina, el sector registró una caída del 24% en abril, que se agravó durante mayo. “Si pensamos que la actividad económica se venía sosteniendo en gran medida gracias a la construcción de obra pública y el sector agropecuario”, comentó el director del CESO.

“Para fines de 2016, sólo va a quedar en pie el sector agropecuario. Incluso, hay muchos sectores del campo que tampoco saben cómo mantener su actividad, como las carnes porcinas y los tamberos; entonces, deberíamos aclarar que sólo son los agro-commodities (soja, principalmente) quienes van a sostenerse”.

Sucede que algunos de los mismos sectores rurales que le reclamaban al kirchnerismo la implementación de una devaluación para bajar sus costos de producción (sectores que denominaban pérdida de competitividad a la suba de salarios) hoy se encuentran ahorcados por la entrada de productos extranjeros: pollos, maderas y cerdos, entre los más destacados. “Se había dicho que la devaluación llegaría para favorecer a las economías regionales –aclaró Asiaín–, pero ahora está quedando a la vista que sólo esas agro-commodities salieron bien paradas, ya que las economías regionales se encuentran en crisis”.

Para el especialista, son muchas las condiciones por las que esto sucede; principalmente por la caída de la demanda de productos a causa de la pérdida de poder adquisitivo que generó el tarifazo. “Además, estamos sufriendo los embates de una apertura importadora. Es un combo que golpea críticamente a la economía interna, y a ello se suma la caída en la construcción por la parálisis de la obra pública, lo cual parece un suicidio en el contexto de esta crisis internacional tan desfavorable para países productores como el nuestro”.

LA CAÍDA DE LA DEMANDA Y LA APERTURA DE IMPORTACIONES ES UN COMBO QUE SE TRADUCE EN MÁS DE 5.000 COMERCIOS QUE CERRARON SUS PUERTAS, Y MÁS DE 50.000 EMPLEOS EN BLANCO QUE SE PERDIERON, SóLO EN UN RUBRO FUNDAMENTAL COMO ES EL DE LA CONSTRUCCIÓN.

El director del CESO resumió: “Entonces, como en lugar de bajar las tasas de inflación siguen subiendo (y ya se han duplicado, contradiciendo los argumentos con los que se devaluó a principios de año, cuando se decía que la devaluación era un sacrificio momentáneo para hacer que bajaran los precios). Nosotros sostenemos que la economía entró en esta nueva dinámica que caracterizamos como depreflación”.

El especialista consideró que, además de ajustadora, la política económica de Cambiemos resultó estar mal aplicada, ya que tampoco alcanzó los objetivos que los think-tank neoliberales predicaron. “Con toda la discusión que se pueda plantear en torno al tema, se puede decir que el gobierno kirchnerista aceptaba su inflación como parte del costo de tener una economía interna con movimiento y crecimiento; pero en las condiciones en las que estamos ahora, la sociedad pierde por los dos lados: caen la actividad y el empleo, y en lugar de bajar la inflación se duplica. Por eso el escenario que se abre es mucho peor respecto de lo que vivimos en años anteriores”.

Sobre la aplicación del ajuste sin el cumplimiento de las metas del Gobierno, Asiaín explicó: “La política económica de shock, con la que yo estoy en desacuerdo, estuvo además mal aplicada, ya que no alcanzó ni los propios objetivos de quienes la plantearon. Es decir, incluso para quienes la defienden resultó mal implementada; porque devaluaron para salir de la inflación, y ahora van a devaluar de nuevo”.

¿Es imposible recuperar la economía argentina?

Para el director del CESO, orientado hacia los lineamientos heterodoxos de la ciencia económica, la única salida del túnel estaría en utilizar la deuda externa para detener la devaluación y reactivar la obra pública. “Por un lado, evidentemente se va a continuar con el plan de endeudamiento público del Estado nacional y las provincias, que hasta ahora fue la principal entrada de divisas”, consideró Asiaín. Y agregó: “La única opción de recomposición económica sería utilizar esos fondos para frenar el aumento del precio del dólar, y reactivar la actividad en la obra pública, asumiendo el costo de algún retraso cambiario”.

En cuanto a frenar la devaluación, la medida no sería nueva para este Gobierno, ya que, pese a proclamar el levantamiento del cepo cambiario, igualmente dedicó grandes esfuerzos para que las intervenciones del Mercado Central contuvieran la escalada del dólar; pero en lo relativo a la reactivación de la obra pública, la situación es menos confiable.

“Estas estrategias económicas deben pensarse sobre los plazos normales de cada sector –comentó el especialista–, porque una recuperación de la obra pública comienza a impactar sobre la economía recién cuando se sostiene al menos durante dos trimestres. Ahora la construcción necesita pagarle a sus proveedores y cubrir otras deudas, por eso, hasta que una pala toque la tierra puede llegar a pasar medio año como mínimo, si la aceleración en las partidas de las obras se sostiene”.

De todos modos, el director del CESO explicó que la reactivación de la obra pública tampoco es una solución mágica, ya que sólo puede solucionar parte de la depresión económica; pero si la inflación persiste, la medida carece de impacto. “Si nuevamente incurren en otro proceso devaluatorio y agregan más tarifas, el mercado interno ya no se va a recuperar; y lo que se pueda hacer con la obra pública ya no va a alcanzar para compensar”.

Para finalizar, el economista sintetizó cuáles son las opciones viables dentro de la fase depreflatoria: “La inflación no se va a solucionar antes del plazo de un año, lo que se puede decir es que si se toma la decisión de utilizar la deuda pública para reactivar la economía y planchar el dólar, quizás entonces para julio de 2017 las cosas dejen de empeorar”.


 

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