Por Ramiro García Morete
“Aun siendo metáfora, el teatro se acerca a la realidad”, decía Roberto Cossa. Cuando La Nona no para de comer, el personaje de Carmelo se levanta a las cuatro de la mañana y vuelve a las ocho de la noche, hace falta y Chicho en vez de trabajar se hace el tonto, es casi inevitable trazar analogías. Pero el teatro en sí, y mucho más cuando se trata de clásicos, trasciende la coyuntura así como un sentido único: puede que haya una obra para cada espectador. Y mucho más cuando nuevas generaciones acceden a una verdadera representación de la idiosincrasia nacional y que a la vez ha sido representada en todo el mundo. Y es que el Taller de Teatro de la UNLP continúa con las presentaciones en el marco de un ciclo que está cumpliendo diez años: “Los clásicos en cartel, las escuelas al teatro” que ofrece obras (Babilonia, El organito) en forma gratuita para secundarios de toda la provincia. Como esta noche a las 20 hs y el próximo 28 de febrero, donde la versión dirigida por Norberto Berrutti llegará al Teatro Roma de Avellaneda como parte de una gira que tiene programadas ya varias noches más en la región. En cuatro años han superado las trescientas funciones y los veinte mil espectadores.
Pablo Pawlowicz no sólo es director ejecutivo del Taller, sino que también interpreta a Chicho en la obra. “Es un clásico de nuestro teatro y es más difícil porque justamente hay que dar respuesta a ese clásico –responde en la bella sala de calle 10 ante el desafío de tomar una obra tan abordada–. Nosotros tomamos la decisión de montar este espectáculo cuando el Teatro de la Universidad cumplió treinta años. Y estamos empezando ahora la cuarta temporada.” Y agrega: “Los clásicos lo son porque los conflictos que tratan todavía no están resueltos. Vos podés tener quince años, 37 o 78. Pero si ese conflicto no se resolvió, va a estar vigente. A Tito Cossa le han preguntado: ¿Esta obra la escribiste contra la dictadura, contra del FMI…? Y él responde: Este es un problema que una familia no puede resolver. Y ese problema que esa familia no puede resolver es este conflicto. Eso después lo podemos trasladar a la ciudad, la provincia, el pueblo, el país. Y por eso es un clásico y por eso se repite. Los espectadores que hoy tienen catorce o quince años seguramente tienen problemas que no pueden resolver en su comunidad o su país, y nosotros, más grandes, también”.
Respecto a la experiencia de presentarse ante una audiencia de estudiantes secundarios, Pawlowicz comenta: “Es muy rica. Pensemos que ese público, en el 95% de los casos, jamás pisó un teatro. Quizá no vieron la película, no conocen un teatro, no vieron una obra. Así que es su primera impresión. Cuando vienen acá tienen que pasar por todos los ritos que supone ir a un teatro. Llegar a horario, pasar por boletería (aunque no pagan, deben retirar su ubicación), esperar en el hall, el acomodador los lleva a la sala, ven el espectáculo… Y después, cuando termina la función, hacemos dos cosas: una recorrida por todos los lugares que tiene el teatro, que tiene que ver con los oficios que rodean el hecho teatral, y después una charla con los actores y el director, a ver qué impresión o reimpresión les quedó. Y una pata previa es que le mandamos material al docente o profesor para que puedan trabajarlo en clase”.
Sobre el enfoque particular de esta obra estrenada en 1977, “la lectura que hace el director del espectáculo, Norberto Berrutti, es bastante trágica. Y por ahí es lo que tiene de particular. El espectador va a encontrarse con momentos de comicidad, con momentos de humor… Pero funciona también como un despertador”.
“En los últimos tres años se perdió el 40% de los espectadores a nivel nacional. Es una situación muy compleja para todo el sector”, comenta Pawlowicz. La coyuntura es ineludible y el espacio de gestión mixta responde: “En un año de crisis, estamos queriendo ser todavía más incisivos en responder al plan estratégico que tiene la universidad. De hecho, estamos planteando hasta un cambio de nombre. Lo que conocemos como Taller de Teatro de la UNLP va a pasar a llamarse Teatro de la UNLP Pública y Gratuita. Queremos que todos nuestros espectáculos sean públicos y gratuitos, que pueda venir más cantidad de gente. Apuntar al público de estudiantes secundarios y universitarios. Es de 130 mil más o menos la población de nuestra universidad, tenemos 600 mil habitantes en La Plata, no sé si el índice de pobreza está en el 32%…, así que hay mucho trabajo por hacer y mucho servicio para dar”.