Durante la 37° Conferencia de la Agencia de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Julio Berdegué, delegado de ese organismo para América Latina y el Caribe, informó que el 40 % de la población de la región, 267 millones de personas, enfrenta condiciones de inseguridad alimentaria moderada o grave.
«La región juega un papel irreemplazable en la seguridad alimentaria global. Produce alimentos para satisfacer las necesidades calóricas de alrededor de 1.300 millones de personas, es decir, uno de cada seis habitantes del planeta», sostuvo el funcionario.
En este marco, al que se suman las consecuencias de la pandemia y la guerra en Ucrania, Berdegué sostuvo que la FAO no descarta «que la región pueda entrar en una crisis alimentaria».
Los efectos del cambio climático sobre la agricultura y el acelerado aumento en los precios de los alimentos y fertilizantes, agravado por el conflicto en Ucrania, agudizan la crisis alimentaria a nivel mundial y encarecen el precio de los alimentos.
En relación con el conflicto entre Ucrania y Rusia, el funcionario de la FAO señaló que «la intensidad y la duración del conflicto siguen siendo inciertas. Las posibles interrupciones de las actividades agrícolas de estos dos principales exportadores de productos básicos podrían aumentar gravemente la inseguridad alimentaria a nivel mundial, cuando los precios internacionales de los alimentos y los insumos ya son altos y volátiles».
Rusia y Ucrania son los mayores productores de cereales, representando el 30 % de las exportaciones de trigo, el 20 % del maíz mundial y el 75 % del aceite de girasol.
Rusia es uno de los principales productores de fertilizantes del mundo, por lo cual su precio se ha disparado. Y el aumento del precio del petróleo también encarece el costo de los combustibles para el transporte de los productos, lo que se verá reflejado en el precio final de los alimentos.
La FAO recordó que la pandemia provocó que en un solo año 22 millones de personas cayeran en condiciones de pobreza, obligándolas a adquirir alimentos de peor calidad por la disminución de sus ingresos.
Un anterior informe, titulado «América Latina y el Caribe: Panorama regional de la seguridad alimentaria y nutricional», señala que «en 2020, aproximadamente 59,7 millones de personas en América Latina y el Caribe padecían subalimentación, el número de personas más alto en los últimos veinte años. Entre 2019 y 2020, la población que vivía con hambre creció en un 30 %, aumentando en 14 millones en apenas un año».
Sin embargo, la crisis alimentaria en América Latina no comenzó ni con la pandemia ni con el conflicto en Ucrania. En noviembre de 2021, Berdegué había advertido: «Debemos decirlo fuerte y claro: América Latina y el Caribe enfrenta una situación crítica en términos de su seguridad alimentaria. Ha habido un aumento de casi el 79 por ciento en el número de personas con hambre entre 2014 y 2020».
El informe remarca que «en América Latina y el Caribe, durante 2020, la prevalencia del retraso en el crecimiento en niños y niñas menores de 5 años fue de 11,3 %», y explica que «el retraso en el crecimiento indica una talla baja para la edad y refleja los efectos de la malnutrición crónica sobre el crecimiento infantil, con consecuencias negativas para la salud y el desarrollo».
El estudio de la FAO señala que «el hambre viene en aumento en la región desde 2014. Entre ese mismo año y 2020 el indicador de prevalencia de la subalimentación experimentó un crecimiento cercano al 70 %. Conviene señalar que solo el alza registrada entre 2019 y 2020 representa más del 50 % del aumento total del indicador de prevalencia de subalimentación durante el periodo. En la región, no solo corre mayor riesgo alcanzar la meta ODS 2.1, poner fin al hambre, sino que la prevalencia de la subalimentación ha retrocedido a niveles de 2005, estando en su punto más alto en los últimos quince años».
Durante el período más fuerte de los gobiernos progresistas en la región, del 2000 al 2014, la cantidad de personas de la región que sufrían inseguridad alimentaria grave (personas que se han quedado sin alimentos o han pasado al menos un día sin comer) llegó a su número más bajo, al alcanzar a 47,6 millones, y entre 2014 y 2020, en el marco de lo que muchos medios y partidos de derecha llamaron «el fin de la oleada progresista», el número de subalimentados volvió a crecer en a 92,8 millones, el 14% de la población.
En la misma línea, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) presentó el informe titulado «Panorama social en América Latina 2021», donde se señala que la pandemia habría provocado que la tasa de pobreza extrema en América Latina aumente del 13,1 % de la población en 2020 al 13,8 % en 2021, mientras que la tasa de pobreza general habría disminuido levemente, del 33,0 % al 32,1 % de la población. En números concretos, estos datos indican que 201 millones de latinoamericanos se encuentran en situación de pobreza y 86 millones, en pobreza extrema.
Durante la presentación del informe, la secretaria ejecutiva de la CEPAL, Alicia Bárcena, señaló que «entre 2019 y 2021, el patrimonio de los multimillonarios en siete países de la región aumentó 14 %». «Vemos con gran preocupación que la concentración de la riqueza aumentó 41 % entre 2020 y 2021. Estamos hablando de que 104 personas poseen un patrimonio del 11 % del PIB de sus países».
En ese sentido, cabe recordar que índice de GINI, el coeficiente que mide la desigualdad, señala que América Latina es la región más desigual del mundo.