Por Héctor Bernardo
En el marco del aniversario del último golpe cívico-militar en Argentina, Contexto dialogó con el filósofo mexicano Fernando Buen Abad, quien habló de la característica regional que tuvo aquella dictadura de 1976-1983 y sobre la continuidad de las políticas que se aplicaron entonces contra los procesos populares, en lo que él denomina “un Plan Cóndor Comunicacional”.
-¿Por qué cree que es necesario analizar el golpe del 24 de marzo de 1976 en Argentina como un hecho regional?
-Pensar que los 30 mil desaparecidos en Argentina son solamente una herida de los argentinos es un error. Parte de aquel plan fue crear una balcanización de las luchas y del sentimiento popular.
Cualquiera que tenga una mínima conciencia de lo que aquí ocurrió, de esa lógica de un Estado terrorista que salió a asesinar a su pueblo, tiene que entender que el mensaje era continental. La razón de semejante genocidio tenía una misma matriz y un continente entero como objetivo. En él se desplegaron todas las artimañas de la CIA, el FBI y el Departamento de Estado norteamericano, sembrando la región con persecución, tortura y muerte.
-En ese contexto, la dictadura argentina ¿qué rol jugó?
-Desde luego que el caso argentino sobresale. Aquí se desmadraron todos los cálculos, aquí la barbarie no tuvo límites. En Argentina se puso en juego un experimento macabro para aleccionar a toda América Latina sobre el poderío nacional y trasnacional de las oligarquías. Este fue un laboratorio de la monstruosidad, que no tenía como destinatario sólo al pueblo argentino. Constituye un error histórico pensar de manera atomizada esa política de terrorismo de Estado. Algo que no ha terminado.
-¿Por qué asegura que no ha terminado?
-Eso que algunos pretenden situar como un episodio de la historia, doloroso pero enterrado en el vacío, no es más que uno de los pasos de un andar que sigue vigente. Hoy, los mismos autores de aquel laboratorio del terror están gobernando en este país y en muchos países de América Latina. Hoy el mensaje sigue siendo el mismo. Hoy el sueño criminal y genocida está a flor de piel.
El regalo extraordinario que Argentina, en estas horas, le da a toda la región es hacer visible una herida que es continental. Nos vuelve a llamar a todos a sentirnos partícipes de ese dolor y corresponsables de la lucha que debemos dar para frenar, de una vez por todas, a esta horda de criminales que quieren emboscar al continente. Por eso, este día es tan importante para Argentina y para toda la región.
-¿Cuál fuel papel de los grandes medios?
-No habría sido posible el desarrollo de esta política de exterminio si no estaba acompañado de un plan que, en su tiempo al igual que en el presente, opera en toda la región creando mecanismos de ataque, desestabilización e invisibilización. El plan trazado tiene lugares y fechas concretas. Esto está delineado desde que el Consenso de Washington decidió relanzarse. Las alianzas entre Televisa, O Globo, Clarín y todos estos representantes de las oligarquías mediáticas de la región crearon un proyecto de latifundio mediático continental. En ese proyecto la idea era no solamente apoderarse de las herramientas de comunicación de los pueblos, sino utilizarlas para crear esta balcanización ideológica. La intención era crear esta idea de que los países de la región están aislados, de que los problemas dependen de cada uno. Pretendían imponernos la idea de que no hay salida posible y que, incluso, tenemos que estar agradecidos de que nos repriman, que tenemos que agradecerlo con aplausos y con rating y, además, tenemos que heredarle eso a nuestros hijos, como si fuera un triunfo moral.
El Plan Cóndor Mediático no vive en el abstracto ni es la obra de unos locos desquiciados. Es un plan fríamente calculado, premeditado, con la intención de inocular en los pueblos su propia derrota y su propia desmemoria a base de miedo, a base de consumismo y a base de individualismo, los tres baluartes de este proyecto ideológico.