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En medio de una tensa negociación, Massa dialogó con Georgieva para acelerar el acuerdo

El Gobierno argentino continúa con la dura negociación con las autoridades del Fondo Monetario Internacional en pos de alcanzar un nuevo acuerdo que le permita hasta fin de año mejorar las condiciones exigidas para recibir los desembolsos y adelantar los fondos pendientes para lo que resta del año. 

En el marco de la quinta revisión del acuerdo alcanzado durante 2022, los funcionarios de Economía que viajaron esta semana a Washington siguieron con las reuniones presenciales con el equipo técnico del Fondo, mientras que el ministro mantuvo un contacto por zoom con la titular del organismo, Kristalina Georgierva, durante la noche del miércoles. 

Según trascendió, el contacto se extendió durante una hora con el fin de acelerar las negociaciones. Más tarde, el funcionario decidió sumar a la delegación argentina al jefe de asesores del ministerio, Leonardo Macdur, y al secretario de Hacienda, Raúl Rigo, con el mismo objetivo. 

Si bien todavía no hay precisiones, el acuerdo podría concretarse durante el fin de semana a nivel técnico, y durante los primeros días de la semana que viene se esperaría la llegada de Massa a Washington para la firma. 

Los principales puntos que tensionan la negociación son la acumulación de reservas por parte del Banco Central de la República Argentina y la política fiscal, dos aspectos claves donde el Gobierno reclama más laxitud por el impacto que en ambos aspectos tuvo la sequía que afectó al agro argentino desde finales del año pasado hasta los primeros meses de 2023. La versión oficial indica que por ese fenómeno el país perdió alrededor de 20.000 millones de dólares. Como contraparte, la oferta del FMI no sale de la ortodoxia, impulsando una devaluación y el sostenimiento de la pauta de equilibrio fiscal original. 

Entre las opciones que se barajan para destrabar la negociación, el jueves trascendió la posibilidad de aplicar un nuevo dólar diferencial para apuntalar las exportaciones del sector agrícola (con la soja excluida) y las economías regionales, mientras que se aplicarían mayores restricciones para las importaciones, para frenar la merma de divisas.


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