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«Entraste en la sombra, hijo»

Por Gabriela Calotti

«Tratamos de olvidar lo cruento de lo ocurrido. ¿Es que se puede olvidar? Nuestro hijo el menor pasó a integrar la enorme lista de los desaparecidos. Nada se supo de él. Nadie nos supo dar razón. Entraste en la sombra, hijo. Y me duele el permanente interrogante de tu destino. Es como si una gruesa y pesada barrera cortara todos los caminos para tu regreso. Al 6 de febrero de 1980, sin noticias». En su Relato de una ignominia, que escribió años después de su secuestro, Margot de la Rosa dejaba por escrito el testimonio de su secuestro y el de su marido.

El martes, en el marco de la audiencia número 81 de este juicio por los delitos de lesa humanidad perpetrados en las Brigadas de Investigaciones de la Policía bonaerense de Banfield, Quilmes y Lanús, con asiento en Avellaneda, y al declarar como testigo ante el Tribunal Oral Federal Nº 1 de La Plata, Verónica Morales, su sobrina nieta, contó la reconstrucción que hizo de aquellos tristes episodios y leyó unos párrafos del relato de su tía abuela.

Raquel Margot de la Rosa y Oscar Dedionigi eran tíos de su mamá, María Delia Torino. Por entonces, ella y su familia vivía en Lanús Este. Hacia fines de febrero de 1977, cuando volvieron de unos días de vacaciones en Mar del Plata, se enteran de que su tía abuela y su marido habían sido secuestrados el 22 de febrero. También se enteraron de que la casa de Cristóbal, a quien le decían «Cacho» en Rafael Calzada, había sido allanada.

Supo que días después a Margot y a Oscar los liberaron en Glew en «muy malas condiciones». Y subrayó que para entonces tenía entre 60 y 65 años. «Sí sabemos que en esos diez días de secuestro Margot y Oscar estuvieron en El Infierno y fueron trasladados al Vesubio’», precisó la mujer. Esa información la obtuvieron por relatos de sobrevivientes.

De su primo segundo supieron que el 4 de marzo fue secuestrado Cristóbal. «No tenemos mucho seguimiento de dónde fue a parar», afirmó ante el tribunal en esta audiencia virtual. Cristóbal tenía 23 años.

Aunque aclaró que «no fui víctima directa […] quiero dejar registro de todo el daño que han hecho, de todo el daño que han hecho a la sociedad […] Creo que hoy por hoy en el Estado en que estamos viviendo en la Argentina es necesario recalcar que solo buscamos justicia, memoria y verdad absoluta», afirmó la mujer sobreponiéndose a la voz quebrada por la angustia.

Por el hijo mayor de su tía Margot, Oscar, supo que la mujer de Cristóbal, Carmen, y su hija viven en el sur del país.

Verónica Morales solicitó al tribunal que incorpore el relato de su tía abuela a la presente causa para conocimiento de las partes.

Persecución en Peugeot

Luis Alberto Ortiz tenía 32 años, era rectificador de motores en Peugeot, donde en 1977 formó parte de una lista de 21 obreros despedidos porque «decían que éramos Montoneros». «Me aplicaron la Ley 21.400 que combatía al terrorismo fabril», sostuvo ante el tribunal el sobreviviente que relató su secuestro, las sesiones de tortura y mencionó las serias consecuencias que ello tuvo en su salud.

«El 9 de noviembre del 78, a la 1 o 2 de la mañana, estaba en mi casa. Interrumpen las fuerzas conjuntas, policía y ejército, en mi casa. Rompen la puerta. Van al dormitorio, me levantan, me esposan y me ponen una capucha. A mi mujer le apuntan con una ametralladora y ella tenía a mi hija en brazos, que era chiquita». «Me metieron en un auto y empezó el martirio. Después me enteré que estaba en la DDI de Lanús, que estaba en Avellaneda, en 12 de Octubre y Ameghino», afirmó.

Tras un simulacro de fusilamiento, vinieron las sesiones de tortura y los desmayos.

En ese entonces vivía en Monte Chingolo con su mujer, Marta Adelaida Alves, su hija, Marta Cecilia Ortiz, que tenía casi un año, y su hijito, que ya padecía una enfermedad llamada cráneoestenosis.

«Yo no tenía tiempo para hacerme el guerrillero. Yo tenía que trabajar porque tenía a mi chiquito enfermo», sostuvo el martes durante su declaración.

Permaneció en cautiverio cuatro o cinco días. A partir de allí comenzó la otra pesadilla que significaba conseguir un trabajo. Y «con el paso del tiempo mi salud se fue deteriorando y los médicos consideraron que podían ser consecuencias de todo eso: problemas cardíacos y tuve dos ACV», contó.

El testimonio de Ortiz llegó a su fin casi abruptamente, luego de que una de las querellas le preguntara por los compañeros que tuvieron que irse al exilio de aquella lista de 21 trabajadores despedidos de Peugeot.

«¡Tuve que vender hielo, pescado, cualquier cosa para sobrevivir!», le respondió Ortiz. «Yo tenía dos hermosas profesiones que no pude ejercer. Yo no tenía posibilidad de irme», lamentó con la voz entrecortada por el llanto.

El presente juicio por los delitos perpetrados en las Brigadas de la Policía bonaerense de Banfield, Quilmes y Lanús, conocida como El Infierno, con asiento en Avellaneda, es resultado de tres causas unificadas en la causa 737/2013, con solo quince imputados y apenas uno en la cárcel, Jorge Di Pasquale. Inicialmente eran dieciocho los imputados, pero desde el inicio del juicio, el 27 de octubre de 2020, fallecieron tres: Miguel Ángel Ferreyro, Emilio Alberto Herrero Anzorena y Miguel Osvaldo Etchecolatz, símbolo de la brutal represión en La Plata y en la provincia de Buenos Aires.

Este debate oral y público por los delitos cometidos en las tres Brigadas, que se desarrolló básicamente de forma virtual debido a la pandemia, ha incorporado en los últimos meses algunas audiencias semipresenciales.

Por esos tres CCD pasaron 442 víctimas tras el golpe cívico-militar del 24 de marzo de 1976, aunque algunas estuvieron secuestradas en la Brigada de Quilmes antes del golpe. Más de 450 testigos prestarán declaración en este juicio. El tribunal está integrado por los jueces Ricardo Basílico, que ejerce la presidencia, Esteban Rodríguez Eggers, Walter Venditti y Fernando Canero.

Las audiencias pueden seguirse por las plataformas de La Retaguardia TV o el Facebook de la Comisión Provincial por la Memoria. Más información sobre este juicio puede consultarse en el blog del Programa de Apoyo a Juicios de la UNLP.

La próxima audiencia está prevista para el martes 27 de septiembre a las 8:30 horas.


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