Poco tiempo antes de las elecciones de 2016 en España, se puso en marcha un complot articulado por funcionarios del entonces Gobierno del Partido Popular (PP), comisarios de policía, miembros del Poder Judicial y periodistas con influencia en sectores del progresismo y la izquierda española.
En esa ocasión, la persecución judicial se aplicó contra el partido Unidas Podemos y sus principales referentes, Pablo Iglesias y Juan Carlos Monedero, al difundir información falsa sobre su financiamiento de cara a las elecciones.
Para entender cómo fue esta trama, quiénes son los actores involucrados y cuáles fueron sus efectos, Contexto entrevistó al intelectual español Juan Carlos Monedero, uno de los fundadores de Podemos y una de las víctimas directas de la trama que pudo haber evitado el triunfo de la formación de izquierda en las elecciones generales de 2016.
¿Cómo se le puede explicar al público argentino el escándalo de la operación contra Podemos y sus líderes?
En 2014 surge una fuerza política que emana del movimiento de «Los indignados», del 15M. Es una fuerza política que no pide dinero a los bancos, que es republicana, que quiere acabar radicalmente con la corrupción y que, cuando se demuestra en las encuestas que puede llegar al gobierno de España, genera una reacción brutal y antidemocrática en las élites. Como parte de esa reacción se produjo una conspiración que ahora se ha hecho evidente por los audios que han salido a la luz. Aunque para nosotros siempre fue evidente. En esa conspiración participaron medios de comunicación, comisarios de policía, políticos y algunos jueces. Y, por supuesto, siempre aparecen empresarios que están vinculados a estos procesos de corrupción.
El comisarios [José Manuel] Villarejo, que es un hombre que viene de «las cloacas del Estado», que tiene vinculaciones que arrastra desde finales del franquismo y que se encarga de hacer trabajos sucios, desgraciadamente, tanto para el Partido Popular como para el Partido Socialista [Partido Socialista Obrero Español – PSOE], grababa todas sus conversaciones. Esta semana se han hecho públicas algunas de esas conversaciones con la entonces ministra de Defensa y secretaria general del Partido Popular, María Dolores de Cospedal, en donde dicen, textualmente, que van a arruinarnos la vida. Porque, según ellos, somos muy peligros y hay que acabar con nosotros. En esa misma reunión pactan inventarse pruebas contra los líderes de Podemos.
También se conoció otro audio, en el que conversa con el periodista Antonio García Ferreras, que es uno de los referentes de la prensa progresista en España y director La Sexta, que pasa en España por ser la cadena progresista, cuenta en el audio cómo está dispuesto a publicar una noticia falsa a un mes de las elecciones donde inventan con Photoshop una factura donde supuestamente «le habían ingresado 270.000 dólares a Pablo Iglesias en una cuenta en las Islas Granadinas por orden de Nicolás Maduro», y ahí está todo: «dinero», «Maduro», «Venezuela».
La factura, obviamente, era falsa, el periodista dice «esto es muy burdo. Esto sé que es falso, pero yo voy a dar la noticia y voy a contactar contigo en directo», es decir que se ve cómo pactan dar la noticia en directo, y, también en ese audio, plantean cómo hicieron una campaña para «matarme políticamente». Detrás hay algo que no es menos estremecedor al plantear que, como al ser ellos un canal de izquierda, cuando ellos «ejecutan» a la gente de Podemos «es más creíble».
¿Qué repercusión tuvo en los medios españoles y en la sociedad conocerse que se trató de una operación?
La repercusión en los medios ha sido prácticamente nula. Al revés, la asociación de televisión en España ha presentado a Ferreras como el mejor presentador de informativos del año y la Asociación de Prensa de Madrid, que es la asociación de prensa española, ha hecho un comunicado diciendo que «el problema son los políticos de Podemos que critican al periodismo». En realidad se trata de asociaciones de empresarios de medios de comunicación. Es como si dijeran que «la culpa del desprestigio de Sudáfrica durante el apartheid era de los malditos negros que protestaban por el racismo y no de los racistas».
En muchos programas no ha salido absolutamente nada. En La Sexta, Ferreras mintió diciendo que ese audio era después, pero si se presta atención al audio él reconoce que se trataba de una mentira, pero que él lo iba a dar porque ellos eran el canal que podía matar a la gente de Podemos, igual que plantean que habían hecho una operación contra mí.
Es decir, hay una impunidad absoluta, los jueces no han reaccionado, y había comisarios de altísima graduación ofreciendo inventar pruebas contra la gente de Podemos. Tendría que actuar la Fiscalía de oficio, pero desgraciadamente la Justicia es una asignatura pendiente en España.
¿Sorprendió conocer quiénes fueron los actores involucrados en esta trama?
Escuchar al comisario Villarejo, un tipo implicado incluso en acto de violencia, decir «son unos hijos de puta», «Monedero es fundamental», «vamos a arruinarles la vida», o escuchar a Ferreras decir «nosotros matamos a Monedero», estremece. Estremece porque lo viví y fue una manera de recordar esos momentos que, como estoy contando en España atravesada de incendios, cuando un incendio tiene siete, ocho o diez focos es intencional. En aquel momento no era solo Ferreras recogiendo una noticia que había aparecido en la extrema derecha sin ningún tipo de recorrido, que luego la construye como un caso de malversación. Hay una asociación vinculada al Partido Popular que presenta una querella, el diario El País me acusa, el diario El Mundo me acusa de recibir un millón de euros de Venezuela, comisarios de policía haciendo denuncias por una charla de hacía tres años, era por todos lados.
Lo que buscaban era matarme políticamente. Por supuesto, todo después se archivaba. Más de veinte o treinta querellas todas archivadas, pero da igual, porque cuando se archivan no sale en ningún lado. Solamente sale cuando se lanza la acusación. Es decir, los medios de comunicación son un factor esencial del lawfare, de este intento de acabar con adversarios políticos a través de querellas y jueces corruptos.
¿Esa operación logró el efecto buscado?
Claro. A Podemos le faltaron 300.000 votos para ganarle al Partido Socialista. Podría haber gobernado el Parido Socialista y Podemos estar con mayoría en el Gobierno y eso hubiera cambiado radicalmente la historia de España. De la misma manera, yo terminé saliendo de la Ejecutiva de Podemos porque esos mismos medios que nos atacaban a Pablo Iglesias y a mí tenían sus favoritos dentro de Podemos a los cuales les apoyaban. Esos favoritos, con los que yo tenía diferencias políticas, presionaban todos los días para que yo saliera de la Ejecutiva. Esa gente terminó saliendo de Podemos, eso fue uno de los factores claves del sistema para golpear a Podemos, hacer una escisión. Esa gente, con Íñigo Errejón a la cabeza, son los responsables de que Podemos no gobernase con mayoría en España.
En esa conspiración, y hay que entender que no siempre se compra a la gente por dinero, a veces la compras prometiéndoles un buen trato mediático o haciéndoles creer que ellos son los verdaderos líderes, así «emborracharon» a Errejón, que presionó en su momento utilizando unas críticas contra mí que él sabía que no eran ciertas porque me conocía, pero le venía bien utilizar esos ataques para lograr quitarse a un disidente dentro de Podemos como era yo, que tenía posiciones más críticas frente a las de él, que estaba a favor de pactar con sectores del PSOE muy conservadores en Andalucía. Él quería romper con las fuerzas progresistas de América Latina, a pesar de haber estado trabajando allí, y no estaba a favor de ningún tipo de conjunción con otras fuerzas políticas, pese a que era un clamor popular el de la unidad.
Finalmente, Pablo Iglesias también terminó dejando la política activa. Por eso, si tenemos que responder a la pregunta de si estas operaciones logran el efecto que buscan, hay que decir que sí. No te matan, pero, cuando menos, te hieren.
¿Cuál es la decisión que ha tomado Podemos frente a este hecho?
Podemos ha sacado un comunicado protestando firmemente contra esta colusión de jueces corruptos, empresarios corruptos, comisarios corruptos, políticos de derecha corruptos y medios de comunicación corruptos. Además, ha pedido una comisión de investigación en el Parlamento para investigar «las cloacas mediáticas», porque, en el fondo, si los medios de comunicación no dan crédito a todo esto no tienen ningún tipo de recorrido, porque judicialmente no tiene, porque nunca hay caso. El daño siempre es reputacional y es mediático.
¿Qué se puede hacer para enfrentar a las cloacas de la democracia? ¿Puede existir una democracia verdadera con esas estructuras que actúan en las sombras?
Si hace 100 años o 150 años, dependiendo de los países y si incorporamos a las mujeres, fue decisiva para que hubiera democracia, hoy la lucha por unos medios de comunicación libres, plurales y veraces es una condición necesaria para que la democracia se mantenga, de lo contrario la perderemos.
Sin una ciudadanía educada mediáticamente, sin vivir en un asedio mediático constante en el que tienes que dedicar buena parta del tiempo para vislumbrar qué es verdad y qué es mentira y con un bombardeo financiado a través de los grupos de WhatsApp, a través de Facebook, Instagram, las televisiones, las radios, los periódicos, llenos de fake news enmascaradas como noticias correctas, si no somos capaces de terminar con todo ello, dejaremos de ser ciudadanos y volveremos a ser súbditos.
Junto a los grandes temas que tenemos en nuestros países, el calentamiento global, las desigualdades, la robotización de la economía, las migraciones, la crisis del modelo neoliberal que nos va a abocar, seguramente, a guerras y a conflictos, los frenos a la incorporación plena de las mujeres como ciudadanas con derechos iguales a los de los hombres, frente a todos estos elementos que atraviesan nuestros países, o incorporamos la reforma de los Poderes Judiciales para sacarlos de su condición elitista y, a menudo, cómplice de las élites clásicas y de las oligarquías para frenar las democracias cuando pierden las elecciones y, junto a ello, si no democratizamos los medios de comunicación, la democracia va a agonizar y va a terminar muriendo.
Sin embargo, seamos conscientes de que no tienen todo el poder, no tienen todos los jueces, no tienen todos los policías, no tienen todos los comisarios. Hemos vistos cómo, pese a que Gustavo Petro tuvo que terminar la campaña electoral con un chaleco antibalas, pese a que le pusieron micrófonos en su sede de campaña y pese a que los principales medios de comunicación en Colombia las últimas semanas publicaron mentiras, Petro ganó igual. Por lo tanto, no «tiremos la toalla», no pensemos que por ese enorme poder que tienen medios, cortes y demás está todo perdido. Lo que sí es cierto es que si no damos una respuesta la democracia terminará muriendo. Pero siempre es una constante en la historia, cuando las oligarquías intentan extender su control sobre la ciudadanía, la ciudadanía termina levantándose.
Por tanto, si ya hemos aprendido que tenemos que estar en las instituciones y en la calle, también vamos aprendiendo que cada ciudadano tiene que ser un militante del relato. Eso nos obliga a estudiar, nos obliga a organizarnos y, también, nos obliga a no perder el entusiasmo, porque, finalmente, una parte de todos estos ataques lo que buscaba era que «tirásemos la toalla» y que nos resignáramos presos de la melancolía y de la tristeza. Y tengo que decirle a toda la gente que verá esta entrevista que no, que no nos han matado, que seguimos peleando y que algunos, pese a todo lo que hemos sufrido estos ocho años, podemos afirmar con rotundidad que volveríamos a hacerlo. Así que, como dice Álvaro García Linera, «te caes y te vuelves a levantar, porque esa es la manera de estar en este mundo que hemos escogido».