La situación de abandono de la Villa 20, ubicada en el barrio porteño de Lugano, es la misma que padecen las otras trece villas de la ciudad más rica del país, gobernada desde hace una década por el PRO, primero con Mauricio Macri a la cabeza y ahora con Horacio Rodríguez Larreta.
El actual jefe de Gobierno anunció el año pasado que el macrismo finalmente cumpliría con la urbanización, como establece la Ley 1770 de 2005, y hasta se sancionó una nueva norma (la 5705 de 2016) para detallar los pasos a seguir en materia de construcción y mejoramiento de viviendas, apertura de calles, redes de agua potable, cloacas, desagües pluviales, energía eléctrica y gas natural.
Rodríguez Larreta también prometió a los vecinos que la primera etapa arrancaría en enero de 2017, pero hasta el momento no hay ni un ladrillo a la vista. De lo único que se ocupó fue de iniciar la edificación de viviendas en el predio lindero donde estaba el asentamiento “Papa Francisco” –desalojado por la fuerza hace tres años-, mientras avanzan las obras de la Villa Olímpica, a pocos metros del lugar.
“Lo que denunciamos es que hay una maniobra para tapar la Villa 20 con los edificios que se levantan en ‘Papa Francisco’, frente a la Villa Olímpica. Sabemos que este año hay 2.000 millones de pesos para la urbanización. Sin embargo, no nos informan en qué se está gastando esa plata, ni cuánto van a destinar el año que viene”, dijo a Contexto Rubén Martínez, uno de los referentes del barrio.
Con el temporal de febrero, todas las villas porteñas sufrieron grandes inundaciones. En la 20, donde el problema se vio agravado a causa de las obras del polo deportivo, se registró más de un metro de agua. Al mismo tiempo, proliferan enfermedades como la tuberculosis debido al hacinamiento y a la falta de servicios públicos elementales.
“El Gobierno dice que tenemos agua potable y eso no es cierto. Lo que tenemos es una un caño maestro de AySA con conexiones muy precarias, por donde se filtra cualquier porquería. Tampoco tenemos red de cloacas. Puede sonar fuerte, pero la realidad es que cuando llueve nosotros pisamos mierda. Acá se perdieron un montón de vidas por la contaminación del agua, por plomo en sangre, e incluso por no tener calles. Con mi compañera perdimos una hija en 2008 porque la ambulancia tardó 45 minutos en entrar”, comentó Martínez.
La energía eléctrica es otro calvario, ya que hay un solo transformador en funcionamiento que no da abasto. Luego de varias protestas, el barrio logró que Edesur instalara otros dos transformadores, aunque nunca fueron habilitados. Para mitigar los frecuentes cortes de luz, los propios vecinos debieron organizar campañas de uso racional de la energía. De todos modos, un 25% carece de acceso al servicio.
Y a todo esto hay que agregar el peligro de derrumbe de una gran cantidad de viviendas. Cuando los vecinos comenzaron a negociar con las autoridades porteñas desde la “Mesa Activa por la Reurbanización”, les ofrecieron 1400 departamentos y diez canchas de fútbol. La pelearon y obtuvieron la promesa de 370 viviendas más –a cambio de renunciar a las canchas- y créditos blandos para comprar inmuebles fuera de la villa.
Lo único cierto hasta ahora es que las viviendas nuevas aún no comenzaron a construirse y los famosos créditos blandos de Rodríguez Larreta, que no superan los 50, son prácticamente inalcanzables para las 9.000 familias del barrio.
“La falta de interés sobre los vecinos que habitamos la Villa 20 es clara”, advirtieron desde la Mesa Activa y consideraron que al PRO sólo le importa “el avance de las obras de la Villa Olímpica a tiempos increíblemente rápidos y la concreción de los negocios inmobiliarios”.
No son los únicos que señalan las irregularidades del jefe de Gobierno porteño. Días atrás, trascendió que Rodríguez Larreta había beneficiado con cuantiosos contratos directos a su media hermana Ximena Vallarino Alfaro Díaz Alberdi, titular de Puro y Verde SRL, una empresa dedicada al equipamiento de espacios verdes en zonas urbanas.
La Auditoría de la Ciudad también denunció sobreprecios por 700 millones de pesos en las obras de la línea H del Subte, a la que se sumaron acusaciones similares por el Metrobús y los juegos para las plazas públicas.
Despedido por preguntar
Hace poco más de un mes, cuando Rodríguez Larreta anunciaba la demolición del edificio de Villa Lugano conocido como “Elefante Blanco”, un periodista de Télam, Enzo Moreira, le preguntó sobre esas denuncias. “Nosotros jamás tuvimos una acusación de sobreprecio”, respondió el jefe de Gobierno, muy molesto, mintiendo descaradamente.
Al regresar a la agencia pública, Moreira recibió una reprimenda por su pregunta y, al día siguiente, la gerenta de contenido audiovisual, Magdalena Cash, le comunicó que no se le renovaría su contrato por “razones presupuestarias”. Este caso y el despido de otro periodista, Alejandro Ledesma, desencadenaron el martes pasado un paro de los trabajadores de Télam.
Desde la Comisión Gremial Interna no sólo calificaron las cesantías como “arbitrarias e injustificadas”, sino que además destacaron la gravedad del caso Moreira: “Constituye un acto de persecución política, sindical y de disciplinamiento: ¿Con qué libertad sale a preguntar un periodista de Télam a la calle después de semejante acto ejemplificador?”.