Por Observatorio de Jóvenes, Comunicación y Medios*
El inicio del ciclo lectivo 2016 –a nivel escolar y universitario– estuvo durante todo marzo en el centro de la escena mediática a partir de discursos que, en su gran mayoría, abordaron la relación entre los y las jóvenes y el sistema educativo desde perspectivas adultocéntricas yuxtapuestas con miradas tutelares sobre el modo “correcto” o “ejemplar” de transitar por las instituciones.
Cada comienzo de clases, año tras año, los medios de comunicación dedican numerosos artículos al seguimiento de las negociaciones entre los gremios docentes y los representantes de la nación y los Estados provinciales en el marco de las paritarias. A la vez, la fecha habilita el tratamiento de temáticas educativas suscitando debates y discusiones, muchas veces fructíferas tanto en el diagnóstico como en el abordaje de problemáticas de interés para la comunidad académica. Atendiendo a esta regularidad del quehacer periodístico, el Observatorio de Jóvenes, Comunicación y Medios elaboró un informe de análisis de las narrativas mediáticas cuyo recorte temático giró en torno a jóvenes y educación.
“Los jóvenes en el sistema educativo: de trayectorias ejemplares, condenas del desorden e instituciones irrelevantes” es el título del documento producido por becarios e investigadores del Observatorio, en base al monitoreo sistemático de medios gráficos que realiza dicha unidad de investigación de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP. El trabajo cuenta con un apartado de datos cuantitativos que presenta la descripción de las variables utilizadas en la clasificación de noticias (temas y motivos a los que se asocia la condición juvenil, secciones, fuentes, territorios, entre otros) y una sección de abordaje cualitativo donde se reconstruye el devenir mensual de la agenda mediática.
Para estar alerta
Lejos de reparar en las experiencias transformadoras protagonizadas por el estudiantado en los diversos espacios educativos, la enunciación mediática apuntó sus críticas a dos blancos bien definidos: la práctica colectiva de secundarios conocida como “Último Primer Día” y el sentido y relevancia de las trayectorias formativas en Universidades públicas. La contracara del embate comunicacional fue la construcción de historias de vida sobre estudiantes de sectores vulnerables que, gracias al esfuerzo individual, la dedicación y la superación personal se convirtieron –según algunas empresas periodísticas– en trayectorias biográficas ejemplares.
La operación discursiva silenció, principalmente, las voces de los jóvenes y condenó prácticas muy arraigadas –e incluso legitimadas por las autoridades– en las escuelas secundarias locales y de todo el país. En síntesis, se buscó borrar la densidad del proceso político y pedagógico de enseñanza y aprendizaje, dislocando las experiencias educativas juveniles en ámbitos públicos y analizándolas con el criterio de la meritocracia liberal y la lógica empresarial del costo/beneficio.
Resulta interesante el modo en que se definen y configuran estos temas dentro de la agenda mediática porque, según la capacidad que tengan de instalar debates, muchos de ellos determinan los enfoques de las políticas públicas. Si recordamos las palabras utilizadas por el presidente Macri al referirse a las “nuevas Universidades”, planteando que “muchas de ellas han sido espacios de militancia política más que de excelencia académica”, y a ello le sumamos el contexto mediático actual de ataque feroz a la educación universitaria pública –tal como se viene repudiando desde Contexto–, vale preguntarse cuánto tardará en instalarse nuevamente en la agenda parlamentaria y gubernamental los debates acerca de la gratuidad de la educación superior.
Bajo control
El “Último Primer Día”, práctica de estudiantes secundarios vinculada al fin de su trayectoria escolar –que consiste en una celebración realizada cada primer día de clases del último año del colegio secundario–, recibió un tratamiento muy particular por parte de El Día: el diario platense la abordó desde la peligrosidad, recurriendo a calificativos como “exceso” y “descontrol” a la hora de tejer sentidos en torno a esta experiencia juvenil. En ese sentido, publicó varias notas cuyas únicas voces consultadas fueron las de los funcionarios del municipio de La Plata que “alertaban sobre los peligros” de esta práctica festiva juvenil, y “especialistas” advirtiendo sobre los problemas que ocasiona el consumo de alcohol.
Otra idea que apareció vinculada al “Último Primer Día” es aquella que busca mantener bajo la subordinación del mundo adulto a los sectores juveniles. Desde esta óptica, terminar la escolaridad implica la finalización de un mundo que sería circunstancial e incompleto, la juventud, para efectivamente ingresar al mundo adulto: el de las “responsabilidades y ventajas”.
Serás así o no será nada
¿Por qué los medios hegemónicos recurrieron a la elaboración de “historias de vida” de jóvenes que son nombrados como modelo de comportamiento para tantos otros y otras? En tanto estrategia enunciativa, estos relatos desanclados de las estructuras sociales que los condicionan y habilitan son utilizados para demostrar que los obstáculos son meramente circunstanciales y que sortearlos depende fundamentalmente de la voluntad individual.
La historia de Lucas Cesio en Clarín (el joven de trece años que “vivió años en un auto y en una plaza, pero logró terminar la primaria”) y la de Fausto Celavo en El Día (joven al que “su autismo no le impidió completar el colegio primario, ni el secundario en el Industrial Albert Thomas ni su ingreso a la UNLP”) son narraciones que alumbran determinadas trayectorias biográficas para reafirmar sentidos hegemónicos. La individualidad, la autosuperación y el éxito son algunos ideales que pueden encontrarse leyendo entre líneas cada uno de estos modelos de jóvenes excepcionales.
* Facultad de Periodismo y Comunicación Social, UNLP.