El icónico poeta y performer conversó con Contexto sobre el papel de la cultura alternativa en la construcción del renacimiento democrático. Memorias y apuntes de una generación que reinventó su derecho a la diversión en los sótanos de Buenos Aires.
La euforia del retorno democrático floreció no solo en las grandes multitudes recuperando plazas y calles a plena luz del día, sino también en la algarabía nocturna de los pubs de Buenos Aires, donde artistas, bohemios, delirantes y soñadores reinventaron la cultura desde los escombros de la represión. Entre ellos, fue clave el poeta y performer Fernando Noy, hoy leyenda viva de aquel mítico underground, o «engrudo», como lo llama él con ironía. Noy conversó con Contexto y dejó algunos apuntes sobre cómo se nutrió la incipiente democracia de aquella generación hambrienta de libertad, palabra que hoy se niega a regalarle a la derecha y afirma: «Los que la pretendan profanar, de inmediato son y serán reconocidos».
¿Qué rol tuvo la cultura -y fundamentalmente ese florecimiento de lo alternativo, novedoso y subterráneo- en la construcción de una nueva sociedad democrática?
La cultura, aunque a muchos les cueste creerlo, siempre tuvo un rol esencial. A pesar de todo. En ese tiempo igual poco a poco al Fénix no le resultó tan fácil volver a volar. El nacimiento de Cemento en 1985 junto al Parakultural fue como un oasis. Un torrente de artistas poseídos por todas las musas surgieron en plena, candente libertad. Por eso mismo decidí regresar de Brasil después de doce dorados años de exilio. Nacía el «engrudo». ¡Al fin!
¿Cuál era la búsqueda que los convocaba entonces a tantos artistas en simultáneo, qué los aglutinó? Teniendo en cuenta que era un momento donde era difícil el encuentro en los lugares después de la represión.
Batato Barea, el primer clown literario travesti de Argentina y el mundo, tenía un lema medio obvio pero imprescindible: «Hagamos». Cada poseído, digamos, tenía su destino que ahora iba a llevar adelante contra viento y marea. Ya no resultaba tan difícil el encuentro porque la represión había sido generalizada y de pronto ya no. Igual al principio tuvimos que luchar contra la policía, que seguía siendo terrible pero ya no tanto. Igual nos costó hacerles entender esa nueva era. No solo artistas, sino también un público muy especial hermanado lograron superar esa faz tremenda.
Omar Chabán dijo alguna vez que en los años de represión «lo que estaba prohibido principalmente era divertirse». ¿Qué rol tuvo la idea de la fiesta, del disfrute, la algarabía, la celebración en la construcción de la democracia, en el sentido poético, ideológico, incluso combativo?
Chabán fue un Pope y gran Chamán. Ese comentario suyo ya era pasado porque justamente si alguien propició la celebración fueron sin duda él con algunos hoy legendarios como [Sergio] De Loof [gestor de espacios como los bares El Dorado o Morocco], [Omar] Viola [responsable del centro Parakultural] y todos los artistas posdictadura, imposibles de enumerar pero realmente dando vida a una democracia incipiente, agregando la libertad absoluta de la libre creatividad. Una especie de Renacimiento y sin internet, sino el tan poderoso boca a boca que combatía pero para dar su mensaje concretamente.
Muchas de esas figuras hoy ya no están. Este año incluso falleció Enrique Symns. ¿Hay una página ahí que necesita ser revisada, revisitada, reivindicada en su rol histórico? ¿Sacarlos del lugar de «marginales» en el cual quedaron muchas veces?
Marginal, con semejantes figuras que has mencionado, de algún modo pierde su connotación despectiva, digamos. Yo prefiero el margen al mainstream generalmente decepcionante. Lo que aportó Symns y todos sus acólitos, no digo colaboradores, fijate, tuvo y sigue manteniendo tanta osadía capaz de revelar tantos temas y misterios ocultados por el sistema. Esa página siempre está a pesar de los rótulos. Poemas, canciones, artículos, que son un velo descubriendo tanta hipocresía, ya por siempre serán insoslayables. Dejémoslos en el lugar de los inmortales, que rima tan bien con marginales como con geniales, por ejemplo.
Mencionaste varias veces la libertad como algo central. ¿Qué lectura hacés hoy cuando la idea de «libertad» es utilizada por sectores reaccionarios, violentos de la sociedad, incluso donde la democracia se está viendo en crisis por esas ideas? ¿Cuál es la repuesta del arte y lo poético frente a eso?
Insistir sin contaminarse. Hacer que la libertad no sea solo una palabra. Los que la pretendan profanar, de inmediato son y serán reconocidos. Volvemos a lo periférico como refugio y por supuesto luchamos con todo contra cualquier devenir fuera de nuestras puras y poderosas premisas. No lograrán vencer ni volver a domar a aquellos soñadores de un mundo mejor pero real porque, además de mártires por la sagrada libertad, ya tenemos callos en el alma. Tatuajes de luz propia, con total autonomía y no me refiero al típico rancho aparte o guarida de refugio. Lo poético siempre ha sido nuestra perpetua salvación. Así fue, será, así sea.