Tras dar difusión a la mayor filtración de cables diplomáticos enviados entre Washington y sus Embajadas en todo el mundo, se lanzó una descomunal persecución judicial contra el fundador de WikiLeaks, Julian Assange.
El hostigamiento llevó a Assange a pedir refugio en la Embajada de Ecuador en Londres. En aquel momento, el gobierno del presidente Rafael Correa (2007-2017) brindó asilo al creador de WikiLeaks por considerar que era perseguido por razones políticas.
El cambio de gobierno en Ecuador cambió el vínculo de ese país con Washington. El nuevo mandatario, Lenín Moreno (2017), permitió que en 2019, en un acto inusitado, la policía británica entrara en la Embajada de Ecuador en Londres y se llevara por la fuerza a Assange.
En la actualidad, el fundador de WikiLeaks se encuentra detenido en una cárcel británica y podría ser extraditado a Estados Unidos, donde podría quedar encarcelado por el resto de su vida.
Contexto dialogó con el ex cónsul de Ecuador en Londres, Fidel Narváez, quien compartió varios años con Assange durante su asilo en la Embajada ecuatoriana.
¿Cuánto tiempo compartió con Julian Assange en la Embajada de Ecuador en Londres?
De los siete años que Julian Assange vivió como refugiado en la Embajada, yo estuve seis. No estuve en el último año, bajo el gobierno de Lenín Moreno, cuando el Ecuador ya no lo protegía y por presiones de los Estados Unidos convirtió esa Embajada prácticamente en una prisión.
En marzo de 2018, el gobierno de Moreno firmó un Acuerdo de Cooperación Judicial con los Estados Unidos sobre Julian Assange, algo improcedente, puesto que el protector de un asilado político no puede aceptar cooperar con su perseguidor. A partir de esa fecha, Ecuador incomunicó totalmente a Assange: le cortó el internet, el teléfono y le prohibió las visitas, con excepción de sus abogados, con la intención de quebrarlo; algo que fracasó.
La humillación de fiscales norteamericanos interrogando a diplomáticos ecuatorianos, el espionaje burdo y, finalmente, la entrega del propio Julian Assange y sus pertenencias se debió a ese acuerdo, que refleja el vergonzoso servilismo de Lenín Moreno frente a los Estados Unidos.
¿Cómo evalúa el trabajo que desde sus inicios hizo WikiLeaks?
WikiLeaks y Julian Assange han marcado un antes y un después para el periodismo que interpela a los poderosos, publicando información que estos quisieran mantener oculta.
WikiLeaks es pionera en el modelo de publicar filtraciones, a través de un canal que puede asegurar el anonimato de la fuente inclusive frente a los receptores de la información, es decir, la misma WikiLeaks. Esto gracias a sofisticados niveles de encriptación de información.
Contrario a la fama de «hacker» que se le quiere dar a Julian Assange, él es más bien un criptógrafo, que no sustrae información, sino que la protege.
WikiLeaks ha publicado más de diez millones de documentos y mantiene un récord de veracidad del 100%, es decir, nunca nadie ha demostrado que alguna información de WikiLeaks sea falsa. Un récord que no puede exhibir ningún medio.
Se trata de información sensible, sobre violaciones a los derechos humanos, crímenes de guerra, corrupción, vigilancia masiva, etcétera. Ha sido información de diversos Estados, gobiernos, agencias de inteligencia, corporaciones, bancos.
Hoy en día, varios grandes medios de información, como el New York Times o The Guardian, por ejemplo, tienen también un «buzón seguro» para recibir información, basados en el modelo original de WikiLeaks.
¿Cree que las denuncias contra Assange son parte de una persecución política en respuesta a la información difundida por WikiLeaks?
La única razón por la cual Assange es perseguido es por haber publicado los crímenes de guerra, el espionaje y la invasión de privacidad que hizo Estados Unidos.
Los cargos que se le quieren imputar se refieren a las publicaciones de 2010, es decir, los documentos de las guerras de Irak y Afganistán, que revelaron crímenes de lesa humanidad, asesinatos a población civil; los documentos sobre la prisión de Guantánamo, que revelaron tortura y violaciones severas de derechos humanos; lo que se conoce como el Cablegate, es decir, los cables diplomáticos que revelaron no solo la arrogancia y doble moral de la diplomacia norteamericana, sino prácticas de espionaje e injerencia política en todo el mundo; el video Collateral Murder, que muestra a soldados estadounidenses mofarse de acribillar a civiles inocentes desde un helicóptero. Información verdadera y que debía ser conocida por el público y que fue, además, replicada por innumerables medios alrededor del mundo, incluyendo los más prestigiosos.
La persecución, sin embargo, es solo contra Julian Assange, porque nadie ha humillado tanto al imperio norteamericano como él. No olvidemos que WikiLeaks luego publicó la más grande filtración de la CIA de la historia, develando todo el arsenal cibernético de esta agencia, conocido como VAULT 7, esto es, los programas de espionaje desarrollados para espiar a cualquier persona, en cualquier parte del mundo, a través de su celular, computadora o televisión inteligente. Ahí están las razones para perseguir a Assange.
¿Cómo han actuado la Justicia británica y la sueca?
Ni la Justicia británica ni la Justicia sueca son infalibles. Ambas pueden ser susceptibles a la presión política, y el caso Assange es un triste ejemplo de esto.
El Relator de la Organización de las Naciones Unidas Contra la Tortura, Nils Melzer, quien además de ser jurista habla muy bien el sueco, califica categóricamente de persecución judicial el tratamiento a Julian Assange por parte de los suecos y los británicos. Muchos otros juristas independientes están de acuerdo. El Grupo de Trabajo sobre Detenciones Arbitrarias de la ONU también. Los suecos nunca tuvieron intención genuina de avanzar la investigación por supuesta mala conducta sexual. Por más de cinco años se negaron a interrogar a Julian en Londres, cuando en ese tiempo accedieron a hacerlo más de cuarenta veces en otros casos. Abrieron y cerraron el caso tres veces en nueve años y nunca pusieron cargos.
Hoy en día se conoce de correspondencia entre las fiscalías británica y sueca, en la que los primeros presionan a los segundos para no interrogar a Julian y no cerrar la investigación. Los jueces británicos han mostrado claro prejuicio en contra de Julian. Lo mantienen en una cárcel de máxima seguridad, a pesar de que ya no está cumpliendo ninguna sentencia. La intención siempre fue apresarlo y poner su cabeza en bandeja para los Estados Unidos, algo que finalmente está siendo posible gracias a la traición del Ecuador de Lenín Moreno.
¿Cuál era el rol que debía cumplir la empresa UC Global y cómo actuó en realidad?
La empresa española debía únicamente brindar seguridad a la Embajada y a quienes nos encontrábamos ahí, en especial, al asilado político. No olvidemos que la Embajada del Ecuador se convirtió en el lugar más supervigilado del planeta, rodeada de agentes encubiertos, cámaras robot y micrófonos de largo alcance. UC Global, sin embargo, estuvo espiando a Julian Assange en primera instancia, y al final a todos nosotros. Espió y grabó a las visitas de Julian, incluyendo reuniones con sus abogados y médicos, sujetas a secreto profesional, y les robó información de sus aparatos electrónicos.
Con el fin de mantener su contrato, UC Global emitió informes para los servicios de inteligencia del Ecuador, totalmente distorsionados y deliberadamente negativos sobre Julian Assange. De ahí es donde sale tanto mito y desinformación sobre un supuesto mal comportamiento de Assange, algo que es falso y que luego Lenín Moreno usaría como una de las ridículas excusas para terminar el asilo.
Ahora se sabe que UC Global en el camino se vendió a los estadounidenses y empezó a trabajar para ellos. Espiaron inclusive al propio presidente Correa y a su familia, porque además tenían el contrato para su protección en Europa.
En el último año, Lenín Moreno reemplazó a UC Global por otra empresa, PromSecurity, y el espionaje llegó a ser peor, porque ahora era el propio gobierno el que decidió espiar. Si antes los norteamericanos compraron a una empresa corrupta (UC Global) para que espíe a espaldas del Ecuador, luego ya no lo necesitaron, puesto que el gobierno de Moreno se tendió frente a ellos, gratis.
¿Qué lectura hace del arresto de Assange dentro de la propia Embajada que, como es sabido, es considerado territorio ecuatoriano?
La entrega de Julian Assange constituye la mayor vergüenza diplomática en la historia de mi país. Es un hecho canallesco que quebranta toda norma internacional y la propia constitución ecuatoriana. Empezando por el principio de no devolución, que es sagrado para el derecho de asilo y de refugio. Un asilado no puede ser entregado si hay riesgo sobre su vida y su libertad persiste, y en el caso de Julian Assange esto era más evidente que nunca.
En Estados Unidos ya se había develado que había cargos «secretos» esperando por Julian, lo cual era la razón misma del asilo. Más que un arresto, aquello fue un secuestro. La policía británica ingresó y tuvo que arrastrar a Julian por la fuerza para poder sacarlo. Él, correctamente, se rehusó a salir. No olvidemos que Julian Assange es también ecuatoriano. La constitución ecuatoriana prohíbe la extradición de los ecuatorianos. Prohíbe, además, el ingreso de fuerzas extranjeras a nuestro territorio y la Embajada es jurisdicción ecuatoriana.
La entrega de Julian no fue una acción del Ecuador para resolver un problema. Fue un acto criminal, coordinado con mucha antelación con los norteamericanos y con los británicos. Un día antes de la expulsión, los Estados Unidos solicitaron oficialmente al Ecuador las pertenencias de Julian Assange, como parte del mismo convenio de cooperación judicial firmado desde hace un año atrás.
¿Cree que Assange puede ser extraditado a Estados Unidos? ¿Eso pondría en riesgo su vida?
Espero equivocarme, pero la extradición de Julian Assange es inminente en una primera instancia, que puede luego ser apelada. En una instancia superior habría más posibilidades de que se detenga. La sumisión de los británicos ante los norteamericanos es tal que difícilmente podrán resistir la presión.
Parte de la persecución durante diez años ha sido la difamación sostenida y la destrucción de la reputación de Assange para indisponer a la opinión publica. Se lo tildó de abusador sexual, sin ninguna evidencia. Se lo describe como hacker, pero nunca nadie ha demostrado que ha hackeado nada, que no sea cuando era un adolescente. Se lo acusa de responder al Kremlin, lo cual es falso; WikiLeaks ha publicado información muy reveladora sobre invasión de privacidad por parte del Estado ruso. Todo esto con la complicidad de los grandes medios de comunicación. A esto es lo que se refiere el Relator de la ONU como tortura psicológica, lo cual, sumado al encierro prolongado, ha afectado gravemente la salud de Julian, al punto de poner en riesgo su vida.
Si es extraditado, no tiene esperanza de un juicio justo en Estados Unidos, donde le quieren sentenciar a 175 años de cárcel y en condiciones inhumanas. Si es extraditado, lo más probable es que no verá otra vez la luz del día en libertad.
Desde su opinión personal, ¿cómo afecta el caso Assange al derecho internacional y, en especial, a la libertad de prensa?
La posible extradición de Julian Assange es la mayor amenaza a la libertad de expresión de nuestra generación. Desde Daniel Ellsberg y los Papeles del Pentágono no ha habido otra amenaza mayor.
Con Julian Assange, los Estados Unidos ya no solo quieren ser la policía del mundo, sino la corte del mundo. Quieren sentar un precedente que será nefasto para la libertad de prensa, pues sería la aplicación extraterritorial de leyes norteamericanas para alguien que no es estadounidense y que no ha publicado en los Estados Unidos. Es decir, mañana podrán reclamar a cualquier periodista, argentino, ecuatoriano o lo que fuere, si no les gusta lo que se publica sobre ellos. Con ese precedente, también Arabia Saudita, la China o cualquier país podría extraditar a cualquier periodista aplicando sus leyes.
Además, esta sería la primera vez en la historia en que los Estados Unidos aplicarán a un periodista la feroz y obsoleta Ley de Espionaje, que data de 1917. Literalmente, cualquier periodista que publique algo que los Estados Unidos consideren atentatorio contra su seguridad nacional, o que ayuden a sus fuentes a protegerse cuando consiguen información sensible, como el caso de Glenn Greenwald en el Brasil de Bolsonaro, por ejemplo, estará en peligro. Por eso, todos debemos luchar por la libertad de Assange, como si fuera la nuestra.