Por Roberto Álvarez Mur
Según un informe elaborado por la Fundación Soberanía Sanitaria, las recomendaciones del Ministerio de Salud de la Nación de no vacunarse ante el brote de fiebre amarilla que puso en estado de alerta a los principales puntos turísticos de Brasil incumple con las pautas establecidas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y genera un fuerte riesgo de foco infeccioso en la población.
Luego de un seguimiento extenso de la situación desarrollada en Brasil, la Organización Panamericana de la Salud y la Organización Mundial de la Salud (OMS) plantearon «a todos los Estados Miembros que recomienden a los viajeros, que tengan previsto visitar áreas de riesgo en Brasil, la vacunación contra la fiebre amarilla al menos 10 días antes del viaje».
Cabe destacar que, ante los brotes detectados en diferentes puntos de la costa brasilera a fines del año pasado, la cartera a cargo de Jorge Lemus lanzó un comunicado a mediados del mes pasado donde consideraba que los turistas argentinos que viajaran a Brasil no debían vacunarse contra la enfermedad ya que los centros turísticos no «representan zonas de riesgo».
El comunicado hace referencia a las zonas de Ceará, Sergipe, Rio Grande do Norte, Paraíba, Pernambuco, Alagoas, Bahía, Espíritu Santo, Rio de Janeiro, São Paulo, Paraná, Santa Catarina y Rio Grande do Sul.
En cambio, sólo toma en cuenta como riesgosas zonas del interior brasilero como São Paulo o Minas Gerais y, en esos casos, tampoco exhorta a los turistas a vacunarse sino que recomienda un chequeo médico previo para evaluar el riesgo de infección.
En ese sentido, el informe de Soberanía Sanitaria denuncia: «Lo que resulta más sorprendente en el comunicado es que el Ministerio delega a una consulta médica la necesidad de vacunarse o no a quienes concurrirán a otras regiones de Brasil, cuando se sabe que la información epidemiológica cambia en cuestión de horas y los médicos clínicos, en general, no hacen seguimiento epidemiológico en otros países».
Asimismo, el documento señala que en el alerta epidemiológico difundido por Salud el 18 de enero de 2017 figura un mapa de las áreas con recomendación de vacunación contra fiebre amarilla en Brasil con información correspondiente al año 2015. «O sea, la difusión de la información está ocurriendo de forma desactualizada, por lo tanto, de manera incorrecta», expresa el texto.
Por su parte, el referente de Soberanía Sanitaria, Enio García, dijo a Contexto: «De manera muy genérica uno puede imaginar que esta medida no está muy lejos de las tomadas en otras áreas por el Gobierno, que es delegar la responsabilidad del Estado en los individuos».
«Acá pasa lo mismo, con el agravante de que si ingresan viajeros argentinos de sus vacaciones que llegaron por casualidad a entrar en contacto con el virus, ponen a toda la población del país en riesgo», completó.
En esta línea, García agregó: «Acá en Argentina está el mosquito responsable con el ciclo urbano de la enfermedad, el Aedes Aegypti –el mismo que transmite el dengue–. Hay países de Europa, como Portugal, que ni siquiera tienen la presencia del Aedes en su territorio y están recomendando la vacunación a los turistas que quieren ir a Brasil».
Por lo pronto, la fundación denuncia que la medida adoptada por el macrismo frente al brote de fiebre amarilla es una «decisión negligente» que pone en riesgo la posibilidad del ingreso de la enfermedad al país.
La fiebre amarilla es una enfermedad causada por un virus (Flavivirus amaril) que produce hemorragia. Su nombre está asociado al síntoma más común producido por esta enfermedad, el aumento de la temperatura corporal, y a la ictericia, una coloración amarilla en la piel y mucosas debido al acumulo de bilirrubina en los tejidos, que aparece en los casos más graves.
Otros síntomas característicos de la fiebre amarilla son dolores musculares, cefalea, pérdida de apetito, náuseas y vómitos. La mayor parte de las personas infectadas cursan una enfermedad aguda con los síntomas indicados durante aproximadamente cuatro días.
Sin embargo, muchos casos de fiebre amarilla son asintomáticos. Una pequeña parte de las personas infectadas entra en una segunda fase de la enfermedad (conocida como fase tóxica) que compromete a varios órganos, principalmente el hígado y los riñones. Cerca de la mitad de las personas que ingresan en esta fase fallece en un plazo de siete a diez días.