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Ganancias: la letra chica del anuncio de Macri

Por José Manuel Welschinger Lascano

El director de AFIP Roberto Abad anunció el jueves la modificación del impuesto a las ganancias, eximiendo a quienes reciban salarios por debajo de los 30 mil pesos mensuales. Se trata de una de las principales promesas de campaña de Mauricio Macri, quien perdió imagen positiva en los primeros meses de su gobierno a causa de sus medidas económicas de ajuste. Sin embargo, la naturaleza de este anuncio fue puesta en duda por varios especialistas. En diálogo con Contexto, el profesor de Teoría Económica por la Universidad Nacional de Rosario, Sergio Arelovich, fundamentó los motivos de esa incertidumbre: “Hay varias cosas que no están claras con estos anuncios, se está presentando de forma prematura una información que todavía es parcial, ya que hay aspectos dentro de lo que se está diciendo que no caen dentro de la jurisdicción de AFIP, como la modificación del impuesto a las ganancias, que debe hacerla el Congreso”.

El economista resaltó una primera cuestión a la que debe prestarse atención: que el Gobierno está presentando como definitivas medidas que aún deben ser convalidadas desde el parlamento. Para Arelovich, se trata de un área compleja que debe ser estudiada con seriedad. “La prensa no está manejando el anuncio con la discreción necesaria –consideró–, porque está claro que, como la sociedad venía pidiendo respuestas en este ámbito, la medida responde a cierto interés por la demanda en modificaciones dentro del tema; pero todavía no queda claro si la medida realmente ofrece respuestas para el común de la gente”.

“La prensa no está manejando el anuncio con la discreción necesaria y todavía no queda claro si la medida realmente ofrece respuestas para el común de la gente.”

Entrando en detalle, Arelovich explicó que en la Argentina este impuesto grava por un lado las ganancias obtenidas por sociedades, y por el otro las obtenidas por personas físicas. “Dentro de las personas –explicó–, tenemos cinco categorías, y en la cuarta categoría se incluyen también los honorarios para directores y CEO. Por lo tanto, el efecto fiscal de la presunta reducción en la obligación a pagar impuestos por parte de quienes perciben salarios propiamente dichos hay que analizarlo en función de una modificación concreta que aún no se conoce: es muy temprano para decir, conociendo sólo estos anuncios, cómo va a impactar socialmente esta baja, o en qué medida va a implicar realmente sobre los trabajadores”.

Arelovich comentó que, por otro lado, esta cuestión no puede reducirse sólo a la cifra del mínimo no imponible, ya que hay que manejar otro concepto que es la deducción especial. “Esta variable discrimina entre los trabajadores en relación de dependencia y los independientes”, explicó el economista: “En general, todas las modificaciones hasta ahora han sido manejadas a la par, pero como todavía no se habló de qué va a cambiar en materia de deducción especial, no se puede anticipar con certeza cómo irá a impactar al bolsillo. No se anunció nada sobre el resto de las deducciones: por hijo, por familiares a cargo, por gastos de sepelio o por intereses de préstamos para pagar créditos hipotecarios”.

Como sostuvo el profesor por la Universidad de Rosario, algunas de estas cuestiones pueden resolverse por resoluciones generales de la AFIP, pero otras deben ser trabajadas desde el Congreso de la Nación. “Aunque –consideró–, por lo que estamos viendo en materia de gestión desde que asumió este Gobierno, nada indica que si lo hacen por decreto lo lleven luego al Congreso para ser ratificado”. Sin embargo, lo establecido por la Ley es que cualquier DNU que sustituya las atribuciones de la Cámara Baja deberá luego ser respaldado por el Congreso.

En su conferencia, Roberto Abad también anticipó una modificación por decreto presidencial de las escalas del impuesto a las ganancias. Estas escalas son los tramos de ingreso sobre los que pesan alícuotas diferenciales de mayor o menor gravamen. Hasta el momento, esas alícuotas iban del 9% al 35%; pero, gracias a estas medidas anunciadas, los sectores de grandes ingresos que antes pagaban un 35% ahora podrían pasar a pagar cerca del 28%, es decir que la diferencia continúa siendo a favor de los que más ganan.

«no se puede anticipar con certeza cómo irá a impactar al bolsillo. No se anunció nada sobre las deducciones por hijo, por familiares a cargo, por gastos de sepelio o por intereses de préstamos para pagar créditos hipotecarios.”

“Lo más sensato sería ampliar el número de escalas, con rangos más acotados”, consideró Sergio Arelovich, “Para separar mejor entre los sectores y presionar impositivamente sobre los que registran mayores ingresos, no con el 35% sino hasta con el 45%, como se observa en otros países”. Para el profesor rosarino, este es un problema que ya se le había señalado en su momento al kirchnerismo: que pasar del 9% al 14% es un salto muy grande para sectores que no tienen ingresos tan diferentes. “Pero con los cambios actuales en la economía nacional –sostuvo el economista– se agudiza mucho la importancia de una modificación en este aspecto”.

Arelovich consideró como “un disparate” creer que lo que está ocurriendo efectivamente sea una reducción en el impuesto a las ganancias, ya que en realidad son los grandes salarios que están por encima de los 100.000 pesos quienes estarían sacando mejor ventaja. “Hay que discutirlo –afirmó–, porque la cuestión de fondo está en qué se considera como sueldo; el criterio, en todo caso, es que el impuesto a las ganancias no debería gravar sobre los ingresos fijados en convenciones colectivas de trabajo, las que han sido fruto de una negociación colectiva. Eso debería ser eximido, y en todo caso luego podríamos hablar de cómo recaudar sobre los ingresos: porque una cosa es el aumento decidido por una negociación, y otra el aumento de los elevados sectores privados que sólo representan una coparticipación en las ganancias de la empresa”.

“Lo más sensato sería ampliar el número de escalas, con rangos más acotados para separar mejor entre los sectores y presionar impositivamente a los que registran mayores ingresos, no con el 35% sino hasta con el 45%, como en otros países.”

Para el economista, “no se puede meter todo en la misma bolsa”, porque las negociaciones salariales son entre las partes, generalmente conflictivas; mientras que los aumentos de los privados son unipersonales, se arreglan dentro del directorio, y muchas veces pertenecen a los propios dueños de los grupos. “Es evidente que la medida debería impactar sobre aquellos que están siendo alcanzados por el impuesto a las ganancias”, consideró Arelovich. “Y tiene mucho que ver con el Decreto 1.242 del año 2013, cuando se eximió a todos los que percibían remuneraciones por debajo de los 15 mil pesos brutos; pero es llamativo que estos anuncios vuelvan a referirse a los ingresos brutos, cuando en realidad el impuesto a las ganancias jamás se calculó (desde su surgimiento en 1932) sobre los importes brutos sino los netos, porque en definitiva el cálculo sobre los impuestos siempre se hizo sobre los ingresos netos de los trabajadores. Entonces, esto de fijar impuestos sobre los ingresos brutos resulta confuso, ya que no están considerando todo lo descontado por los otros impuestos, y por la cuota sindical”.

Para el catedrático, si la intención realmente fuera beneficiar a los trabajadores sin perder la recaudación, lo que debería hacerse sería aumentar las alícuotas del impuesto a las ganancias a las sociedades comerciales cuando estas obtengan ganancias extraordinarias, “como efectivamente lo van a hacer, gracias a la transferencia gigantesca de ingresos que generó la devaluación y la eliminación de las retenciones”, resaltó.

Sin conocer cómo van a quedar los nuevos acuerdos salariales, el economista consideró que lo mínimo que se puede afirmar es que cualquier acuerdo que esté por debajo del 30% significará una pérdida en el poder adquisitivo y el nivel de vida. “Quienes sí se verán beneficiados –agregó– son aquellos que reciban ingresos nominales como consecuencia de la eliminación de las retenciones”. Para Arelovich, no se puede hablar de una compensación sin tener los datos sobre la mesa, porque cualquier aumento debe realizarse sobre el comportamiento previsible de la economía en función de las medidas tomadas por este Gobierno respecto de la cuestión inflacionaria. “Hay que analizar estas normas en profundidad y no quedarse con las tapas de los diarios”.

La recaudación

En su conferencia, Roberto Abad sostuvo que el impacto fiscal de esta medida será de 49 mil millones para el Estado, a la vez que subrayó que la elevación del mínimo no imponible representa un 160% del anterior. “Dudo de ambos datos –sostuvo Sergio Arelovich–, porque la pregunta es cómo se compone la recaudación del impuesto a las ganancias, y la única información disponible en materia de inflación data de mediados de 2015”.

El profesor explicó a Contexto que, en promedio, durante los últimos cinco años el 75% de lo recaudado por el Estado en impuesto a las ganancias provenía de las sociedades comerciales, mientras que el 25% era lo aportado por las personas físicas. Sin embargo, dentro de ese 25% estaban tanto los trabajadores como los “asalariados mentirosos”, los gerentes y CEO que perciben elevados ingresos; y básicamente los trabajadores estaban aportando un poco más de la mitad de ese 25% total de las personas físicas.

“En 2014 mi estimación fue que, eximiendo al 75% de los trabajadores que aportaban como personas físicas, el perjuicio fiscal a la recaudación del Estado era menor al 3%”, sostuvo Arelovich. “Por lo tanto, estamos hablando de una diferencia que impacta muy poco sobre el bolsillo del Gobierno. Mientras no se haga una discriminación dentro de esa categoría en la que se clasifica a las personas físicas, entre los realmente asalariados y los ejecutivos con grandes ingresos, los perjudicados van a ser obviamente las mayorías trabajadoras”.

Para concluir, el economista consideró que para poder sostener la recaudación debe observarse lo que está sucediendo en sectores como el financiero: ya que los bancos, gracias a la devaluación, ganaron 5 mil millones de pesos, “sólo por ese motivo y en un mes”, subrayó Arelovich. “Por eso es más necesaria que nunca la existencia de una tasa diferencial en el impuesto a las ganancias, para recaudar sobre los grandes sectores que van a tener ganancias extraordinarias”.