Por Ramiro García Morete
“Buscate una buena compañera que crea en tu historia/ lejos de toda esa estupidez que no alcanza”. Al principio creyó que no había resultado. Durante el 2019 habían tocado mucho. “Tenía ganas de hacer música con gente”, dirá el tipo que le huye a los grupos de WhatsApp y esas cosas. “Cuando surgía algo, los llamaba en el momento y arreglábamos”. Ellos son Juani Genovese y Lucio Macchioli. Desde el 2018 compartían y daban vida a sus canciones. Pero sin un plan concreto o algún tipo de ambición. Solo por la música, ni más ni (mucho) menos. Canciones que no habían sido ni llevadas a la sala de The Falcons -banda de la que además de bajista era su principal compositor- y algunas más contemporáneas. Todas orientadas a la búsqueda de blues y folk que profundizó con los años.
Y que tan bien sienta no solo con su Epiphone Dr100, sino también con la armónica, instrumento del que empezó a tomar clases con ese entrañable maestro y ser humano llamado Luis Álvarez. Desde Little Walter, Muddy Walters o John Lee Hooker, a cosas distintas como Billy Childish, el sonido que lo imanta no es perfecto ni pulido. Hay otra cosa ahí, que va más allá de la perfección y tiene que ver con la profundidad: aire. Ese que es necesario para que la música respire y envuelva naturalmente un instante.
Por eso al repasar las carpetas de audios nominadas por fecha y escuchar esos casi ensayos muy similares a las actuaciones en vivo, lo entendió: allí había un disco. Aunque no sonara como indican ciertas reglas, pero ¿desde cuando esto se trató de reglas? Con pulso blusero y sensibilidad cancionera para vestir con lo justo y necesario versos simples pero reales. “Nubes rojas” es el disco y también un manifiesto inconsciente de un artista que entiende que lo nuevo o perfecto perece en un abrir y cerrar de ojos y que no hay nada más joven que lo que se mantiene vivo en el tiempo. Y en ese camino, a veces a contramano del mundo, no hay mejor compañera que la música para Gastón Disanti.
“Siempre intenté grabarlo de una u otra manera -cuenta Disanti-. Pero no resultó. Los tiempos no daban… luego Juani se fue a Irlanda. Pero en todos esos encuentros Lucio fue grabando material en vivo, tocando versiones de los temas”. Al llegar la ingrata pandemia, Disanti aprovechó para hacer una selección y “depurar todo el material que había quedado”. Resultó que “esa atmósfera y ese sonido” coincidían con la estética buscada. “Lo tomo como un registro de ese momento. Quedó retratado de alguna manera. Me gusta por la frescura. Es como sonábamos nosotros”.
Y extiende el concepto: “Me di cuenta de que la música que me gusta no está grabada siempre bien. Hay discos que me gustan porque suenan en una habitación. Este disco tiene eso que es re blusero… esa cosa de comunión que sucede ahí. No hay high tech… Es una foto bien retratada que no está editada. No tiene photoshop”.
Y en concordancia reflexiona: “Trato de pensar la música como algo más espiritual. No de qué hay que hacer o de la manera profesional. Creo que eso me hinchó un poco las pelotas. Sí sabemos que lo que más nos gustó está hecho por personas que la llevaron más por ese lado. No tanto por el audio pro, sino por algo que te comunica o te hace sentir una conexión”. Y asiente: “La música como compañera… sí. Debe ser en lo que más pienso y lo que más disfruto hacer, conocer o sorprenderme. Eso es fundamental. El hecho de seguir tiene que valer la pena”.
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