Alberto Jech es Doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional de Luján y se retiró de la Institución como profesor titular y Profesor Emérito. El 29 de julio de 1966 ocupaba el cargo de profesor adjunto de la cátedra de Física Nuclear de la carrera de Física, en la sede de Perú 222 de la Universidad de Buenos Aires.
Después de aquella trágica noche renunció a su trabajo en la UBA y se fue a vivir a Venezuela, donde se desempeñó como profesor asociado de Física en la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad Central de Venezuela (UCV).
-¿Qué recuerdos tiene de ese día tan oscuro para la educación pública de nuestro país?
-Durante la tarde del 29 de julio de 1966, tuvimos noticias de que el Consejo Directivo de nuestra Facultad se reuniría para fijar la posición ante el golpe militar. Sabíamos, además, que el rector Hilario Fernández Long no permitió pasar al interior del rectorado a las fuerzas ilegales, pero fue avasallado y entraron usando la fuerza bruta, las armas y los palos. Los alumnos auxiliares y profesores que estábamos en Núñez decidimos ir a la reunión que el Consejo Directivo de la Facultad iba a realizar y allá fuimos.
La Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales estaba dividida en su estructura edilicia, ya que estábamos en esos años en plena mudanza: el departamento de Física y algunos departamentos más que constituían la Facultad estaban en Núñez (donde se estaba construyendo la Ciudad Universitaria), el decanato y Consejo Directivo de la Facultad estaban todavía en Perú 222, al lado de la Facultad de Arquitectura (actualmente Manzana de las Luces). El decano y vicedecano de la Facultad en ese entonces eran Rolando García y Manuel Sadoski.
Alrededor de las 18hs empezó la reunión del Consejo Directivo con gran cantidad de alumnos auxiliares y docentes. La reunión fue interrumpida por las Fuerzas Armadas con palos y machetes impidiendo que se realizara la misma. Lo que pasó es de público conocimiento.
–¿Cómo era la Universidad antes de que se produjera el golpe del 66?
-Desde 1957 hasta 1966 creo que fue la época de oro de la Universidad de Buenos Aires. Tal vez, si quiero señalar un defecto, sería el “cientificismo”. Los concursos a auxiliares y profesores eran extremadamente severos; en ellos se consideraban demasiado valiosos los puntos obtenidos por los trabajos inéditos publicados con referato universal. Pero tal vez se dedicaba más tiempo a esto que a la docencia.
Después del golpe, los profesores nos reunimos y alrededor del 90% renunciamos a la Universidad en forma indeclinable: considerábamos que no se podía estar en un lugar donde se habían pisoteado los valores fundamentales del país y en particular de la Universidad o autonomía universitaria.
Lamentablemente, tanto fue el dolor que me causó, que hasta el día de hoy no pisé nunca más mi querida Facultad de Ciencias exactas.
-¿Cómo continuó su trabajo después?
-A los quince días de mi renuncia, la embajada de Venezuela me ofreció trasladarme a la UCV con el grupo de trabajo en Física del estado sólido que teníamos en Ciencias Exactas. Acepté y nos trasladamos alrededor de cinco personas del grupo.
Con la Universidad de Buenos Aires no tuve más relaciones, lamentablemente. A mi regreso de Venezuela, en 1970, gracias a la recuperación de científicos y técnicos, a través de la Fundación Gillette, integré una comisión que fundó lo que hoy es la Universidad Nacional de Luján. En esta traté de establecer en su Estatuto algunas ideas de la vieja Universidad que habíamos dejado.
* La entrevista fue realizada en el programa “Argentina Investiga” que se emite todos los lunes a las 20hs por Radio Universidad Nacional de La Plata.