Güacho es la prueba fehaciente de que si se quiere se puede. En tan solo cinco años de vida el trío local editó dos álbumes en formatos de CD y vinilo, giró dos veces por Europa (recorriendo Francia, España, Bélgica, el País Vasco, Alemania y Austria) y teloneó a bandas internacionales como Jeremy Irons & the Ratgang Malibus, The Flying Eyes y Radio Moscow, además de concebir y llevar a cabo una serie de recitales multitudinarios en El Galpón de las Artes. Tras la edición de su segundo disco Volumen 2 (Historia de viajeros), fueron perfeccionando una metodología de trabajo colectivo que les permitió consolidarse como uno de los grupos musicales más convocantes del circuito regional y elevar el estándar artístico muy por sobre la media habitual.
«Mucha gente no tiene ningún disco nuestro ni se sabe las canciones, pero va a vernos porque está bueno lo que pasa»
La banda sintetiza un sonido fuertemente influenciado por el blues y el rock anglosajón de la década del 70, con notorias pinceladas psicodélicas e incluso heavy metal -rasgo que los emparenta directamente con el stoner rock-. El desempeño vocal de Lisandro Castillo no es para nada ambicioso, centrando el foco en las variaciones de su guitarra, que van desde un pulso mántrico y reverberante hasta el frenetismo riffero bien definido y contundente. La base rítmica a cargo de Joaquín Castillo y Hernán Torres termina de generar una suerte de alquimia sonora que define la esencia del grupo.
Desde el lanzamiento de Volumen II hasta acá la banda tuvo un crecimiento exponencial.
Lisandro: Sí, siempre fuimos apostando cada vez un poquito más, desde el principio. En lo que va de este año se puso todo un poco más perfeccionista. Nos pusimos a trabajar un poco más para que todo suene bien en vivo. Una vez pasada la etapa de componer, que es en la que uno menos fe se tiene (porque lo que haces te gusta o no, pero ahí no hay mucha discusión), después queda ponerse a ensayar y ver cómo mejorar el sonido en vivo, cómo producir las fechas. Es cierto que en el último año, o por ahí un poquito antes, desde aquel primer Galpón de las Artes, todo fue mejorando de a poco, hasta el último que por ahí no fue tan multitudinario como los anteriores pero que, en el balance, mejoró sustancialmente todo: desde cómo armar la fecha hasta cómo cuidar a la gente, cómo mostrar lo que queremos mostrar en vivo.
En algún punto esa filosofía de concebir todo de manera más global los emparenta con bandas como La Renga, que siguen por el camino de la autogestión, pero trabajan con un montón de personas que definen la estética del grupo.
Hernán: Nosotros también tenemos la suerte de tener un grupo grande de amigos que se copan con las cuestiones organizativas y estéticas de la banda.
J: Claro, no por nada uno se ha criado musical e intelectualmente con ese tipo de proyectos. Cuando éramos pequeños no escuchábamos a Virus (aunque está todo bien con ese estilo), escuchábamos a La Renga o Los Redondos, bandas que por ahí desarrollaron un poco más ese tipo de cuestiones colectivas. Don Lunfardo, como un caso de acá, si bien por ahí no nos gustaba tanto a nivel personal, siempre fue un ejemplo para nosotros. También cuanta más gente te va a ver más crecen las responsabilidades del grupo, incluso a nivel de seguridad en los shows, por eso hay que conformar un conjunto de trabajo con gente de confianza y que haga las cosas bien. Y las fechas generalmente las organizamos y hacemos al 100 % nosotros. Después del tercer Galpón, la cosa esta mucho más aceitada, y eso es lo que te da la experiencia.
L: Hay una corriente musical histórica que solo se preocupa por la música, como fue por ejemplo Pappo’s Blues, que es un referente fuerte, pero su banda eran él y dos tipos más, y listo. Pero también hemos escuchado un montón de otras bandas (que van desde Tool hasta Pink Floyd), que siempre ponen el foco en otras facetas artísticas que no tienen que ver únicamente con lo estrictamente musical. Es un “paso a paso”, porque nunca se nos ocurrió gastarnos 70 mil pesos en una fecha para 15 personas, no es el sentido de la producción. La meta fue ir creciendo de a poco y no irse de mambo. Es un proceso lento pero a la vez intenso, porque uno quiere y busca hacer siempre un poquito más, y hasta ahora siempre salió bien y esta buenísimo.
A pesar del estilo musical que hacen, alejado de los cánones del mainstream contemporáneo, a nivel local se han convertido en una de las bandas más convocantes.
H: Yo creo que particularmente en la ciudad de La Plata se da un fenómeno muy interesante que no se ve casi en ningún lado. Porque Güacho puede compartir público con El Mató, ponele, que musicalmente no tiene tanto que ver. Y lo que tocamos tampoco es tan fácilmente clasificable. Y otra cuestión que me parece importante es el tema de las letras que escribe Lisandro: hay algo en esas letras que a la gente la cautiva. Se ve mucho que las cantan en vivo y creo que tiene que ver con un deseo de pertenencia.
L: Lo que pasa arriba del escenario entre nosotros tres es clave, porque muchas veces estoy tocando y en ese momento me siento incómodo o estoy queriendo que todo termine, bajarme y tomarme una birra, pero con ellos igual va a salir todo perfecto. La comodidad no tiene que ver solamente con el que está arriba del escenario, sino que también haya un confort que percibe el que te está escuchando y viendo tocar. Si lo que estás tocando es sincero, es lo que te sale decir en serio, se genera algo especial que se aprecia desde el público. Es difícil que pase, porque no lo buscás, sino que se da como sin querer. Mucha gente no tiene ningún disco nuestro ni se sabe las canciones, pero va a vernos porque está bueno lo que pasa.
Este año también hicieron el segundo viaje a Europa con la banda.
J: Sí. El primero lo hicimos porque teníamos ganas de conocer, y fueron como unas vacaciones. En aquel momento vimos la oportunidad -ya que viajábamos- de ir con la banda, arreglar fechas y tocar allá. Esa primera experiencia fue increíble y nos dio mucho rodaje, además de la posibilidad de mandar a hacer los vinilos del primer disco, todo de manera independiente. Esta segunda vez lo pudimos hacer un poco más organizado e incluso con algo de plata que juntamos después de las fechas en el Galpón de las Artes. No era mucho pero nos ayudó a amortizar alguno de los gastos.
Güacho es una banda que se emparenta fuertemente con el stoner, un género con atmósferas densas, graves y oscuras. Pero a pesar de ello las bases rítmicas de Hernán le dan por momentos sonoridades muy cercanas a la música electrónica y -sobre todo en el vivo- a la fiesta rave.
H: En una época de mi vida curtí el palo de la electrónica, pero no creo que tenga tanto que ver con eso. También siempre me gustó mucho el heavy metal. Esas variaciones de ritmo se dieron ensayando, improvisando, jugando. Uno toca y surgen ideas, y después toma decisiones sobre cómo tocar determinadas cosas.
L: Lo que vos decís se nota en temas más puntuales como «Amanecer en la frontera», canción con la que estamos cerramos los shows. Tocamos mucho lo que nos sale, y eso en algunas canciones nos saca de un sonido determinado. Cuando no buscás componer dentro de un estilo particular el resultado tiene más que ver con lo que tenés adentro, es más corporal, más de piel. Ahí se mezclan todas las influencias, aunque no sean del estilo que más nos representa. Por eso le escapamos al rótulo «stoner», más allá de que no nos molesta, sino que a mi modo de ver, en la música hay que abrir, hay que hacerla de la manera más sensata posible. Por lo menos así funciona para nosotros como banda.
En estos últimos años tejieron un fuerte lazo con Edu y Shaman de Sr. Tomate.
J: Es parte de ese espíritu que se respira en la ciudad. La relación con Shaman surgió por esa influencia que él ha generado con su música y su personalidad en nosotros. Siempre hubo una cuestión de admiración para con él. Y lo mismo pasó con Edu. Por eso en algún momento pensamos que sus aportes podían comulgar con lo que nosotros hacemos. Hoy hablábamos del rasgo electrónico y con esto pasa lo mismo.
H: Y por esa misma razón en el disco canta Juanchy Manchy de Los Reyes del Falsete y eso funcionó muy bien. Las ganas de que sean parte de toda esta historia tiene que ver con el cariño y el respeto que uno les tiene más allá de los estilos musicales.
L: A mí me gusta que la gente que está y participa sean personas amigas. El otro día un periodista nos preguntaba si sentíamos puntos en común con algunas bandas amigas locales como Mostruo! o La Patrulla Espacial. Y la verdad es que no, nosotros no tenemos una línea estilística ni parecida, pero el acercamiento tiene que ver con eso extra musical. Con Lucas [Finocchi, de Mostruo!] o los pibes de La Patrulla tocamos y pueden salir cosas buenísimas, y -si eso se da y funciona- está bien aunque no responda al estilo que tenemos. Es algo enriquecedor y que disfrutamos muchísimo.
* Güacho toca junto a Dead Meadow (USA) el 11 de enero en Uniclub (Guardia Vieja 3360, CABA)