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Guzmán: «Nos quieren explotadas en sus tierras y de sirvientas en sus casas, por eso este golpe necesita ser racista»

Frente a la terrible situación que existe en Bolivia desde el golpe de Estado contra el presidente Evo Morales, Contexto dialogó con Adriana Guzmán, integrante del movimiento Feminista Antipatriarcal de Bolivia.

Guzmán analizó las características del golpe, explicó qué sectores están realmente detrás de la autoproclamada «presidenta», Jeanine Áñez, y aseguró que la resistencia de los pueblos originarios «no se acaba con el Evo, esta lucha es por la defensa de nuestra dignidad frente a un golpe de Estado racista y fascista».

Desde el movimiento Feminista Antipatriarcal de Bolivia, ¿cómo están afrontando la resistencia al golpe de Estado?
Nosotras, como agrupación feminista, nos plegamos y somos orgánicas a las confederaciones matrices como la Confederación de Campesinos y la Federación de Juntas Vecinales. Desde ahí encaramos nuestras luchas y por eso estamos en las calles, porque no entendemos un feminismo que esté en el aire y lejos de las organizaciones.

¿La represión se ha endurecido?
Tras la asunción de Jeanine Áñez se generó muchísima represión. Hemos aprendido que los tiempos del fascismo son muy rápidos, no alcanza ahí la estrategia política. El cálculo, esa política tan masculina de tratar de quedar bien con unos y con los otros, no alcanza frente al fascismo. El fascismo viene a matar y viene mucho más rápido de lo que podemos calcular.

Después de que asume, el 12 de noviembre, Jeanine Áñez manda a las Fuerzas Armadas a reprimir con mayor violencia y al día siguiente posesiona a un comandante de las Fuerzas Armadas (formado en la dictadura militar) y a un nuevo comandante de la Policía. Eso hace que se reestructuren estas dos Fuerzas que, si bien estaban acompañando el golpe, tenían sectores dispersos porque no había una sola posición dentro de las Fuerzas Armadas.

Hoy tenemos militares y policías reprimiendo brutalmente. Hasta ahora ya son más de veinte los muertos por la represión.

El gobierno de facto y muchos de sus aliados nacionales e internacionales tratan de decir que en Bolivia no hubo un golpe de Estado.
No se puede negar que en Bolivia hay un golpe de Estado fascista. Un golpe de Estado que, además del sector militar, está encabezado por los cívicos, los empresarios, la oligarquía y terratenientes. Un golpe de Estado que, además, es racista.

¿Cuál ha sido la estrategia de lucha del pueblo para resistir a este golpe?
Una de las estrategias fundamentales para hacer presión siempre ha sido el cerco a las ciudades y el bloqueo a las carreteras. En este caso, se lleva adelante un cerco a la ciudad de La Paz, donde está la sede de Gobierno. Este cerco ya se ha hecho sentir: en el mercado no hay alimentos, no hay carne, pollo, huevos, la papa, etc. Por ejemplo, hoy el costo de un pollo es el triple de lo que salía hace quince días. Esa estrategia de presión está funcionando.

Frente a eso, el ministro de Gobierno, conjuntamente con el ministro de Economía, han decidido traer aviones Hércules con carne, pollo y huevos de la zona del oriente, de donde ellos son, porque además todo el Gabinete es del oriente y responde a ese grupo cívico. Eso lo han hecho para tratar de romper esta estrategia de lucha, pero la carne que traen en aviones desde el oriente es tan costosa que es solo accesible para la gente con mucho dinero.

¿Cómo han respondido a ello las organizaciones sociales?
Las organizaciones seguimos convocadas. Nosotras somos orgánicas a la estrategia de lucha que ha decidido la Confederación de Juntas Vecinales el sábado, que es: bloqueo, corte de rutas, la exigencia de la renuncia de Jeanine Áñez (que es la senadora que encabeza el golpe de Estado en este momento), la renuncia del alto mando militar, la renuncia del alto mando policial y el repliegue de los jóvenes a sus casas, porque es a los jóvenes que están haciendo el servicio militar a los que obligan a salir a disparar, y no queremos que nos disparen nuestros hijos.

¿Cuál es la situación actual?
El domingo se han visto dos mundos: por un lado, el movilizado en el centro de La Paz, que está militarizado, con más de cincuenta compañeros arbitrariamente detenidos, sin derecho, sin que los puedan asistir abogados, vulnerando todos sus derechos, sin siquiera poder ir al baño. Por otro lado, el gobierno tratando de hacer creer que aquí nada pasa, tratando de hacer que la gente vaya al mercado, diciendo que «las familias vayan al parque».

El sábado se conoció que la autonombrada presidenta firmó un decreto que permite a las Fuerzas Armadas reprimir sin tener que responder por sus hechos ante la Justicia.
Sí, el sábado se firmó ese decreto que plantea que no serán juzgados los policías y los militares que disparen contra el pueblo que protesta. El ministro del gobierno de facto, Arturo Murillo, trató de justificar esta decisión y minimizarla, pero la realidad es que se trata de una carta en blanco para que puedan matar con total impunidad.

Jeanine Áñez es la cara visible del golpe de Estado, pero ¿quién está detrás de ella?
Quien encabeza este golpe es Fernando Camacho, el presidente del Comité Cívico de Santa Cruz y quien representa al grupo que tiene el poder político en este país: empresarios, terratenientes, sojeros y los sectores que tienen acciones en trasnacionales. Ellos han sabido utilizar el poder fundamentalista de la Iglesia, de los evangélicos, etc.

Como en ningún otro golpe de los que han sucedido en las últimas décadas en la región, en este se ve un componente racista muy grande. ¿Por qué es así?
Por cómo es Bolivia. Porque el 63% de la población es indígena y porque en estos trece años hemos tenido transformaciones muy importantes, no solo por las políticas de Estado, sino porque nosotras hemos decidido dejar de agachar la cabeza, dejar de mirarnos con vergüenza, dejar de nombrarnos «señoritas» y volver a nombrarnos aymaras. Sobre eso es lo que quieren ir. Esa es la parte racista, porque ellos nos quieren explotadas en sus tierras y de sirvientas en sus casas, por eso este golpe necesita ser racista. Ellos han hecho este golpe de Estado para recuperar el poder colonial sobre nuestros cuerpos. Quieren que volvamos a agachar la cabeza, que vayamos a criarles a sus hijos y a ser sus sirvientas.

Mientras más se profundiza la violencia, más se profundiza la indignación y la resistencia. A diferencia de lo que han pensado (que nos iban a cansar), muchas más organizaciones están llegando a La Paz. Esto no se acaba con el Evo, esta lucha es por la defensa de nuestra dignidad frente a un golpe racista y fascista.

Ahora necesitamos que se siga rompiendo el cerco mediático. La ministra de Comunicación del gobierno de facto, Roxana Lizárraga, ha sacado una resolución para que los periodistas que denuncian el golpe de Estado sean procesados por sedición. Los golpistas tienen intervenidos los medios, han destruido las radios comunitarias, en la televisión nacional en lugar de trasmitir la represión han puesto un especial de Camilo Sesto. Necesitamos que ese cerco mediático se rompa para que todo el mundo vea la brutal represión del golpe de Estado racista y fascista que hoy está en Bolivia.


 

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