Los ataques del gobierno de Estados Unidos y sus agencias de inteligencia contra Venezuela se han vuelto una constante. Desde Washington han buscado todas las alternativas posibles para desestabilizar al gobierno bolivariano. En su momento Hugo Chávez, y ahora Nicolás Maduro, debieron comandar un país que sufrió la agresión constante del imperio más poderoso de la historia.
Bombardeo mediático, desabastecimiento, injerencismo, todas estrategias de agresión que se sumaron a una oposición que rechazaba el diálogo, realizaba “guarimbas”, destruía edificios públicos y llegaba al límite de rociar con combustible y prender fuego a más de veinte venezolanos, a los que acusaban de “chavistas”.
El breve golpe de Estado de 2002, los intentos de atentar contra la vida del comandante Chávez, la amenaza constante de intervención militar y el decreto que declara a Venezuela una “amenaza inusual y extraordinaria” para la seguridad nacional de Estados Unidos se combinaron con la utilización de las ONG financiadas desde la NED y la USAID (brazos económicos de la CIA) para canalizar dinero a la oposición.
El intento de impedir que el pueblo venezolano eligiera a sus representantes para la Asamblea Nacional Constituyente, las sanciones impulsadas en el Mercosur por el presidente argentino Mauricio Macri y el golpista brasilero Michel Temer y la constante agresión de Luis Almagro, secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), también se suman a las variantes que el poder ha elegido para atacar al pueblo y al gobierno venezolanos.
A todo ello, ahora se suma un nuevo elemento, aunque no muy original: la infiltración mediante la cooptación de miembros de la diplomacia venezolana en el exterior.
Según denunció el periodista e investigador guatemalteco Percy Alvarado, dos funcionarios venezolanos fueron reclutados por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) norteamericana: Gabriel Hernán Pérez, segundo secretario de la embajada venezolana en Panamá, y el exministro consejero venezolano ante la ONU, Isaías Medina.
En su denuncia, Alvarado aseguró que “tres oficiales norteamericanos de la CIA en Panamá –empleando cobertura diplomática en la embajada de ese país en la nación istmeña– se encargaron de reclutar a Gabriel Hernán Pérez, segundo secretario de la embajada venezolana en ese mismo país y dirigir las posteriores actividades antivenezolanas del mismo”.
“El oficial de la CIA Brandon Nolen –segundo secretario de la Oficina de Asuntos Políticos de la embajada USA en ese entonces– llevó cabo el reclutamiento de Pérez desde mediados del 2015 sobre la base del ofrecimiento de altas sumas de dinero. Desde entonces también Pérez recibió instrucciones directas de otro oficial de la CIA, Nicolas Wisecarver, a cargo de los asuntos económicos en dicha sede diplomática. Otra oficial de la CIA, implicada en la labor de espionaje y subversión por parte del agente Pérez, lo fue la funcionaria de la Oficina Política nombrada Cedar Cheyene Balaz, quien se trasladó a fines de 2016 a la embajada USA en Colombia con una agenda casi similar a la desempeñada en Panamá contra Venezuela”, señaló el investigador.
Alvarado afirmó que “siguiendo instrucciones directas de la CIA Gabriel H. Pérez anunció su pública renuncia como diplomático en Panamá el 25 de julio pasado, al estar supuestamente en desacuerdo con la convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) en su país programadas a realizarse cinco días después. El 28 de julio se presentó en una conferencia de prensa en el Colegio Nacional de Abogados de Panamá, argumentando falsamente que fue decisión personal haber renunciado, a la par que agradeció el apoyo recibido por la comunidad de residentes venezolanos en ese país y por parte de las autoridades locales. Muchos tuvieron la suspicacia de que las palabras de Pérez respondían a un guión pre elaborado dirigido a atacar a la ANC, al gobierno de Maduro y a incitar a la renuncia de otros diplomáticos venezolanos en otras naciones, tal como el caso del otro traidorzuelo Isais Medina en Nueva York. En este evento descollaron figuras como las de Andreína Chacint y Theoscar Lisboa, ambos líderes de los grupos antichavistas en Panamá e implicados en conspiraciones anti venezolanas”.
“No existe la menor de las dudas de que las ‘oportunas’ renuncias de Pérez y Medina –ambos captados por la CIA– son parte de la guerra sucia contra Venezuela implementada por EEUU, la OEA y varias de las naciones latinoamericanas, particularmente Panamá quien fue encargado de presentar la propuesta de los 20 ante la OEA y realizar activismo contra Venezuela en ese foro del 26 de julio y otros realizados en estos últimos tiempos, disputando con los gobiernos de México, Colombia, Brasil y Argentina, las posturas más lacayunas posibles. El presidente panameño Juan Carlos Varela se rindió ante las presiones de Trump en el encuentro realizado entre ambos y juró obediencia a EEUU para ejercer el papel de peón incondicional dentro de la OEA y el SICA”, concluyó el investigador.
Todas las herramientas de Washington, sus agencias de inteligencia, el Pentágono, la USAID y la NED, están desplegadas contra un pueblo que cada día se muestra más unido. La agresión constante de Estados Unidos a Venezuela, hasta ahora, solo ha representado el fracaso constante de los planes de la Casa Blanca, y eso no parece que vaya a cambiar.