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Intervenir frente a la violencia

Por Flavia Delmas*

En la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata, se han detectado en los últimos meses al menos veinte casos de violencia de género, entre los que se encuentran también casos de acoso y abuso sexual en la infancia que se expresan en las aulas.

A partir de este análisis, se implementó el protocolo de actuación ante situaciones de discriminación y/o violencia de género, cuando días atrás se presentó un caso entre los estudiantes (se mantiene en reserva para no perjudicar el accionar del protocolo). El hecho fue detectado por una docente que de manera inmediata puso en aviso al espacio de intervención en violencia de género (EIVG) de la Facultad, lo que permitió una rápida actuación.

Como primer paso, tal como establece el protocolo, se realizó una escucha atenta de las estudiantes damnificadas, de manera interdisciplinaria (psicóloga, trabajadora social, comunicadora y abogada), y posteriormente se convocó a quien fue denunciado brindándole la oportunidad de la escucha y la descarga.

Frente a la evaluación realizada por el equipo, se elaboró un informe con recomendaciones a la Secretaría Académica y el Decanato, quienes de manera urgente le dieron curso.

Allí constaba una sanción al estudiante por un plazo estipulado por la normativa de la UNLP, lo cual permitió realizar una estrategia donde por un lado se diera tranquilidad a las víctimas del cese del acoso y por otro se abordara la situación particular del denunciado.

Otra recomendación consistió en la articulación con el equipo profesional de la Prosecretaría de Derechos Humanos, quienes, tras la lectura del informe presentado, convocaron a una reunión en la que también participó el equipo de salud mental de la UNLP.

Este circuito procedimental requiere de agilidad, es decir, de una celeridad contemplativa que cuente también con el compromiso profesional de quienes intervienen para poder cumplir con los objetivos propuestos, que a veces se encuentran en tensión, entre los que se encuentran el bienestar de las personas afectadas y la garantía del derecho a la educación.

Si bien el dispositivo de escucha y acompañamiento no es novedoso en la Facultad de Periodismo, que cuenta hace ya un año y medio con el EIVG, sí lo es el procedimiento del protocolo, lo cual confiere un plus de valor, ya que, al institucionalizar las intervenciones y demarcar los trayectos, permite actuar de manera más asertiva.

Comprende un recorrido en el que es imprescindible complementar perspectivas disciplinares desde una mirada de género y otorgar prioridad a un abordaje integral.

Otra herramienta es la evaluación de los contextos de las personas, si están solas o si tienen redes familiares o de amistad, lo que implica realizar contactos que hagan de esa red un espacio efectivo de contención. También esto da acceso, en algunas oportunidades, a reconstruir parte de las historias que a veces aparecen incompletas en los relatos.

Otro punto fundamental es evaluar los riesgos que se presentan, es decir, tener en cuenta si en el acoso o la violencia hay amenazas, se utilizan armas, hay consumo de drogas o alcohol, o bien alguna patología psiquiátrica. Esto permite no sólo determinar el alcance posible de la agresión, sino también el curso de las articulaciones a realizar para complementar la atención ya sea con servicios de salud, con el Poder Judicial o con otros espacios institucionales.

Para ello se requiere conocer los límites de los acompañamientos, hasta dónde llega la intervención y dónde es necesario articular, reconocer qué efectivamente se puede brindar en el ámbito de la Universidad o si es preciso recurrir a efectores externos.

Por último, debemos incluir el seguimiento del caso. En violencia, un caso no empieza ni termina en un primer acercamiento. La complejidad que presentan da cuenta de una historia previa y de un futuro a trabajar de acuerdo con las particularidades de cada caso.

Sin lugar a dudas, la Facultad y la Universidad han dado pasos significativos no sólo en beneficio de la población universitaria, sino de la pulseada cultural por una Universidad que no es ni más ni menos que una parte de una sociedad, donde conviven los problemas sociales y donde es hora de abandonar la ceguera de género.


* Secretaria de Género de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social, UNLP.

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