Pop, pulso latino y alegoría política para “Vampiros”, single presentación del joven y promisorio músico
“Caminando observo/Lágrimas disimuladas con maquillaje/Finjo que no entiendo nada/Siempre con auriculares/Perdóname hoy ,vampiro/No te puedo alimentar/Aunque sientas miedo y frío/Siempre estoy llegando tarde a algún lugar”. No recuerda qué día exacto de 2018 fue, pero sí su intensidad. Subido al Este 14, regresaba de la zona de Plaza Rocha. Quizá fueran los últimos episodios violentos que había atravesado en la calle o sencillamente lo que sus ojos corroboraban cada día. Los efectos de las políticas neoliberales no precisaban los libros de Sociología -que hasta el año pasado había estudiado- para ser comprobados. Desde sus años de militancia en el Normal II se había mostrado sensible al entorno social. Pero ahí estaba, movilizado, resolviendo una letra en su celular durante los veinte minutos de bondi. Y al llegar a su hogar, musicalizando raudamente con su guitarra Gracia. La misma que junto a la prematura canción viajaría por el sur del país. La misma que le habían obsequiado para un Día del Niño a los diez y que jamás soltaría.
De por sí, en la casa de Gonnet siempre había habido música. No solo los vinilos de los Beatles y la herencia de rock anglófilo de su padrastro, quien tocaba maravillosamente la guitarra. También estaba el piano vertical de su madre y consecuente con el “latinoamericanismo” reinante, numerosos instrumentos percusivos. De igual manera, sus amigos solían ser músicos y aún en la secundaria se convertiría en habitué de Pura Vida, tanto como ferviente escucha de los Arctic Monkeys.
“Ay, otra vez /me encontré/entre la espada y la pared/Ay, lo que ves/no siempre será/ lo mismo para los demás”. Pero por entonces no se concebiría más que como un pibe que tocaba ocasionalmente en alguna reunión. Sin embargo el aliento y algunos elogios irían haciendo crecer la decisión que finalmente explotaría antes de rendir Sociología General. Frente a un texto de Max Weber, la Gracia volvería a imponerse y haría de la procrastinación una revelación: “Quiero dedicarme a la música”. Su amigo Elías le propondría Música y Tecnología en la UNQUI y paulatinamente iría perfilándose no solo en lo académico.
Algunos de sus compañeros de escuela formarían Aboyd y él se sumaría en los teclados, a la par de ir adoptando nuevos gustos y sonidos. Los mismos que emergerían condensados espontáneamente en el sonido final de aquella canción. Tras algún intento de aproximarse a Parcels, se filtrarían aires de reggaetón a través de Telescopios. Pero finalmente sería “El mal querer” de Rosalía el martillo para derribar cualquier prejuicio. En definitiva de eso se trataba el tema, en cierto modo. De construir con empatía. Y a falta de tiempo (y espacio) de militancia, canalizar a través de la música. El resultado sería una alegoría sobre lo normal y lo monstruoso. Con delicadeza pop, pulso latino de dem bow y falsetes acentuando su voz clara, Juan Larrouyet editaría su primer single: “Vampiros”.
“Es uno de mis primeros temas-introduce Larrouyet-. Fue cambiando y mutando un montón. La razón por la cual la elegí como primer single para publicar es que fue acompañándome en estos últimos dos años de formación musical desde que arranque la carrera. Y también en mi crecimiento personal. Mi idea no era hacer una canción de amor ni nada por el estilo. Quería transmitir un mensaje, que dijera algo y que tuviera una especie de posicionamiento”.
“Vampiros” nació como parte de la “la crisis interna que me generaba sentir que no disponía de tiempo para generar acciones que fueran más allá de mi intereses personas. Al dedicarme a la música dejé de tener tiempo para llevar a cabo acciones que beneficiaran a otras personas”. Con un relato donde el narrador hace progresivamente un viraje sobre sus propios prejuicios respecto a los “vampiros”, está claro que el discurso político se expresa “de una manera poética, para no hacer rap conciencia. Quería también hacer algo que se rebuscara un poco. No ser tan directo, porque no era la estética que buscaba”. Y explica: “El protagonista repite el discurso típico: que hay personas que son parásitos, que viven de planes. Esa cosa meritocrática, por así decirlo”. Pero luego la canción modifica el punto de vista: “Para mucha gente el primer reflejo es que te están mangueando. Pero uno no se pone a pensar que esa persona tiene toda una historia personal y un recorrido distinto”. Y añade: “El primer reflejo es repudiar al distinto y al que pide una ayuda. Creo que el camino más concreto es de la empatía. Pero es difícil en una sociedad capitalista que te lleva a estar trabajando todo el día con la mentalidad individualista de sobrevivir”.
A nivel musical, “lo que buscaba era lograr algo que musicalmente fuera ampliamente digerible. Que pueda sonar de fondo y no requiera una atención reverencial. Que se pueda disfrutar buscando un mensaje político o no, pero por otro lado que se pueda escuchar bailando sin tener que pensar tanto. A veces se necesita la rosa y a veces relajar”.
“Este tema va a quedar como single aparte-anticipa-. Pero no creo que forme parte de un EP que pueda salir en un futuro 2021. Tengo varios temas compuestos. La meta era terminar algo y publicarlo. Ahora que está cumplido es sacar algo más extenso. La estética va a ser similar. M e descubrí a mí mismo. Me interesa hacer ritmos latinos. Estoy escuchando un poco de salsa y mucha bossa. Supongo que por ahí va a ir la búsqueda”.
Continuando con planes futuros, «producir gente es algo que quiero hacer. Laburar de productor. Sacar con Aboyd más música y desde mi parte un EP”.