Por Ramiro García Morete
“Buena para todos mis compas”. En el barrio 9 de Julio de Mar del Plata –bastante similar al platense Villa Elvira, donde hoy vive– no se decía “pica” ni “piedra libre”. La escondida era un juego tan natural como la música, para el hijo de alguien que llegó a editar dieciséis discos, girar por pueblos, cárceles y tocar en Europa. Entre canciones de Serrat, Rada y los ritmos que Luis Caro había asimilado en el exilio, el pequeño creció llevando por primer nombre el del poeta Gelman y un contexto significativo. Será por eso que no solo estudiaría batería desde los 10 y que inclusive estudiando con Pipi Piazolla ya de mayor e instalado en Capital Federal, tomaría el 100 hasta Lanús. Y es que allí, Mercado Libre mediante y en una zona aparentemente picante, vendían una guitarra española Yamaha. Como la de de su padre. Porque además del importante legado musical que también recibió Ricki, el hermano que lo llevó a Go! a ver Divididos o le pasó cassettes, tenía que ver con algo que no era un juego: pensar en los compas. O en les otres, para ser más certeros. Ya sea desde una ética del trabajo (que lo hace dar clases en la actualidad en diversos lugares y para diversas edades así como cubrir a su hermana en la vinoteca familiar) como cuestionar un mundo que no está bien. Dado vuelta, podría juzgarse por la tapa de su último disco.
En la escondida uno puede salvar a los otros y en la vida es más difícil. Pero la música, si no salva, ayuda. En un momento político que define sin eufemismos (“choto y oscuro”) decidió redoblar la apuesta y, si bien hace canciones desde adolescente y ya editó discos, grabar un trabajo de sólida producción y complejidad. Canciones nacidas de la guitarra oscilando entre lo rioplatense, la fusión, el rock y el jazz. Todo con una instrumentación variada y orgánica donde además de tocar batas, bajos y guitarras, también terminó de soltar una bella voz que expresa sin rodeos líricas existencialistas, personales y sociales. Pero tantos años y proyectos (estima que participó de treinta) no son en vano, el carácter solista del disco no le cierra la puerta a numerosos músicos y compañeros que aportaron lo suyo: Pepo San Martin, Noelia Recalde, Lucas Finocchi, Pilar Larrañaga y la lista tomaría varios renglones para Diverso Mundo, el flamante trabajo de Juan Miguel Carotenunto.
“Fue un laburo groso. Durante el año pasado lo estuve maqueteando en mi casa, con un condenser, bien casero. Las canciones salían desde la guitarra y luego le iba poniendo bajos, melodías… las fui pre-produciendo”. Y aclara: “Las baterías las maquetaba a lo beatle: un solo micrófono. Nada de programaciones. No tengo mucha data con la tecnología, soy de otra época”, dice. Y vuelve a la guitarra: “Tiene que ver con la diversidad del disco, pero hay algo que lo hace conceptual y le da ese tono orgánico: la guitarra española. Yo hago canciones permanentemente. Y hay algo con la española que estás ahí, adentro de la viola. Es otra cercanía, la madera, el cuerpo. Me gustan artistas brasileños como Caetano, Lenine, que hacen cosas muy copadas desde ahí”.
Dado que gran parte de su actividad en bandas es como baterista, podría pensarse que piensa detalladamente los tiempos y patrones percusivos. “Eso fue loco: nunca supe en qué estaban los temas hasta que los quise pasar a otros músicos. Nunca hago que las canciones sean de una manera u otra. Sino como va saliendo. Escuché mucha música y por distintos lugares. Así que a la hora de componer es una síntesis de todo eso”.
Con once canciones, Diverso Mundo cierra con “Donde habita lo esencial”. Carotenuto se anima a responder: “Es la búsqueda eterna. Estoy casi seguro que en mi caso va más en la naturaleza, no tanto en la ciudad urbe que nos va quemando y como estamos viviendo. Esta cuestión de encontrarnos, de vernos, de no tratar de usar tanto la tecnología. Si no todo una realidad virtual”. El individualismo alentado por la tecnología deviene en el individualismo como sistema político imperante: “Yo creo que para todos y todas es un momento muy choto y oscuro. Del país y del mundo. La oleada de derecha y neoliberalismo es en todos lados. Todo está para atrás y hay mucha depresión. Sí, dirán que tiene que ver un poco con el cosmos, que es un momento raro. ¡Tiene que ver con la política! ¡Con el poder!”.
Carotenuto cita su canción “Sigo el camino de los sueños” que reza: “Despertar del mandato eterno/ cruces de modernidad/ por andar desoyendo al viento/ hoy nos toca lamentar/ Ríos turbios se avecinan/ contamina la ciudad”. Al parecer, la terminó de escribir cuando ganaron “estos nefastos empresarios”. “Vinieron a robar para la corona y para los de afuera. No solo se empobrece el pueblo sino también la cultura. Mirá en La Plata: no hay lugares para tocar. La gente no puede venir a vernos porque tiene que pagar la luz. O una entrada está a cien pesos y la birra a doscientos. Ha habido un gran retroceso”.
Respecto a una posible presentación, estima sin fecha aún que habrá actuaciones en Mar del Plata, Capital Federal y La Plata. Mientras tanto, Diverso Mundo puede escucharse en las distintas plataformas virtuales.