Por Roberto Álvarez Mur
Políticas económicas inclusivas y derechos humanos tuvieron tanto que ver en la mentada «batalla cultural» de los años kirchneristas como también tuvo que ver la efervescencia militante que dominó la escena en las calles, en locales partidarios y en blogs virtuales (acaso la prehistoria de las redes sociales). Con la memoria de haber participado de experiencias como Vatayón Militante, el Colectivo Negros De Mierda (NDM), para luego militar y conducir organizaciones como La Pingüinos, Juan Soriano conversó con Contexto sobre el presente del peronismo, la falta de referencias en el campo nacional y popular, el descrédito en que cayó el «progresismo» y las complejidades de una derecha que encontró legitimidad social a fuerza de precarización y odio.
En los años más fuertes del kirchnerismo hubo una potencia militante que ahora parece dispersa o sin referencias fuertes. ¿Qué cambió de hace diez años a esta parte en ese sentido?
Yo no sé si me iría diez años atrás. La militancia cambió hace seis meses, cambió hace tres meses, cambió hace un año, cambió hace dos años, cambia con cada elección. No era lo mismo militar a Cristina, que te emocionaba, que a Alberto, que no te emocionaba. O que militar una eventual candidatura de Cristina que al final no fue, pero entonces dijimos una candidatura de Wado que quizás tenía cierta emotividad porque era un hijo de desaparecidos y militante de los 90, para después terminar militando a Massa, que no estaba tan bueno. Ahora llegamos a un escenario en el que para gran parte de la sociedad la militancia es una peste, e incluso para las personas en los barrios donde uno estaba, el hecho de que nos hayamos corrido de cierta militancia importó tres pelotas en líneas generales. Si mañana aparece Diana Mondino o Victoria Villarruel con bolsones de comida, van a ir de la misma manera. Y no tiene que ver con una cuestión de que si nosotros «lo contábamos bien o no lo contábamos bien»: si lo contás «bien» terminás siendo un clientelista y si no lo contás terminás siendo un hippie. Y si lo contás dándole las herramientas a los vecinos para decirles «miren lo que está pasando, el Estado y el país funcionan de esta manera y los beneficios funcionan de esta manera porque existe una situación política que hace que sea esto, y que yo te traiga el bolsón de comida es una cagada que no tiene que seguir pasando», esos vecinos te miran y te dice «bueno, chau» y se fueron.
¿Eso tiene que ver con el contexto también, que antes era más «fácil» militar y ahora más adverso?
Era más poder, con lo cual era cómodo y atractivo de alguna manera, porque eso también te acercaba de alguna manera a cierto estrato social en el que vos te considerabas poder. Entonces era cierta cuestión de venganza de los feos. A nosotros nos castigaron siempre con que éramos un desastre porque somos peronistas, estamos del lado de los humildes, y ahora estamos en el poder y «vamos a militar y me gusta ser el underdog» y toda esa historia. Esa misma cuestión es lo que creo que pasa ahora con Milei, que tiene mayormente una militancia muy particular y específica que tiene que ver con redes sociales, y molestar y bancar cualquier tipo de estupidez. Eso está muy alejado de lo que entendemos como militancia nacional y popular. Militar hoy es muy difícil por esto que te decía, en gran parte porque la sociedad está hinchada las pelotas y en gran parte también porque no tenemos muy en claro qué es lo que tendríamos que militar y de qué manera. Por ejemplo, si no tenés recursos del Estado para poder acercarle algo a un vecino es complicada tu militancia, si no tenés trabajo para tomarte el colectivo para acercarte al barrio es complicado, si llegás al barrio y al vecino le falta un remedio y no tenés un mango para comprárselo, y tampoco tenés un proyecto político para contar y lo inmediatamente cercano es un Gobierno como el de Alberto y Cristina en el que estuvimos todos, es muy difícil.
¿Esa «venganza de los feos» que mencionás ahora encontró su representación en Milei? ¿Por qué?
Es muy difícil encontrar una respuesta a eso y no creo que ninguna vaya a ser correcta. La verdad es que gobernamos muy mal en muchos casos, nos mandamos muchas cagadas, y también los medios construyeron una cosa muy monstruosa alrededor de lo que somos y dejamos de ser. La verdad es que los resultados en términos prácticos al final del último gobierno peronista-kirchnerista que tuvimos de Alberto y de Cristina, los números son una cagada, la situación social también, y es lógico que ahora se tiren encima de esta locura que nos gobierna. Que haya mucha gente que todavía lo defiende tiene que ver con un montón de cosas y con esas personas que no encontraban nada y se la pasaban en otra historia y de repente los representaba un loco que puteaba a la política. Yo suelo utilizar esta analogía desde algún tiempo: un tipo se levanta a las 4 de la mañana, tiene que ir a laburar, no tiene un mango, el agua del mate estaba hirviendo de más, se toma el colectivo, hay una discusión, llega al trabajo y el jefe es un forro, la compañera de trabajo no le da pelota, y después le dicen que tiene que ir más temprano, que va a cobrar menos, le llega un mensaje de que al hijo le pasó algo malo en la escuela, llega a su casa y la señora no le da ni bola, antes de dormir se quiere pegar una ducha y no le sale agua caliente, prende la televisión y ahí le dicen que todos los males del mundo son culpa de la política. Y entonces, bueno, yo me voy a tirar arriba del que me diga que todos los males del mundo son culpa de la política, porque la política es un problema, los medios me dicen eso, la tendencia mundial es eso, y de pronto aparece un señor 100 % político diciendo «yo quiero ser político para demostrar que la política es una mierda».
Pero ese es un relato que es simbólico, de identificarse con algo: la realidad en algún momento se lo llevaría puesto.
Yo creo que de acá a un cortísimo tiempo la gente se va a dar cuenta que nuestro mal gobierno es infinitamente mejor que el mejor gobierno de Macri, habida cuenta de que Macri al lado de Milei es Perón. Cuando se den cuenta no significa para nada que vayan a votar algo peronista. Creo que todo es cíclico. Y creo que la velocidad de este ciclo ahora se alteró, ahora es más rápido y más dinámico. No creo que pasen ocho años de libertarios para que aparezca de vuelta algo más o menos democrático. Es más fácil darse cuenta del efecto que esto puede tener en tu vida. El planteo que hacen de «aguanten ahora que después mejora», vos podés aguantar si tenés con qué, no podés aguantar si no tenés con qué. No hay manera de sobrevivir si tenés que pagar luz, agua, ni hablar si agregás cosas que ahora son lujos y no se puede creer que sean lujos, como un celular, nafta del auto o comer un asado. No es una cuestión de «no te la aguantaste».
Parte de ese «aguante» se sostiene en el odio a la política y al progresismo. ¿La antipolítica o antiprogresismo en el fondo es una excusa para el antiperonismo y, más en particular, de antikirchnerismo o anti Cristina?
Si metés el cuchillo un poco más adentro en ese análisis vas a encontrar antikirchnerismo dentro del mismo campo nacional y popular, anti Cristina en el peronismo, un enorme anti Máximo adentro del kirchnerismo, y así vas ajustando cada vez más chiquito. Creo que eso tiene que ver con una incomodidad general, una incomodidad social, vuelvo a repetir el ejemplo de «lo que maneja mi vida es la política y está fallando». La verdad es que nosotros somos los únicos de todas las fuerzas políticas más o menos de izquierda que siempre defendimos y quisimos construir desde la política al ciento por ciento, y para nosotros la política es una buena palabra que tiene que ver con libertad, redistribución, democracia y la posibilidad de que el pueblo se vea representado. Para esta gente la política es como esos programas de televisión donde te metían en una cabina telefónica y te tiraban billetes adentro, y los políticos pasan ahí y se roban todos los billetes. No nos olvidemos que este es un país donde hace ya ocho años le hicieron creer a la sociedad que era posible que un Gobierno «se robe un PBI». Si vos a la sociedad le hacés creer que es posible robar un PBI, es literalmente lo mismo que decirles que una persona se robó una montaña. ¿Cómo no se va a creer que la plata que le falta a alguien en el bolsillo para comprarse un fernet la tiene Florencia Kirchner en un sótano? No tenés la menor idea, no sabés absolutamente nada, y tampoco sé exactamente si lo tenés que entender. Que esa es otra cuestión, nosotros a veces nos pasamos de querer «educar a la gente», por ahí no es así.
¿Ocurre que siempre hubo un antikirchnerismo solapado y ahora las cosas están dadas para «pegarle» por todos lados, por izquierda y por derecha?
Algunos se animan a hablar y otros no. La gente que ahora es nazi o facha y ahora está del lado de Milei siempre fue nazi y facha, pasa que no econtraban el momento de decirlo. Ahora hay gente dispuesta a hablarte, por ejemplo, de Guillermo Moreno. Y uno que lo militó a Moreno, yo me reuní con Moreno, lo conozco… y hay gente que ahora viene y me explica a Moreno. Yo los miro tipo «qué se yo lo que me estás queriendo decir, negro». A Moreno nosotros lo vimos subir y bajar, hablar, hacer estupideces, decirle idiota a Martín Tetaz y convertirlo en diputado, lo vimos hacer «casco o guantes», lo vimos hacer cosas maravillosas. Y ahora la gente lo ve ahí, qué se yo, es la misma gente que cree que Ducatenzeiler es alguien. O la gente que cree que, con el cariño que le puedo tener, Rosemblat tiene alguna referencia o acervo dentro de un armado real de la política. La verdad que no. Es genial en lo mediático, pero el armado de la política es otra cosa. Es muy doloroso el maltrato que se le hace a la política en general y a los compañeros que están en funciones, como para que aparezcan chabones que lo que están haciendo es mirar en un celular un videíto y te digan «ehh, al final Moreno es re capo, Aníbal es un genio». Che, boludo, a la que quisieron matar fue a Cristina, el que murió fue Néstor, la que se enfermó fue Florencia. Es muy injusto. Que los propios vengan a hablar mal del kirchnerismo, o vengan a hablar mal de Kicillof, ¡quiénes son!
Vos insistís en esto de volver a acercarse y ser propositivo. ¿Hay un conflicto actual en la militancia entre querer «recuperar a la gente» pero al mismo tiempo tener que defenderse del rechazo de la misma gente, esa contradicción entre «te quiero proponer algo pero al mismo tiempo te tengo que explicar que no soy eso que dicen»? ¿Cómo se maneja eso?
Yo particularmente no tengo ningún deseo de cambiarle la cabeza a nadie. Porque también me parece subestimarlos. Este es uno de los Gobiernos más claros que se han visto en la historia argentina, es clarísimo. Está claro que te están diciendo «te voy a hacer pelota, vas a vivir con menos guita, no vas a estar bien, dentro de 25 años vamos a ser Finlandia pero vos la vas a seguir pasando mal». Te lo están diciendo y vos estás dispuesto a que te la sigan poniendo, entonces no te tengo que educar nada. Lo único que se puede hacer es tratar de construir alguna instancia o idea superadora, o modernizarnos un poquito.
¿Eso no está ocurriendo?
Al estar tan atrasados intelectualmente, lo que dice Milei suena a nuevo y es súper viejo, y lo que dice Cristina suena a viejo cuando lo que dice es nuevo. También creo que al estar en ese horizonte de «la cosas nuevas», Milei dice cosas que son rupturistas y por eso parecen nuevas, y Cristina sigue retomando cosas que pasaron no propositivas, más explicativas, y eso sí nos ancla. Mientras nosotros no tengamos propuestas progresistas reales y que tengan que ver con una construcción a futuro y solo propongamos parches, estamos complicados. El impuesto a las grandes fortunas, por ejemplo, sigue siendo un parche, no tenemos ningún candidato o referente nuestro que diga de qué manera podemos tener mejor salud, o que diga «si yo asumo agarro ese puto PBI del que te hablaba Lanata y meto medio punto a las jubilaciones». Diana Mondino dijo que para qué le vas a dar un crédito a un viejo si sabés que se va a morir, palabra más palabra menos. Ahora, ¿a nadie se le ocurre que sería una idea genial agarrar a jubilados y a medida que son más grandes pagarles más? Nadie piensa en esos términos. Seguimos anclados en un Gobierno que te dice que tenemos que ser como Menem, y nuestra propuesta, que dice que tenemos que ser como Néstor. ¡No entendemos que el futuro es distinto y seguimos anquilosados en un saco con camisa en una publinota en C5N! La gente no es boluda, che, acérquense un poco a la gente.
¿No hay «creatividad» o no hay dirigentes que propongan y se pongan al frente?
Ninguno va a hacer las compras al supermercado, suben TikTok que aparece uno bailando y el otro ni siquiera aparece. ¿Nuestra referencia social es Natalia Zaracho porque no pudo terminar el secundario y tiene ropa de cartonera, esa es la única referencia que tenemos? ¿Y nuestra gente dónde está? ¿Es Grabois hablando de costado haciéndose el canchero? ¿Moreno que fue funcionario nuestro hace veinte años y ya está, o Aníbal Fernández o Pichetto? ¿Esa es nuestra forma de comunicar, C5N y los streams? ¿No se dan cuenta de que estamos diez años atrasados en todo sentido?
Si es tan evidente, ¿por qué entonces esa incapacidad para proponer algo nuevo? ¿Provoca vértigo, es arriesgado o simplemente da paja?
Primero, creo que es miedo real a que te digan que sos un pelotudo. Por ejemplo, yo milité mucho tiempo y jamás en la vida pinté una pared. Hoy los compañeros salen a pintar alguna frase contra Clarín o algo así y la verdad es que le importa un carajo a todo el mundo. Voy a ser más odioso: las marchas de las mujeres llenan las plazas, y le chupan un huevo a todo el mundo. Este tipo [por Milei] te dice: «¿vos llenaste la plaza? yo te saqué el Salón de las Mujeres y le puse un cuadro de Roca arriba del de Juana Azurduy, no me importa lo que hagan». Esa es la lectura social que se hace. Vos podés mover un montón de gente y en otro momento significaba algo, ahora no significa nada una marcha o pintar una pared. Ahora lo que podría significar algo es algo propositivo, de cercanía y empatía. Y son cosas que no tenemos.
¿Por qué no?
Estamos atrapados en discusiones bizantinas. Estas discusiones en redes sobre cuánto ganan los funcionarios de Milei y Cristina respondiendo. Esto se lo digo a los nuestros de Cristina para abajo, ¡dejémonos de joder, creo que hemos sido mejores, más sensibles, más piolas, más empáticos! Ya no nos parecemos al kirchnerismo, es una locura.
Mencionaste a Guillermo Moreno y a Juan Grabois, dos figuras que están teniendo una fuerte llegada y buscan ponerse al frente del peronismo. ¿Hay que prestar atención ahí? ¿Cómo observás al emergente de esas voces que ganan popularidad?
Creo que son compañeros y compañeras están en una situación donde no entienden lo que pasó con la sociedad, y entonces más o menos van adaptando lo que ellos creen a lo que creen que la gente quiere. Hay compañeros que no saben bien qué hacer o qué decir porque no hay una idea clara de qué quiere escuchar la gente. Entonces, si Moreno ve que garpa putear en la televisión, va a putear, después va a ver que no garpa más y se va a correr. Igual no está nada mal estar un año sin referencia. No podemos estar dos años, pero no es urgente tener ya un referente. Lo que sí sé es que hoy hay que cuidar a Kicillof, es el único que está gobernando una provincia gigantesca, es el más serio de todos, está haciendo lo que cree que hay que hacer, no está diciendo lo que la gente quiere escuchar.
Parte de «lo que garpa» para cierto sector parece estar enfocado en reivindicar el peronismo pero quitándole el progresismo que «lo arruinó».
Eso es estirar la discusión de más. Yo creo que nosotros somos los buenos y ellos los malos. Si nos ponemos a estirar la discusión sobre los límites entre qué es peronismo, qué es kirchnerismo, qué es progresismo, es meternos en una cosa bizantina que también está alejado de la señora que quiere saber si le van a aumentar o no los menudos cuando vaya a comprar. El progresismo es una palabra hermosa, te la convierten en algo malo porque te hacen creer que es feminismo y aborto, matar a los hombres y hablar con la «e» y Susy Shock en Tecnópolis. Que también es eso, también es eso. Yo, sin caer en la del «aliade», que no hay nada que me caiga peor, mucho del antiprogresismo tiene que ver con «los hombres que no amaban a las mujeres». Mucho de eso tiene que ver con que el progresismo muestra una vena sensible de los hombres que los hombres a veces no quieren ver. Entonces te terminan diciendo «odio al progresismo» por cualquier cosa y en realidad lo odiás porque te bajó los pantalones, boludo. Te expuso que sos un pito corto y que muchas de las luchas y protestas y problemas que tienen las mujeres, las minorías, las diversidades, tienen que ver con vos en términos de responsable. Y eso te va a tocar las pelotas . Te va a tocar las pelotas que el progresismo te hable de equilibrios salariales y de cupos, porque en realidad te rompe las pelotas otra cosa, no el progresismo en sí. Incluso te jode tu fibra sensible porque descubre la mujer en vos y frente a eso sos un pelotudo.