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Judaísmos y dictadura

Por Adriana Litwin*

En las puertas de un nuevo 24 de marzo, ahora gracias a este Gobierno Nacional y Popular, “Día de la Memoria” y ante lo que se ha dado en llamar “Nismangate”, es necesario hacer algunas reflexiones que no son en abstracto, ni objetivas, sino que son absolutamente subjetivas, y están enunciadas desde el atravesamiento de mi subjetividad por tres cuestiones: mujer, judía y kirchnerista.

Rememorar no es el simple acto de recordar. El recuerdo pertenece a la memoria individual, muy útil en lo personal e inservible para lo político.

La memoria colectiva está siempre ligada a la condición de sentido que la hace posible. Por eso el “Día de la Memoria” es el reconocimiento por parte de un Gobierno Nacional y Popular a las luchas y acontecimientos de un pueblo que no se dejó aplastar por la impunidad, y no cejó hasta ver a los genocidas presos, condenados o juzgados.

Este año, un año electoral, comenzó con un juego sucio, la muerte del fiscal Nisman, jugando a dos puntas: al año electoral y también al comienzo de los juicios por la participación civil en la dictadura genocida.

El “Nismangate” busca embarrar la cancha y no sólo en lo electoral, sino que intenta ocultar los atentados a la Embajada de Israel y la AMIA (el mayor atentado terrorista de la historia argentina y latinoamericana).

Dije que mi subjetividad estaba atravesada por varias condiciones. Provengo de una familia judía –atea, donde el judaísmo era una cultura-. Una abuela en particular que me obligó a aprender a cocinar los platos de la cultura (judeo-rusa), y me decía “Nunca olvides que Patria es el lugar donde uno vive”.

Crecí bajo esas premisas, cocino la comida de mi cultura judía y me transformé en una militante política y social por mi patria: Argentina.

Durante mi historia como militante, sólo algunas veces sentí “la condición de judía”. Cuando ocurrió el atentado a la AMIA y con la muerte del fiscal Nisman. Esos acontecimientos me empujaron y me empujan a participar activamente. Lo hice en Memoria Activa en sus comienzos y ahora sumándome al grupo argentinosdeorigenjudio.com.ar.

Harta de que la comunidad orgánica (AMIA-DAIA), no me represente, me uno a quienes dicen: ”No en mi nombre”. La confusión que intentan instalar donde judío es igual a israelí. Israel no sólo no es mi país, es un país que ligado a los EE.UU., se ha entregado al imperio. Es un Estado homicida que colabora e interviene no sólo masacrando al pueblo palestino, sino interfiriendo en los procesos populares de la querida América Latina. En particular ataca ahora a través de esta muerte a nuestra Presidenta Cristina Fernández de Kirchner, mientras históricamente vendió armas a los genocidas, y fue indiferente y cómplice del encubrimiento de los atentados. Siempre aliado a lo más siniestro de la política norteamericana a la cual sirven. Quieren también esfumar la memoria del aniquilamiento de los argentinos-judíos, que por ser judíos y haber asumido la lucha política en su propio país forman parte de los 30.000 desaparecidos.

Poco a poco la oposición política al Gobierno Nacional y Popular quiere volver a instalar el terror-miedo. Ese terror que enmudece y paraliza, que quiere dar lugar a que vivamos sin historia,”vuelta al pasado”, lo llaman.

Pero el Día de la Memoria nos interpela y desafía a renovar nuestro compromiso con la historia y con la justicia. El antónimo de olvido no es necesariamente ni solamente la memoria. El antónimo de olvido es la justicia y persistiremos en exigirla militantemente, con el sabor agradable que deja el saber que estamos escribiendo la historia con nuestro protagonismo, que el terror no nos amedrentó antes, mucho menos ahora y que la sobrecarga de emociones sólo nos sigue invitando a hacerlo.

*Psicoanalista, judía – feminista – kirchnerista. Militante del MILES