Por Leandro Gianello
El ministro de economía, Axel Kiciloff, dictó ayer una conferencia en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de La Plata, invitado por la agrupación Asimetría y por las cátedras nacionales y populares de la casa de estudios, para disertar sobre “La formación en Economía en el contexto de crecimiento con inclusión”.
El titular de la cartera de economía de la nación realizó un profundo análisis sobre las consecuencias de la aplicación del modelo económico que resquebrajó el tejido social y agrietó la estructura productiva del país durante la “larga noche neoliberal que comenzó después del golpe del 76”.
“El neoliberalismo en Argentina terminó en 2003”, dijo el ministro en un auditorio repleto de estudiantes, destacando que las políticas en materia económica aplicadas por el kirchnerismo lograron anteponerse al desguace total del Estado y las estructuras que lo conforman, revirtiendo el proceso y propiciando más de una década de crecimiento con inclusión.
Si bien Argentina fue uno de los países en donde más destrucción causó la salvaje intervención del modelo neoliberal, “no fue sólo un fenómeno local”, aseguró Kicillof, ya que “toda la región sufrió la implementación de planes económicos similares, acompañado de un proceso ideológico”, con resultados que aún hoy continúan visibles en la conformación social y cultural.
“El proyecto neoliberal consistió en quemar todo”, preparando el terreno para instalar un pensamiento político y económico que intentó achicar el Estado a su mínima expresión, condición que se propuso lograr barriendo “todo atisbo de resistencia o militancia” de los sectores populares, explicó Kicillof.
Una consecuencia directa de la aplicación de esta metodología “fueron los planes de estudio neoliberales que se fueron imponiendo” a partir de la intervención militar en las instituciones universitarias, cuyas autoridades avalaron las propuestas educativas superiores, acompañando los planes de la dictadura y de los gobiernos entreguistas de los años noventa.
“Fui formado con un plan de estudios de este tipo, en donde se consagraba el pensamiento dominante como verdad absoluta”, recordó el ministro, que además identificó como “neoliberales y ortodoxas” a las carreras cuyo contenido actual pondera sólo la enseñanza de la micro y macro economía por sobre otros elementos sociales.
Durante la década de los noventa, el pico de actividad neoliberal, los profetas económicos pródigos en argumentaciones, entusiasmados por un contexto social y cultural ideal, intentaron convencer a estudiantes y profesores de que el Estado presente a través de las Universidades públicas debía achicarse para reducir costos, proponiendo un arancelamiento de la Educación Superior que resultó imposible de aplicar por la resistencia interna.
Igualmente, la máxima neoliberal tuvo la oportunidad de probar su “globo de ensayo” en las aulas de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires, en la que se intentó aplicar un nuevo esquema de estudios y contenidos que incluía “el acortamiento de la carrera, tomando como modelo el sistema estadounidense”, repasó el ministro.
La propuesta buscaba convertir las licenciaturas de seis años en carreras cortas de tres o cuatro, eliminando materias de corte humanístico y los estudios sociales; un “proceso de privatización encubierto” escondido detrás del concepto de “modernización”, que pretendía lavar su verdadera procedencia ideológica mientras intentaban hacer creer a la gente “que las Universidades públicas eran malas”, puntualizó Kicillof.
Mientras tanto, “la autonomía universitaria era una mentira”, y lo único que hacían las instituciones era pagar “los sueldos para que (el sector) privado se quede con los resultados” de la inversión educativa del Estado.
“La Universidad pública en los noventa era una ficción”, una estructura utilizada “para negocios turbios” de los intereses económicos o políticos, mientras se buscaba emular un sistema de origen estadounidense que ponderaba el perfil privado en detrimento del estatal.
Ese cambio o “modernización” que proponían “era el ajuste o devaluación educativa”, que incluía “maestrías aranceladas” y un esquema de trabajo que obligaba a los profesionales graduados a convertise “en una pyme, porque no había plata para la investigación”. Pero, “milagrosamente, eso no pasó”, se logró derrotar “ese intento de convertir a la Universidad en un bicho neoliberal”, destacó el ministro.
Hoy “hay que reformar las carreras” con este origen espurio, ya que los planes que se aplican “atrasan veinte años y son anacrónicos”, explicó Kicillof, agregando además que es necesaria la creación de materias que tengan como premisa el crecimiento económico con inclusión social.
En este sentido, algunos economistas actuales esgrimen teorías que aprendieron en sus años de facultad o en maestrías en el exterior, y esa acotadísima parcialidad ideológica les impide comprender, por elección consciente o ignorancia supina, el proceso actual de la crisis en los países centrales. “Hace doce años que los economistas neoliberales se equivocan y le pifian a sus pronósticos”, dijo el ministro, tomando como ejemplo las opiniones de expertos locales sobre la política económica kirchnerista.
“Hay pobreza intelectual en las teorías que tienen” quienes no comprenden los procesos históricos inclusivos y de desarrollo que el país está viviendo, y deberían “prender una vela” todos los años “para ver si sus profecías se cumplen”, acotó Kicillof.
Por otra parte, “la distribución del ingreso es la política económica más fuerte para asegurar el crecimiento en Argentina”, señaló, agregando en una vuelta keynesiana que ese reparto es el que genera la demanda, que a su vez tira para adelante la economía.
“En vez de crecer y luego distribuir, hay que distribuir para crecer”, una cuestión central en la que el Gobierno se sustenta y con la que ha logrado un período de crecimiento productivo, industrial y social sin precedentes para el país, y a la que la educación pública económica tiene que contribuir, porque “debe ser un instrumento de transformación social”, concluyó Kicillof.
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Sin simpatías neoliberales
Lucía Ramos Costa, militante de la agrupación Asimetría, explicó que la actividad busca exponer el debate “sobre la enseñanza en esta institución”, procurando, a la vez, “un cambio en la forma de impartir” las teorías económicas y creando un nuevo “sentido político y social para construir una patria mejor para todos”.
A su vez, Gerardo de Santis, docente y titular de las Cátedras Nacionales y Populares, destacó la importancia de exponer ideas sobre una economía inclusiva en un espacio como el de la Facultad de Ciencias Económicas, en la que aún algunos miran “con simpatía las políticas neoliberales de los noventa” y donde han hablado ex ministros responsables directos de varias crisis, que sin embargo han sido “críticos de estos años de crecimiento”.
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