Seamos directos como un cross a la mandíbula: esta gente odia nuestro país y desprecia la belleza. Cuando decimos «gente» es un eufemismo y a la vez un modo de no reducirlo al Gobierno (que, de hecho, no gobierna tampoco). Lo cierto es que en tiempo récord se aprobó la demolición de uno de los principales espacios culturales y simbólicos de Argentinas: el Luna Park. Con el objetivo de ampliar su capacidad de 8.400 a 13.000 personas. El proyecto impulsado por la empresa DF Entertainment ( del argentino Diego Finkelstein y la norteamericana Live Nation) y con el aval de la Comisión Nacional de Monumentos y el Arzobispado de Buenos Aires, genera indignación debido al valor histórico y cultural del estadio, declarado «Monumento Histórico Nacional» en 2007. La rápida aprobación del proyecto, en solo dos meses y durante el receso vacacional, ha suscitado sospechas sobre la falta de transparencia en el proceso.
Desde su inauguración, en 1934, el Luna Park (situado en el barrio porteño San Nicolás, en la manzana que forman las calles Bouchard, Corrientes, Madero y Lavalle) ha sido testigo de una diversidad de eventos que abarcan desde el deporte y la música hasta el arte y la política. Ha sido sede de algunos de los espectáculos más significativos del rock, el pop y otros géneros internacionales, consolidándose como el «Palacio de los Deportes» y un lugar obligado para los artistas de todo el mundo que llegaban a Buenos Aires. Solo por mencionar uno, el velorio de Carlos Gardel tuvo lugar allí mismo.
Entre los conciertos más memorables de su historia se encuentran Billy Bond y La Pesada del Rock & Roll (1972), que se destacó no solo por su propuesta musical, sino por el violento enfrentamiento con la policía, un momento clave para el rock argentino de la época. Este evento es recordado como uno de los primeros grandes choques entre la juventud rockera y las autoridades en Argentina, reflejando la tensión política y social de esos años.
Otro concierto histórico fue el de Sui Generis (1975), cuando Charly García y Nito Mestre dieron su despedida a su banda, que fue recibida por más de 25.000 personas. Este recital se dio en un momento clave para el rock argentino y el país, en el contexto del regreso de la democracia, y marcó el fin de una de las bandas más influyentes del país.
En la década de los ochenta, el Luna Park también fue sede de figuras internacionales de la talla de Frank Sinatra (1981), quien ofreció un concierto que colmó el estadio y permitió a la Argentina disfrutar de una de las voces más representativas del jazz y la música popular mundial.
Charly García no podía faltar en este listado. En 1983, con su disco Clics Modernos, presentó un espectáculo innovador y lleno de energía, representando un momento de cambio social y político en la Argentina tras la dictadura, reflejando una nueva etapa para el país y para la música.
En los 90 y 2000 el estadio siguió siendo escenario de conciertos memorables, como el de Oasis (1998), donde los fans del britpop vivieron una de las noches más esperadas de la historia reciente de la música argentina.
No solo los conciertos de rock marcaron la historia del estadio. James Brown (1999) trajo su inconfundible estilo de funk y soul, mientras que BB King (2010), en una de sus últimas visitas a Buenos Aires, dejó una huella imborrable con su blues, demostrando el amplio abanico cultural que ha pasado por este lugar.
El Luna Park, de la mano de «Tito» Lectorue, ha sido sede de grandes eventos deportivos, especialmente de boxeo, un deporte que ha tenido gran repercusión en la cultura argentina. En los años 40 y 50, figuras como Carlos Monzón y Ringo Bonavena lucharon en este recinto, consolidándolo como un punto clave del boxeo mundial.
En el ámbito de los deportes, el Luna Park ha albergado además competiciones de baloncesto, tenis y hockey, convirtiéndose en un centro de entretenimiento y actividad física de relevancia nacional.