Por Eugenia Bustamante Hoffmann y María Florencia Actis*
Verena Stolcke es profesora e investigadora del grupo de estudios Antropología e Historia de la Construcción de las Identidades Sociales y Políticas (AHCISP) de la Universidad Autónoma de Barcelona y desde el año 2009 se desempeña como catedrática emérita. Sin embargo, su trayectoria académica y laboral recorre países heterogéneos entre los años sesenta y setenta, tiempos signados por la emergencia de movimientos culturales y revueltas políticas en países como Inglaterra, Estados Unidos, Cuba y Brasil. Su paso por Latinoamérica aparece como una señal de alerta en torno a los entrecruzamientos de categorías nodales –raza, clase, sexo y etnia–, que han sido fragmentadas y compartimentadas en los abordajes universitarios, pero fundamentalmente en el activismo. En este sentido, Verena llevó a cabo una perspectiva relacional y antiesencialista en sus trabajos de campo acerca del racismo, el clasismo y el sexismo en la Cuba colonial (1967-1968) y en las plantaciones de café con mujeres jornaleras de São Paulo (1973-1979).
En la semana del 15 al 19 de febrero pasado, Stolcke visitó Argentina y brindó un seminario doctoral en la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP. Pero también aprovechó esa estadía para encontrarse con feministas referentes del Frente de Mujeres para la Victoria con el fin de conversar y reflexionar acerca del rol del movimiento de mujeres en el contexto político actual, caracterizado por el avance neoliberal, y sus implicaciones en las políticas de género. Durante el encuentro se problematizaron las categorías teóricas que intentan explicar las desigualdades de género y la necesidad de transversalizar la perspectiva de género en las prácticas sociales.
A partir del interrogante «¿cómo llegaste a ser feminista?», las participantes, provenientes de distintos espacios de militancia, relataron sus experiencias de intervención política y cómo se acercaron a los debates en torno al feminismo. En una lectura histórica y política comentaron sus trayectorias de vida personales y colectivas, inscribiéndolas en los contextos políticos que habilitaron las condiciones para la lucha de los movimientos de mujeres. En estos relatos, que se remontaron a generaciones anteriores donde se cruzaron historias familiares de migraciones y de movilidad social, coincidieron en señalar a la academia como el lugar donde han encauzado la militancia, articulando feminismo, teoría y territorio.
Se reconocieron como espacios para pensar sus trayectorias de participación los Encuentros Nacionales de Mujeres, por su carácter formativo y fortalecedor de lazos entre ellas para hacer alianzas estratégicas de lucha. También se reconoció el escenario político de los últimos doce años como habilitador de condiciones para que las mujeres participen desde el Estado, discutan, pongan en agenda las cuestiones de género, fomentando su participación en la militancia y la toma de decisiones. Además, coincidieron en señalar el 2008 como un año de inflexión desde la Facultad de Periodismo y Comunicación Social y el Estado nacional, al haber sido designadas en dichos espacios dos mujeres de trascendencia para la posibilidad de articulación entre Estado –territorio– y el ámbito de la academia –en búsqueda de una vinculación constante con el pueblo.
Este contexto institucional permitió discutir la necesidad de transversalizar la perspectiva de género en los planes de estudio. Verena señaló: “Este debate no debería acotarse a la reforma de los planes de estudios de las carreras, o la discusión teórica de las categorías conceptuales, sino que debería apuntar a transformar las prácticas cotidianas en las instituciones universitarias”, y agregó que “nada se puede contar sin preguntarse por la cuestión de las mujeres”. En este sentido, la profesora Ana Negrete recordó que las últimas seis presidencias del Centro de Estudiantes fueron ejercidas por mujeres, además de la reforma del Plan de Estudios en favor de la inclusión de materias sobre género, la institucionalización de los baños para tod@s, entre otros ejemplos.
A lo largo de este proceso hacia un pleno posicionamiento del género como enfoque en la producción de conocimiento, vale mencionar la conformación de espacios de investigación como el Laboratorio en Comunicación y Género y el Observatorio de Medios y Diversidad Sexual, la inclusión del género en cátedras y seminarios, en congresos y jornadas de debate; espacios que abordan y denuncian las condiciones de desigualdad de las mujeres y las narrativas mediáticas que operan en la construcción de los relatos sobre los que se apoyan esas desigualdades.
Otra de las discusiones centrales del encuentro fue proponer una lectura del actual contexto de avance neoliberal y conservador en clave de género, es decir, una mirada que visibilice las implicancias del modelo económico neoliberal en los movimientos de mujeres y en los modos de participación política. En este sentido, coincidieron en señalar que la gran cantidad de despidos, la drástica reducción del poder adquisitivo de las clases populares, el vaciamiento ideológico de los Programas que abordan la cuestión de género y la represión de la protesta social son medidas que tienden al disciplinamiento de los cuerpos femeninos y los ubican en el espacio privado con el objetivo de desarticular los reclamos colectivos. En este sentido, Verena propuso “pensar el desempleo como disciplinador social en tanto surge la necesidad de resolver la urgencia y el consecuente repliegue de los movimientos sociales debiendo asumir las mujeres responsabilidades desiguales respecto de los varones”.
[pull_quote_center]Una de las discusiones centrales del encuentro fue proponer una lectura del actual contexto de avance neoliberal y conservador en clave de género, es decir, una mirada que visibilice las implicancias del modelo en los movimientos de mujeres y en los modos de participación política.[/pull_quote_center]
Por último, se convocó a los distintos sectores militantes, académicos y activistas a visibilizar la cuestión de las relaciones de género en los movimientos populares y el sindicalismo en relación con la división sexual del trabajo y la desigualdad salarial en un sistema que es capitalista y patriarcal. El desafío que se planteó es defender las conquistas logradas desde el rol activo de defensa, pero principalmente desde la lucha y la denuncia de las implicancias políticas que significa para las mujeres el avance neoconservador de la derecha en Argentina.
El Seminario
Su seminario en la Facultad de Periodismo y Comunicación Social, si bien apuntó a problematizar dos categorías específicas –la raza y el sexo–, el enfoque teórico-epistemológico partió de pensar que es el propio sistema de clasificaciones el que construye la diferencia (y la desigualdad), en detrimento del postulado que afirma la transparencia del lenguaje y su función designativa sobre una realidad que lo antecede. En cuanto a las categorías de género, las frases propuestas por Verena para repensar la relación del lenguaje y el mundo, y que dieron cuenta de la necesidad de dimensionar los efectos políticos del lenguaje, fueron precisamente: “las categorías nos dicen más sobre la necesidad de categorizar los cuerpos que sobre los cuerpos mismos” (Judith Butler), y “No clasificamos porque hay cosas que clasificar, sino que cuando clasificamos (inventamos) cosas para hacerlo” (Jean Poullion).
Sin embargo, ha surgido la discusión en torno a la utilidad política y reivindicativa de las categorías, en particular en nuestras latitudes, donde el interlocutor central de las demandas de los movimientos sociales y colectiv@s ha sido el Estado. El lema de Gayle Rubin “ni sexo, ni género, sólo humanxs”, si bien instala la pregunta alrededor de los lugares “convenidos” en donde se ha trazado y fijado la diferencia, dando como resultado la llamada diferencia sexual, paralelamente, deshacer las categorías sexuales y de género anula la posibilidad de luchar por el reconocimiento de los derechos, la visibilidad y una reparación estatal pendiente hacia los colectivos de género vulnerados, violentados y silenciados.
La propuesta del seminario propuso repensar críticamente la producción de opuestos binarios “esas rígidas cajitas” (naturaleza/cultura, sexo/género, varón/mujer, cuerpo vivo/máquina), el carácter esencial del que han sido dotados a lo largo de la historia, haciendo hincapié en su capacidad de producir contextos violentos, profundamente desiguales. Según Verena, el “naturalismo” occidental moderno, padre de todos los esencialismos, es la condición de posibilidad tanto del sexismo como del racismo, en tanto doctrinas íntimamente interrelacionadas.
*Periodistas e investigadoras de la UNLP.
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