Por Ramiro García Morete
“Suerte loca es conservar una ilusión en tanto penar”. Quizá fuera suerte, pero a la fortuna hay que acompañarla. Allí estaban los cuatro, en su hogar de Boedo, a tres guitarras y una voz. Menos de dos años atrás, nomás. “Mariposita” se deslizaba como su nombre a través del aire en el cual se respiraba la química. No hacía tanto que se conocían y no faltaría mucho para el primer disco o girar por el sur. El plan original de hacer “algo simple para trabajar” se había complicado “como cuando conoces alguien por Tinder y te terminas enganchando”. Como un romance de barrio, de eso que -más allá de los contactos por redes- siempre estará vigente, asegura. Florencia Ubertall además es historiadora y sabe que no todo tiempo por pasado fue mejor así como que hay que recibir los cambios. Si hasta ella misma creía antes que se trataba de un género de “viejos y llorones”, lejano al compromiso del tango y el folklore.
Y en este encuentro, el compromiso crecía con la fluidez del encantamiento. Una suerte de metejón, como el lugar que en plena crisis personal la acercó desde el baile. Al punto de incluir piezas de tango en su dúo folclórico, cuando comprendió que del tango uno hace lo que quiere, que había hasta una milonga queer o se darían luego movidas como “Tango hembra”. Había sido esa fascinación algo tardía (y no tanto, porque el tango siempre espera) que la había llevado a publicar en Facebook que buscaba un guitarrista.
Pero serían tres. Porque no solo respondió Alejandro Fassino. Bastó el consejo de su profe de canto Marion Moss, para que en el pintoresco edificio de San Cristóbal conociera a Augusto Bellorini, quien ya tocaba con Lucas Peverelli. Todos se conocían del Conservatorio Manuel Falla. Dieciocho cuerdas, una voz y muchas risas allanarían un camino que abrevaría la vieja escuela tanguera con una mirada contemporánea. Pero no desde la pretensión vanguardista, sino desde la honestidad y perspectiva de quien es fatalmente parte de su tiempo. Con arreglos propios, una voz expresiva y versátil, emprenderían un intenso recorrido. En bondi, generalmente, cargando instrumentos e ilusiones por milongas como La Petit o Pez Cañón, a un promedio de tres actuaciones semanales. Respetando el sonido despojado del vivo, abordaría autores clásicos y más recientes, piezas canyengues y más sofisticadas, para un muy buen debut llamado “No es lo que parece”. El tango no los crió, pero ellos se juntaron: La Runfla. Por suerte y por amor.
“Un poco y un poco”, responde la cantante sobre las dosis de casualidad e intención en el formato. “Es un sonido bien clásico. Y Es una propuesta mucho más íntima. Yo nunca canté con una orquesta grande, son porque no lo elija, sino porque no se dio. Hay algo del estilo de cantar con una propuesta más intima. Te da otras posibilidades. Me gusta mucho la combinación y la guitarra es un sonido que me gusta mucho”.
Respecto al disco “la idea es que fuera lo más fiel a lo que hacemos. Por eso ni siquiera hay invitados. Queríamos hacer los temas con el sonido y la intención que hay en vivo. Esa fue la intención principal, buscar que cada tema tenga su impronta. Algunos más picantes, más arrabaleros, más románticos, más ruidosos…Eso es parte de los arreglos de los chicos y como funciona con la propuesta que yo hago cuando lo canto”.
La selección incluye gemas como “Yuyo verde“, “Suerte Loca”, “Oro y Plata” o “En esta tarde gris” . “Se fue dando por gustos compartida. Charlando de lo que queríamos hacer, en qué tema se adaptaba mejor. Nunca dijimos hagamos tango de asi o asa. Hay muchos grupos que por ahí sacan tangos de un solo compositor o un estilo. Nosotros no, justamente mezclamos tangos contemporáneos con clásicos, tangos que no tienen tanto que ver entre sí. Pero buscando una estética que sea la nuestra, a compositores”.
Desde el siglo XXI, “hay tangos que obviamente no haríamos. Surgieron problemas de ese tipo. A mí no me cerraban, porque son tangos muy machistas y no me dan ganas de cantar. Pero dan cuenta de una época”. En algunas ocasiones, modifican el sentido de alguna letra como en “Romance de barrio” donde sugieren que el amor prohibido se da entre dos mujeres.
Cuando dicen “No es lo que parece”, se trata de que “uno tiene una idea de lo que es el tango y un poco es todo así con la cultura popular. Pero se fue construyendo. Que el folklore de los gauchos, el tango de la ciudad, el tango es machista, el rock es revolucionario. Cuando te pones a indagar ni muy ni tan . Hay muchas leyendas”. Por eso el desafío es ver “cómo se puede hacer desde hoy sin necesariamente incorporar instrumentos de otro género. En ese sentido auténtico ser músicos de nuestra época sin pretender ser otra cosa. Ojo que uno va a la milonga y quizá se disfraza. Es divertido jugar con la estética y los símbolos de un género con una historia. Pero hay una sedimentación”.
“Hay que perder el miedo al cambio. Nunca hay que pensar que ahora murió el tango o el rock o el folklore”, asegura Ubertalli, quien tiene un dúo con Rocío Dubuisson. “Hoy en día hay tanta novedad y le podes dar una impronta diferente a algo tan clásico. Estás todo el tiempo dialogando con los antepasados sin necesidad de abrazar todo, como por ejemplo el machismo. Hay un tango más combativo, mucho más que el tango en la época de oro. Más comprometido socialmente, un tango atravesado por el rock”.