Por Maximiliano Ceci
Una línea amarilla dividió las aguas de las personas que circulan todos los días por uno de los pulmones ecológicos más grande de La Plata. A principios de 2015, Pablo Bruera impulsó un circuito recreativo que focalizó en el interés de los ciclistas y atletas que se acercan a hacer deporte, y dejó de lado a las instituciones públicas, que quedaron sitiadas por la bicisenda. “Fue una medida totalmente inconsulta y sin planeamiento. Han realizado un circuito cerrado alrededor del predio donde está la Facultad, la Guardería Maternal y el Planetario. Esto funciona como un velódromo, como una pista de carreras para las bicicletas. Lo han planteado como si en el Observatorio no hubiera nadie”, dijo a Contexto Alicia Cruzado, decana de la Facultad de Ciencias Astronómicas y Geofísicas de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP).
“Fue una medida totalmente inconsulta y sin planeamiento. Han realizado un circuito cerrado alrededor del predio donde está la Facultad, la Guardería Maternal y el Planetario.»
Los cordones cortantes separan la Avenida Centenario en dos ríos. Uno para ciclistas y atletas y otro para el tránsito remanente de automóviles, mientras quienes quieren acceder al predio de la UNLP deben sortear varios obstáculos. A la Facultad ingresan 1.500 personas a diario entre alumnos, docentes y no docentes, a la guardería acuden 230 niños de 45 días a 3 años de edad, y el Planetario es visitado al menos por diez mil personas al año. Ninguna de estas personas puede acceder en vehículo a la vereda de las instituciones públicas para evitar incidentes. “Desde que se instaló este circuito, nosotros hemos observado un aumento muy notorio de la cantidad de accidentes. Todos involucran a una bicicleta, ya sea con un peatón, un automóvil o una moto. Los ciclistas asumen que es un circuito de carrera, no respetan las velocidades máximas”, contó Cruzado.
Frente a estos inconvenientes, la decana, en conjunto con la Defensoría del Pueblo y el INADI, han solicitado al Municipio que revea la transformación del planeamiento urbano en el Paseo del Bosque debido al incremento de los accidentes y la inaccesibilidad al predio para las personas discapacitadas. “Cuando hemos presentado quejas, la autoridades se fundamentan en que están creando un ambiente ecológico. Cuidan el aire y las plantas, pero se olvidan que acá circulamos personas”, concluyó Cruzado.
Acceso denegado
“Antes esta calle la podía cruzar solo. Ahora ya no puedo. Si bien esto la Municipalidad lo piensa como una bicisenda, no lo es. Este lugar los domingos es un circuito de carrera, pero los días de semana los mismos ciclistas lo utilizan para entrenar”, contó a Contexto Alejandro Di Paola, Coordinador de la Comisión sobre Discapacidad de la Facultad de Ciencias Astronómicas y Geofísicas.
Di Paola tiene discapacidad visual y todos los días el taxista que lo traslada lo ayuda a cruzar la senda de los ciclistas a la altura del Monumento. Los cincuenta metros que lo distancian del Observatorio, los camina por la calle porque el cordón es su única referencia. “Los días de lluvia se agrava el problema. Las veredas de conchillas, entorpecidas por las raíces de los árboles, quedan anegadas. Además, no puedo caminar por ahí porque no tengo nada de referencia. Entonces uso el cordón. Básicamente camino por una zanja empedrada donde los días de lluvia se transforma en un torrente”, explicó Di Paola.
“Desde la perspectiva de discapacidad, es un retroceso en relación a todo lo que se viene haciendo. Durante los últimos años, la Universidad ha trabajado en políticas de inclusión para mejorar la accesibilidad del predio.”
Las palabras de las autoridades de la Municipalidad acerca de su hipótesis de transformar el espacio edilicio del Paseo del Bosque quedan sin fundamentos al observarse el aumento del tránsito de vehículos. “La otra parte del circuito quedó reservada para autos. Entonces, todos los autos que van a la guardería deben dar toda la vuelta, al igual que los que van al Planetario. En síntesis, pasa una cantidad monstruosa de autos. Imaginate en el horario de recambio de chicos en la Guardería: es una autopista”, contó Di Paola, y recordó: “cuando se cerraron las entradas al bosque fue para evitar el tránsito. Antes no pasaban autos y ahora pasan miles”.
“Desde la perspectiva de discapacidad, es un retroceso en relación a todo lo que se viene haciendo. Durante los últimos años, la Universidad ha trabajado en políticas de inclusión para mejorar la accesibilidad del predio”, concluyó Di Paola.
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