Máximo siempre fue señalado desde los medios hegemónicos como un gordito de bajo perfil, sin demasiadas inquietudes políticas y dedicado a quemar las horas con la playstation, cuando no está liderando la agrupación juvenil más representativa del peronismo en la actualidad. Un niño mimado de treintaipico sentado al costado de la mesa, mientras que del país se encargan los grandes.
En esta línea, el discurso corporativo salió una vez más con los tapones de punta a descalificar al hijo de Cristina Fernández de Kirchner, en un desfile de conjeturas sobre supuestas cuentas secretas millonarias en Estados Unidos y las Islas Caimán a su nombre. La arremetida se dio en el marco no menor de plena antesala electoral, donde Máximo se presenta como una figura que más de uno percibe como potencial candidato presidencial.
La canallesca publicación realizada por el gran monopolio argentino no sólo quedó vaciada de argumentos periodísticos que se esfumaron en otro más de tantos manotazos esgrimidos contra el referente de La Cámpora. Máximo, lejos de mantenerse al margen de las diatribas, no sólo reaccionó, sino que lo hizo en un comunicado de casi setenta líneas donde se encargó con soltura y solidez de desmenuzar paso a paso el pescado podrido que llegó a irritar incluso a un acérrimo opositor como el turco Asís. Más aun, volvió a plantarse en una entrevista con Víctor Hugo Morales, donde acusó de “canalla” al medio comandado por Magnetto. La charla radial fue levantada en vivo por varios medios, que pusieron de manifiesto la capacidad de Máximo para responder, con todas las letras, frente a un golpe bajo.
La reacción de Máximo no es fortuita. La versión del nene apático que llora sobre ataúdes vacíos ya no encuentra lugar posible en el discurso hegemónico. El tipo creció, tiene voz gruesa y no va a dudar en hacerla oír cuando sea necesario. Y encima –si quiere– podría ser presidente. Desde hace tiempo, Máximo Kirchner se está posicionando en la línea de frente en la conducción del proyecto comenzado por sus padres, y en lo subsiguiente su presencia ya no pasará inadvertida ante el escenario político y mediático.
Por si quedó alguna duda, el tipo sabe hablar. Y por suerte no tiene intenciones de permanecer en silencio.