La propuesta de saneamiento y reconversión del espacio en las cavas abandonadas presentada en el Concejo Deliberante platense por el bloque Frente para la Victoria Nacional y Popular “es muy viable y existen ejemplos” de que es un proyecto factible, recalcó Luis Mario Couyoupetrou, geólogo y director del Instituto de Ciencias Sociales y Administración de la Universidad Nacional Arturo Jauretche.
La ordenanza, que propone restaurar las canteras en desuso para que funcionen como espacios públicos, creando además un registro de las mismas, constituye un avance respecto de la laxitud de los controles existentes, ya que “no hay dudas de que las cavas abandonadas constituyen un riesgo potencial de contaminación” en las áreas cercanas, agrega Couyoupetrou.
La refuncionalización de todas las canteras que estén en desuso o que impliquen un alto riesgo ambiental, dice el experto, “es un problema de muchas ciudades” y una cuestión central que no es subsanada por los estatutos locales vigentes, porque aunque la creación de “cavas nuevas tenga una reglamentación estricta en los papeles”, en la práctica las inspecciones son inexistentes.
Constituir un nuevo espacio público en donde antes había un basurero es una tarea difícil que se complejiza cuando los actores que promueven el fenómeno provienen de y afectan a distintos ámbitos sociales y gubernamentales, ya que “no hay que pensar sólo en la cava, que de por sí es un problema, sino también en toda el área circundante”, aclara Couyoupetrou.
El control también “pasa por asumir previamente que los vuelcos de residuos tiene un origen mixto”, una característica propia de este tipo de depósitos ilegales que dificulta con el paso del tiempo aun más la limpieza y recuperación del espacio, ya que se vierten materiales inertes y otros elementos tóxicos, a los que se suma basura domiciliaria de todo tipo.
Pese a las dificultades que conlleva subsanar este tipo de problemáticas ambientales, las propuestas presentadas “son correctas”, pero debe aplicarse un modelo de recuperación distinto para cada caso particular, ya que “no hay un modelo único” de limpieza de las canteras, sino que cada una tiene su peculiaridad.
“Tiene que haber un previo saneamiento” del lugar, dijo Couyoupetrou, ya que no es sólo tapar con tierra, porque existe el riesgo latente de “un proceso de lixiviación o filtración de líquidos” tóxicos en las napas y la tierra debe ser también despojada de componentes peligrosos para que no afecte a largo plazo a los asentamientos vecinos.
“Las herramientas de control deben ser parte de la agenda” ambiental de los poderes públicos, que deben contemplar la creación de “un grupo de trabajo que analice cada situación” específica, teniendo en cuenta un plan que involucre a las múltiples disciplinas técnicas y sociales y a profesionales capacitados para los casos particulares y en general.
“Debe haber una decisión política que centralice las responsabilidades y coordine los trabajos entre la municipalidad y la provincia, asumiendo un manejo planificado de la situación que contemple a todos los actores”, puntualizó Couyoupetrou.