Por Maximiliano Ceci
Eudora Welty, Flannery O’Connor, Carson McCullers, un trío de mujeres contemporáneas y casi vecinas, dejaron un trazo incandescente y eterno en la literatura del siglo XX. Pertenecían a la región más pobre, estigmatizada y violenta de los Estados Unidos: el sur. El escritor Leopoldo Brizuela hará un recorrido por la imaginación dulce y perversa de las escritoras y desarticulará los relatos de personas monstruosas, obsesivos religiosos, prostitutas embarazadas y negros que terminaron tras la rejas, en el taller de lectura Tres damas del sur.
“Durante el taller me interesa abordar la forma en que están escritos los relatos. Hay que conocer las estructuras para poder romperlas. A mis cursos van muchas personas amantes de la lectura y que están haciendo un recorrido por la escritura. Creo que este aspecto es el que más les interesa: desarticular cómo está escrito el relato”, dijo a Contexto Brizuela acerca del curso que arrancó el martes 11 y se dictará durante ocho semanas en el centro cultural El Puente de la ciudad de La Plata.
“A diferencia de lo que uno más conoce de Estados Unidos, estas escritoras no pertenecen a grandes urbes, sino a pequeños pueblos del sur. Esto presenta características en los modos de narrar y los personajes que vamos a trabajar en el taller”, contó Brizuela. Con el aliento del gran William Faulkner –que las admiró a las tres–, compusieron obras breves y potentes que le adeudan mucho, y a la vez crean universos profundamente diferentes, como para completar el gran friso del maestro.
“A diferencia de lo que uno más conoce de Estados Unidos, estas escritoras no pertenecen a grandes urbes, sino a pequeños pueblos del sur. Esto presenta características en los modos de narrar y en los personajes.”
El taller pretende aproximarse a sus obras, situarlas en la genealogía de mujeres escritoras –como Isak Dinesen, que las inspiró, o Alice Munro, que las venera–, conectarlas con los grandes conflictos de su época y explorar la maravilla de su condición anómala. “La semilla de los relatos del sur de Estados Unidos influye en la literatura de Latinoamérica. Lo podemos observar en la obra de Gabriel García Márquez, Juan Carlos Onetti y, en Argentina, en el escritor Haroldo Conti”, concluyó el escritor platense, autor de Inglaterra, una fábula, Lisboa, Un melodrama y Una misma noche, novela con la cual ganó el Premio Alfaguara de novela en 2012.
“La semilla de los relatos del sur de Estados Unidos influye en la literatura de Latinoamérica. Lo podemos observar en la obra de García Márquez, Onetti y, en Argentina, Haroldo Conti.”
Las damas del sur
Carson McCullers hace su debut literario en 1940 con El corazón es un cazador solitario, cuando apenas tenía veintitrés años. Presenta sus personajes bizarros, siniestros y tiernos a la vez en narraciones contra la soledad y el racismo. Luego del éxito de esta obra, sufre un ataque cerebral que la deja paralizada de medio cuerpo. Tras separarse de su marido, se sumerge en una tormentosa relación con la escritora suiza Annemarie Schwarzenbach y comienza a naufragar en el alcohol. Al año siguiente de su debut publica Reflejos en un ojo dorado, novela breve que John Houston llevará al cine en 1967.
En 1951, luego de haber sufrido dos leves infartos, Carson da a luz esa obra maestra del relato que es La balada del café triste, una serie de cuentos que tratan el sexo atormentado, el pavor a la soledad, el odio que le produce el racismo sureño, temas que serán abordados en el taller de lectura.
Por otra parte, Eudora Welty relató la experiencia extrema en los años treinta. Para frenar los efectos de la falta de empleo durante la Gran Depresión, la política del New Deal vino a generar puestos de trabajo y, entre otras, se creó la agencia Works Progress Administration, donde Welty comenzó a trabajar como fotógrafa. Recorrió el sur registrando con su cámara el paisaje desolado que había dejado la crisis, tocó sus fibras, provocando una grieta que abrió el camino hacia su obra. Diez años después decidió dejar la fotografía para dedicarse a la literatura, publicando en 1941 Una cortina de follaje, su primer libro de cuentos. Welty ganó el Premio Pulitzer en 1973 por su novela The Optimist’s Daughter.
Finalmente, la más perturbadora de todas las damas del sur fue Flannery O’Connor. Descendiente de una familia irlandesa, llevó marcada en la sangre el dolor del sufrimiento por la enfermedad de lupus y la tortura de un catolicismo agobiante que en sus páginas se vuelve tragedia griega. Sus textos abren la puerta a escritores posteriores, como Raymond Carver, Sam Shepard o Cormac McCarthy. En 1960 publica la novela El cielo es de los violentos, protagonizada por un falso mesías irascible que recorre el mundo atormentado por un delirio místico que no puede controlar. Y en 1965, un año después de su muerte, llega a las librerías su último libro de cuentos, Todo lo que crece tiene que converger, una obra maestra de la narrativa norteamericana del siglo XX que representará su consagración definitiva.
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