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Lejos de casa: vivir en centros universitarios

Por Florencia Abelleira

La Plata es una de las pocas ciudades que, por su tradicional componente universitario, ha sido escenario de la conformación de muchos centros de estudiantes de diversos lugares del país, que sirven como una vía de ayuda para aquellos que no pueden solventar los gastos que requiere dejar la ciudad de origen para ir en busca de un título profesional.

Algunas de estas casas reciben ayuda de los gobiernos municipales a cambio de que los estudiantes cumplan ciertos requisitos, como no adeudar materias o mantener un promedio alto. Pero muchas otras, desde hace años, están abandonadas y se sostienen como pueden gracias a la organización y el autofinanciamiento que llevan adelante los estudiantes. Estas casas de albergue tienen problemas estructurales como humedad, falta de calefacción y hasta de agua caliente.

Para revertir esta situación, Juliana Diez, una estudiante de sociología que vive en el Centro Universitario de Bahía Blanca, presentó un proyecto para poder hacer un estudio sobre la situación real de estas casas. Así, ganó un concurso organizado por la Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires, la Defensoría del Pueblo y la Universidad Nacional de La Plata, en el que mediante un relevamiento estadístico podrá conocer cuántos centros hay en la ciudad, cuántos jóvenes viven en ellos, cuáles son los problemas específicos y generales de los centros y de los jóvenes, y cuáles son sus principales necesidades.

Lucía Dallavia tiene 24 años y estudia Comunicación Social. Forma parte de la comisión organizadora del Centro Unido de Tandil (CUT). Si bien no reside allí, se junta cada quince días con otros estudiantes tandilenses y los veinte becarios que viven en la casa de 63 entre 7 y 8, y discuten sobre su organización y financiamiento. En su caso, el municipio de Tandil se hace cargo del alquiler del inmueble y entre ellos deciden quiénes pueden vivir allí, “sobre todo para evitar que se elija gente a dedo”, dice la joven.

En el caso del CUT, cada estudiante paga una cuota mensual de $150 pesos para los artículos de limpieza y para el mantenimiento de la casa. “Muchas veces hasta se nos hace difícil mantener esa cuota porque apuntamos a ayudar a los chicos que viven en la periferia de Tandil o en localidades cercanas que son las más necesitadas”, agrega Lucía Dallavia.

El Centro Unido de Tandil (CUT)
El Centro Unido de Tandil (CUT)

Pero una realidad muy diferente es la del Centro de Bahía Blanca, donde los jóvenes no reciben ningún tipo de aporte y, por ser una casa antigua, desde la inundación del 2 de abril de 2013, tienen el techo destruido y filtra mucha agua cuando llueve.

Algo similar pasa con el Centro Universitario de Azul (CUA), una casa que entró en deuda hace casi tres décadas, hasta que en 2008 unos azuleños que estaban estudiando en la ciudad decidieron volver a darle vida. En ese momento, el lugar estaba completamente abandonado y de apoco, de manera autogestiva, lograron reabrirlo y autofinanciarse. Hoy funciona como un centro cultural, con talleres de arte, de música, donde habitualmente tocan bandas o se organizan fiestas para recaudar plata.

Pedro Bressa, periodista deportivo y estudiante de Comunicación Social, forma parte de la Comisión Directiva y cuenta: “Nosotros nos autogestionamos. Si no tenemos recursos, desaparecemos”. La sede actual está tan deteriorada, que lograron alquilar una casa aparte donde residen cuatro estudiantes. “Estamos constantemente debatiendo cómo podemos hacer para resurgir. Queremos una casa nueva, reconstruirla de cero para poder revivir lo que fue el CUA. Queremos una casa donde podamos albergar mucha gente y tener un espacio también para actividades culturales”.

Como en la mayoría de los centros universitarios, el financiamiento para mantener las construcciones edilicias y cubrir gastos es obtenido por los mismos estudiantes. Se organizan para llevar a cabo actividades, fiestas o varietés para poder recaudar los fondos necesarios.

Unión de fuerzas

Desde hace un tiempo, varios centros están reactivando la Federación Universitaria Bonaerense, que, si bien se creó hace quince años, tuvo sus altibajos y recién ahora está siendo motorizada por un grupo nuevo para que se convierta en una red de centros organizados y comunicados entre sí, que sirva para mejorar el funcionamiento de cada uno y la calidad de vida de los estudiantes. Lucía Dallavia cuenta que ahora se conformó un grupo bastante grande y ven que las necesidades que tienen las casas son similares, “entonces la idea es que a partir de la cooperación, la horizontalidad y el debate podamos llevar adelante actividades que nos ayuden a todos”.

Este sábado, se realizará la varieté “Yo soy Centro”, con la idea de visibilizar la Federación y el trabajo en conjunto de los centros. “A través de este evento estamos representando una cultura juvenil que nos atraviesa, porque además los centros fomentamos un circuito independiente donde artistas y músicos tienen un lugar donde expresarse”, concluye Pedro Bressa.

[quote_recuadro]Yo soy CentroINFORMACIÓN: El 15 de agosto, de 18 a 1:30hs, se llevará a cabo la varieté “Yo soy Centro” en el Centro Universitario de Azul, calle 47 entre 11 y 12. Habrá cine, muestras, pintura en vivo y rock alternativo.

 

 

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