Por Carolina Muzi
Suele haber una molestia para los caminantes de la derecha, una piedrita en el zapato que llega en curiosa hipertrofia a sus herederos de estos tiempos: los neo-neo liberales, la camada sXXI, más anacrónica que las previas porque ya cambió el siglo y siguen dale que dale en su fervor contranatura, queriendo forzar el tiempo en dirección opuesta a su curso. Para que no avance, intentan empujarlo hacia la oscuridad de épocas amorales, sin o con menos derechos, con más desigualdad e injusticia. Van para atrás, como lindo lo canta Liliana Felipe, porque son aquello que ella dice.
Una de esas molestias es algo que del otro lado amamos, el más clásico e histórico de todos los formatos portadores de cultura, información, enseñanza escritas: los libros, un vehículo democratizador que, antes de las grandes conquistas de los pueblos entre los siglos XVIII y XX, eran mayormente un bien de ricos, envases de cultura para el afán de perfume a tinta de ilustración. En este aniversario de los cuarenta años del inicio del espanto, no se olvida la brutal quema de libros del CEAL en Sarandí, del 28 de junio de 1980.
Como vuelven a ser tiempos oscuros estos, en que los medios dan golpes de temer/Temer y arman candidatos en las presidencias latinoamericanas, a bordo de un material que, aunque no terminemos de dimensionarlo así, es tan político como los hidrocarburos (el papel), los libros vuelven a ser despreciados por las derechas del sur.
Sin ir muy lejos, el sector editorial se mantiene en alerta, según hace unas semanas advirtieron, divididas, las dos cámaras que reúnen al sector. La CAL (Cámara Argentina del Libro), que nuclea a libreros, distribuidores y editoriales medianas y pequeñas, comunicó una caída de ventas de entre el 15 y el 25% en junio y julio. La CAP (Cámara Argentina de Publicaciones) no da porcentajes mientras negocia con el Gobierno beneficios para los grandes grupos y liberación de aranceles a la importación.
A fin de agosto, la librería El Vitral anunció su estrangulamiento por la crisis. Anunció por Facebook que por cierre definitivo liquidaba stock de tres libros a 10 pesos. El fin de semana pasado, seguida por una catarata de puteadas, observaciones técnicas sobre titulación, análisis de la manía perviodística (no hay error de tipeo, se trata de una nueva perversión), nos desayunábamos con la versión Clarín: «Una larga cola que renueva la pasión por el libro impreso».
Por esos días también, en una noticia relacionada con libros, se cruzaron el amor a la cultura impresa y el odio de la dictadura cuando supimos acerca del documental La casa de los libros perdidos a partir de una preciosa nota de la misma Ana Gerchunoff sobre la historia de su familia y la represión.
Y, enseguida, otra noticia feliz en torno a esta producción cordobesa: recibió en Bolivia el premio Pukañawi en el XII Festival Internacional de Cine de los Derechos Humanos.
En la misma semana, que albergó jornadas de RedCom en nuestra casa y en la UBA, por supuesto que hubo noticias de libros: el hit fue la reedición de “1973: las clases de Introducción a la Literatura en Filosofía y Letras y otros textos y relatos”, de Aníbal Ford –especialmente reeditado por la FPyCS a propósito del encuentro–, que fue presentado por Alfredo Alfonso, María Sonderéguer, Diego de Charras y Marina Arias, con la coordinación de Oscar Lutczak al frente de la EPC. “En una coyuntura desfavorable para la industria editorial que por distintos motivos obliga a priorizar la producción en soporte digital. Rescatar este volumen con una reedición en papel es una decisión política que suma en la defensa de los derechos conquistados de los últimos años; también una manera posible de recuperar y consolidar los sueños colectivos de aquella generación”, observó Lutczak. Porque el libro no solamente homenajea a Ford como emblema de la constitución del campo disciplinar de la comunicación, sino a toda una generación, protagonista desde distintos roles en la vida política académica en la Universidad pública de los setenta.
La otra novedad con libros que la Facultad realizó en RedCom tomó forma de acción editorial. Con el objetivo de ofrecer buen material a precios de tiempos mejores, EPC presentó la oferta de combos editoriales Banda Ancha: diez packs que agrupaban de a dos y tres libros se pudieron llevar por cien y doscientos pesos. Envueltos en papel madera a modo de homenaje a una institución histórica entre los estudiantes de La Plata: la encomienda (conexión con el alimento que llega de los hogares en forma de tortas, bizcochos o milanesas). También resulta una respuesta editorial digna en una coyuntura de socavamiento, que en lo formal trae recuerdos de Eloísa Cartonera, aquella gran respuesta editorial a la salida del pozo neoliberal 01. Así, volvieron a ponerse en pista más de cien autores entre históricos y contemporáneos, muchos de ellos docentes y graduados de la casa. La mirada Polosecki, del Chino Vallina con Fernando Martín Peña, se juntó con Dónde está Miguel, de Pablo Morosi, en el combo «Jardín de los presentes». Cumbia, nación, etnia y género, de Pablo Semán y Pablo Vila, se juntó con Las palabras y los pasos, de María Julia Carozzi y con El sujeto de derecho en el siglo XXI, de Dante Palma. Los dos volúmenes de Historia de nuestro tiempo, de Hugo Satas y Sergio Pujol, llegaron en el combo «Bazar Siglo XX», y los cuadernos de cinco cátedras, desde Derecho de la Comunicación hasta Problemas Filosóficos Contemporáneos, se juntaron en el combo «Apuntes, fuego».
Desde Edulp, la editorial de la UNLP, el lanzamiento que brilló en la semana fue el de El éxito (o lo que queda del fracaso), de Blas Arrese Igor con prólogo de Alejandro Tantanián e ilustraciones en papel vegetal de Pablo Ramírez. También egresado de Periodismo, Arrese Igor abordó la comunicación desde la dramaturgia, y el volumen que integra la colección de Ficción y se presentó a todas luces en el Planetario reúne justamente dos obras suyas de teatro.
En tanto, Edulp prepara El Episodio II de Librósfera en el marco de la Semana Mundial del Espacio, con auspicio de la Embajada de Rusia. Serán tres días de presentaciones de libros y paneles sobre el mundo editorial, con observaciones telescópicas, talleres sobre satélites y cohetes, muestras de fotos de Yuri Gagarin (el primer cosmonauta) y la proyección de la luna en el domo del Planetario. La cita es del 6 al 9 de octubre en el bosque.