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Los Andamios: manos a la obra

Por Ramiro García Morete

“Hay cosas que aclararnos de una vez/Si sola estás quieta dentro del ayer/ Y hoy piensa bien”.  Esto no es tango, diez años es bastante y veinte años son un  divino tesoro. Y es que diez años atrás -más o menos- y con veinte de edad-más o menos- aquella casa de 2 y 66 no solo funcionaba como sala y estudio de Nogal sino que aglomeraba tanta energía como talento.  Al llegar de Mar del Plata y previo paso por Capital, el primer lugar de encuentro sería la Universidad Nacional de Quilmes . Allí no solo se conocerían Julián y Hernán, poco antes de cursar algunas materias con Fran (que por entonces tocaba el bajo en Cinemática).  También cruzarían caminos con los chicos de La Patrulla Espacial o el también sureño Shaman Herrera.

Toda aquella información orbitando y el entrañable Korg que un salto de tensión SE quemaría mucho tiempo después en El Ojo Abierto, inspirarían composiciones cuyas maquetas con una placa de dos canales acabarían en un perfil de Bandcamp como “Los Nadies”.  “Inquietudes de los veinte años. De hacer canciones, de contar lo que me pasaba, muy sentimentales, de la desolación de los viajes”, evocará Rossini sin ningún aire de suficiencia ni indulgencia. Con la misma pericia y mesura con la que se evalúan las herramientas y materiales para construir algo, el notable pianista retomaría aquellas piezas entendiendo su carácter “inconcluso” como un punto de partida. Aclarar y pensar de otra manera ese ayer.

Quizá fueraN los viajes, su estadía en Europa, sus múltiples proyectos o sencillamente su amor por el sonido. Pero algo lo llevó a proyectar un sonido “más de Buenos Aires o rioplatense”. “No es que dije: ahora voy a hacer algo tanguero. Por alguna razón, cuando uno es permeable o escuchas música distinta eso no ocurre”.  Tan inspirado en Salgán y Piazzolla como en Ryuichi Sakamoto, sí plantearía una formación: piano, violonchello y clarinete. “Un formato de cámara”, dirá. Y nuevamente volvería convocar a sus buenos socios de tantos proyectos: Francisco Cadierno ya como cellista y Hernán  Giorcelli con el clarinete.

Como resultado de estas grabaciones vivas en Ion con overdub de voces en Boulevar 32 (su estudio actual),  una primera y  breve  entrega de deliciosas piezas que se amalgaman en su sonoridad y en elementos que remiten a la milonga, al tango, al folklore y a la música rioplatense, pero que constituyen su propio lenguaje. Por momentos más cerca de la canción y por otros, edificando climas sobre pequeños motivos  y contrapuntos que también evocan la esencia del jazz.  UNO se llama el álbum y lleno de esperanza comienza a construir la promisoria obra de Los Andamios.

“Hay algo en esto de Los Andamios ambiguo entre un grupo y  lo que es un concepto que son obras-presenta Rossini. Un  repertorio que va a ir para ese grupo. Por lo cual va a tener varios  volúmenes”.  El músico cuenta que la modalidad por el momento es de composiciones en partitura y con arreglos escritos y que así vienen trabajando para otros proyectos. “El espacio de sonido en función de mis ideas de composición-define-. Pero estoy abierto a que sigan sucediendo otras cosas”.

“Elegí un grupo de canciones que son viejas de hace bastante tempo,  que tenían una conexión y una especie de sonoridad al Rio de la Plata y Buenos Aires. Entonces esta formación venía ser la forma de anexar y darle el color a este grupo e canciones”, dice que quien canta en un disco que tiene como invitades a Poli Napolitano y Alejandro Bértora en voces.  Y agrega: “Todas la canciones las hice a partir del piano. La voz y la música se fueron dando en el mismo Momento. Después estuvo todo el proceso de escribirlas para el trio. Las letras tienen que ver con vivencias de hace diez años, cuando me había venido de mar del plata…ese primer año. Una mirada desde otro lugar. Me hago cargo de una mirada de otro yo”.  Y completa: “Eran objetos en sí mismos. Piezas que ahí quedaron. Y esto fue una revisión  con piezas potenciables. Lo trabajé de esa manera. No importaba tanto en si la composición de la canción, pero sí la resultante del arreglo para este proyecto, como un ejercicio de escritura”.

El músico deja en claro que no buscaba algo “tanguero”.  “Mucho tiempo trabajé acompañando  a cantantes de tango. Incorporé alguno elementos que terminaron haciéndose propios. Y luego empieza a parecer ese sonido. Es la situación de lo citadino, de estar en un ciudad grande, con mucha info, con un sonido que la representa. Tiene la cuestione referencia.  ´La espina´, por ejemplo,  que tiene gestos del cello que son característicos de un tipo de tango. Pero ninguna  lo es. Simplemente evocan el sonido, un estilo y un concepto que tenemos de la ciudad de buenos aires”.

Adaptados a la virtualidad impuesta por la pandemia, el trío trabaja en nuevo material. Y lamenta- como todes-algunas fechas que no serán, tales como la que iban a compartir con los alemanes Rosienti y Las Lunas Rojas.  “También iba a irme de gira a Europa…asi que nos quedamos paralizados. Es una sensación generalizada, acostumbrándonos a estar adentro. Te moves por inercia”. Sin embargo, el músico se avoca a otros proyectos y sabe que al igual que con  estas piezas, el tiempo lo aclara todo.