Por Ramiro García Morete
«Y al fin, quizás, el tiempo nos traerá más puentes que suspiran». Uno busca lleno de esperanzas el camino que los sueños prometen a sus ansias. Pero uno solo no puede. Uno que lo sabe es Julián Rossini, notable pianista y compositor, inmerso siempre en diversos proyectos. Y que al regresar de un viaje a Europa, unos años atrás, precisaría planear algo «más de Buenos Aires o rioplatense». ¿Tango? Quién sabe: ningún género es uno solo en sí. Pero sí tendría clara la formación: piano, violonchelo y clarinete. «Formato de cámara», definiría. Y más que nada a sus compañeros: los también notables Francisco Cadierno y Hernán Giorcelli.
Uno se llamaría la primera entrega de esa obra en construcción, porque uno siempre es un principio. «Deliciosas piezas que se amalgaman en su sonoridad y en elementos que remiten a la milonga, al tango, al folklore y a la música rioplatense, pero que constituyen su propio lenguaje -definiríamos entonces en este mismo medio-. Por momentos más cerca de la canción y por otros, edificando climas sobre pequeños motivos y contrapuntos que también evocan la esencia del jazz». Pero ¿qué sabe uno?
Siempre orbitando alrededor del amor, la soledad y el despojo, esos asuntos de uno pero donde -por ausencia o anhelo- siempre hay dos. Y dos años después, el mundo no sería el mismo. Sitiados por una pandemia, la necesidad de tender puentes se volvería más vital que nunca. Pero también desde lo artístico, gobernado por una mirada hegemónica de la música urbana y su forma de producción. La sencilla idea de juntarse con otros, de formar un ensamble y saber combinarlo con la contemporaneidad constituye todo un símbolo. Quizá por ello, en una búsqueda que se amplía y proyecta hacia los beats y la electrónica, el grupo entienda la historia como una cuenta que avanza sin perder el punto de partida.
Porque Los Andamios es un grupo. Ya no es el proyecto de uno, sino el ensamble de tres. Y entre esos puentes y la suma de las partes, avizoran un nuevo disco mientras nos ofrecen una bella y lograda muestra: esta sesión realizada gracias a la producción del Centro Universitario de Arte y la intervención de Nacho Villabona (del Ciclo Mistongo).
«Hicimos dos canciones de Uno y dos canciones nuevas del disco que estamos maqueteando -introduce Rossini-. Queríamos meter algo de lo que vamos a estar tocando en los próximos shows, que mantienen esa cuestión de la música y los ritmos rioplatenses, pero le agregamos beats y electrónica». Y en esa combinación aclara que «la base la armamos en relación a los arreglos instrumentales. Sigue funcionando desde ahí: escribo y compongo las partes instrumentas que después trabajamos con los pibes». A la hora de encarar una grabación que estiman antes de fin de año, el factor electrónico no se impondrá por sobre «la interacción. Armar la secuencia electrónica y con eso tocar en vivo. En principio queremos que suene el ensamble, que sea tocado y que dé esa sensación. Con esta sesión medio que lo logramos. Sentimos que el proyecto está más armado y ensamblado. Cuando hicimos el disco no éramos un trío en sí. Hoy pasamos a ser un proyecto con identidad propia».
Más allá de la impronta sonora, Rossini siempre habla de la canción. «Yo creo que es la célula básica. Es lo que un poco nos representa. Todo esto de la propuesta tanguera… tampoco lo podemos poner en ese lugar. No es un grupo que toca tango. Se evoca desde cierta búsqueda, sí… Pero la base tiene que ver con la canción, con la lírica y lo que se esta queriendo decir. Y los instrumentos acompañan ese sentimiento. El despojo, la ciudad. Yo soy un compositor de canciones, en principio. Después las produzco, arreglo o trabajo la complejidad armónica. Pero la matriz es la canción».
En el asentamiento de Los Andamios como grupo interviene el apoyo de Imaginería del Mar Muerto, a cargo del músico y diseñador Lisandro Castillo: «El pensó la estética de nuestro disco y lo convocamos para que pensara una idea de proyección. Él se encargo de las visuales que se proyectan, que fuera en blanco y negro y de esa estética de claroscuros. Nos gusta eso. Tiene que ver con la gente que además de nosotros nos está ayudando y metiendo los hilos para cooperar con el proyecto».
Rossini es cauteloso a lo hora de hablar de géneros. «Creo que hay un movimiento con el tango nuevo o del siglo XXI, y reformular el campo semántico de la música y las líricas. Por ahí hay un montón de propuestas y manifestaciones. Ahora la etiqueta es tango del siglo XXI, que explica que por ejemplo hay músicos de rock que tocan de modo más tanguero o que eso límites se empiezan a cruzar. Y está bueno».
Playlist:
1-Los milongueantes
2-Amor incógnito
3- Fueguinos
4-Pese que al final