Por Mariano Camún
Una de las letras escritas a comienzos de siglo, cuando la República Argentina se encontraba en un destino desolado y de derrumbe social (muy similar a estas épocas), fue la melodramática canción titulada “Sheriff” de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, editada en su último disco de estudio Momo Sampler (2000).
Las líricas del rock en algunos casos intentaron e intentan acercarse a la descripción de situaciones marginales que son descartables para los grandes medios de comunicación, y que sólo son títulos que engendran “uno menos” maquillados con silencios de dolor acorde a la pantalla.
La muerte de Ismael Rodríguez (de trece años) por los saqueos en la provincia del Chaco, como la de Santiago Maldonado víctima de una desaparición forzada en el marco de la represión de una protesta que incluyó cortes de ruta, realizada por la comunidad mapuche Pu Lof en Resistencia de Cushamen, ubicada en la provincia de Chubut, o como la de Rafael Nahuel que en un operativo de las fuerzas de seguridad contra la RAM recibió un tiro que le quitó la vida… entre otras tantas unidas al “gatillo fácil”, como el Caso Chocobar, no son en vano, son en nombre de aquellas personas que desean limpiar la sociedad de los llamados en su jerga pintoresca “los irrecuperables”, “los inservibles”, en síntesis, la sobra que debe ser tirada a los perros para que garroneen sus huesos y limpien sus desechos de la pulcra sociedad de cristal en la que desean habitar.
Acompañados de plegarias políticas de turno y de derecha, los poderosos que indican los caminos que debe seguir el pueblo son los verdaderos hacedores de los deseos de esa parte “sutil” de la sociedad. Ellos cumplen con el orden y definen quiénes se quedan y quiénes se van.
Para comprender estos tiempos de unión y alabanzas a las políticas norteamericanas, donde el FMI es llevado en andas como el “nuevo salvador”, qué mejor tener bien cerca al “Sheriff Argento”, así las “recetas desnutritivas” son bien recibidas y ante el primer descontento la solución es palo y a la bolsa. Ese nuevo espejo de seguridad está en manos de la ministra Patricia Bullrich, quien se esmera día a día para ser la autoridad policial, política y de justicia pública.
Dándole sentido a la letra de la canción mencionada, a “la sheriff” Bullrich se le pide que “limpie” el país que habitamos eliminando a los que “roban con sus viseras”, a los “piqueteros y sus pañuelos del ISIS”, a “los terroristas mapuches”, a los “bolivianos y peruanos y sus drogas ancestrales”, o a los “colombianos y sus motochorros”.
Sheriff! Sheriff!/ Que limpio el Templo está!/ Sheriff! Sheriff!/ si Alí Baba se vá/ Sheriff! Sheriff!/ todo en su sitio así!/ Son tres tiros a un peso y la guita es miel…
Mano dura y que no quede ningún “rastrero” es el pedido de las señoras de pieles selváticas y anteojos parisinos. A esa parte de la sociedad no le importa la vida (más allá de que sea predicadora del “pañuelo celeste”). Esos niños molestan en la plaza, en las veredas y en las rutas, así que es mejor que se vayan de sus senderos importados.
Sos como un fuego en un cañaveral/ (un Kamikase que ameniza la función…)/ Tarde en la noche…Plaza Constitución/ hay sangre rancia de Tramontina tajeador.
La muerte es un simple trámite, es un título que luego será ocultado por el “algo habrán hecho” o, como justificó el asesinato de Ismael Ramírez (el adolescente fallecido tras quedar en medio de un enfrentamiento entre la policía y un grupo de personas que intentaban saquear un comercio en la localidad de Sáenz Peña, Chaco) el exsecretario de Juventud PRO y actual candidato al Consejo de la Magistratura, Yamil Santoro, en Twitter: «Desde ya es lamentable cualquier muerte en cualquier contexto. Pero una persona abatida mientras trata de robarle a otro sea de forma individual o en banda, en la calle en un atraco o en un saqueo, es alcanzada por la cobertura de la legítima defensa. El Derecho banca al defensor”.
Sheriff! Sheriff!/ Tapales la nariz!/ Sheriff! Sheriff!/ con bollitos de tissue/ Sheriff! Sheriff!/ ladrá! ladrá y morde!/ No permitas que pise mierda en mi jardín.
Las políticas neoliberales son el desfile de los sin techos, los olvidados, los que no tienen sueños, directo a “la guadaña de la parca”. Sus vidas son el vuelto o la propina de la señora que se divierte de la crisis, conocida como “Lilita” Carrió.
Aquellos que “no tienen norte” y molestan porque su única herencia recibida fue la de ver a papá dejando el “chumbo” en la mesa o a mamá golpeada en el piso y en su último round no tienen posibilidades de mejorar ni de estudiar y menos de ir a una Universidad, de acuerdo con las expresiones divulgadas por la gobernadora de la provincia de Buenos Aires María Eugenia Vidal.
No tienen norte, no tienen salvación/ hacé el trabajo y redimilos, por favor/ Que se mejoren allá en la eternidad…/ (partiles el buñuelo y quitá mi pena así)
“Siempre quise ser policía”, le dice Luis Chocobar a Clarín en una entrevista diseñada a la altura de los deseos de sus acérrimos lectores. Donde buscan humanizar al efectivo que sin dudar “metió bala” a Pablo Kukoc, de dieciocho años, disparándole por la espalda y rompiendo con su vida sin posibilidades de creer en otro futuro. Chocobar, luego de matar a sangre fría, fue recibido por el presidente Macri y la ministra de Seguridad, quienes celebraron su responsabilidad en el “cumplimiento del deber”.
Sheriff! Sheriff!/ Mi sheriff gigoló!/ Sheriff! Sheriff!/ meté bala, por favor!/ Sheriff! Sheriff!/ con tu gracia criminal empezá ya la puta cosa y sé feroz…
“La sheriff” Bullrich ama la represión, las “caza de brujas”, sus infiltrados en las marchas populares son sus mejores actores. Primero los convierte en “piqueteros” con palos y piedras e iniciadores de disturbios, para luego ser los represores de los jóvenes que marchan con una sola finalidad: un país mejor. Pero eso ya no importa para el gobierno de Cambiemos. De más está ver la realidad, devaluación, más pobreza, desempleos, fábricas que cierran, bolsillos de asalariados que se vacían a mitad de mes, escuelas que se derrumban, jubilados cada vez más cerca del abismo y miles de situaciones siguen cayendo en los que más necesitan, en los que no tienen solución.
Es un rebaño de rehenes tu porción/ con un infierno en cada esquina y sin control./ Te quiero frio, despiadado y fatal/ pasamontañas con buen hocico rastreador…/ Afilando tu guadaña me esperás/ con tu chivo taquero ves y rezongás/ Algún día será esta vida hermosa/ y me someto por eso a tu voluntad./
Sheriff! Sheriff!
«Si vos querés tener una verdadera política de seguridad, tenés que generarle a las fuerzas la idea de que si actúan ante el delito vos los vas a proteger», aseguró la “sheriff” Bullrich, para reafirmar la posición estatal ante casos como el de Luis Chocobar o el del oficial del Grupo Halcón que mató por la espalda a un adolescente que habría intentado robarle en la ciudad de Quilmes.
Sin que la vida importe y ver el sentido de su dura realidad, esos pibes de “llantas” apuradas son mandados directamente al charco de sangre, sin preguntarse si alguna vez fueron felices, si tuvieron la posibilidad de creer en un día mejor, si alguna vez les preguntaron por qué están enojados. ¿Saben ellos, los que direccionan el poder, si esos jóvenes recibieron alguna vez amor y educación? Preguntas que se escapan del dolor y descansan en la frase que sintetiza esta canción: “Algún día será esta vida hermosa…”.
https://www.youtube.com/watch?v=Atp6PoRFG7Y