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Luz, cámara, acción… ¡y corten!

En las dos primeras décadas del siglo XXI, la industria cinematográfica argentina vivió una transformación clave. Desde principios de los 2000 hasta 2015, el cine nacional experimentó una expansión sin precedentes, respaldada por un sólido apoyo estatal que impulsó la producción y visibilidad internacional. Sin embargo, desde la llegada de Javier Milei a la presidencia, en 2023, el sector enfrenta nuevos desafíos en un contexto de recorte de recursos y un desmantelamiento del INCAA, la institución que históricamente ha sido su principal sostén.

Durante los años en que Néstor Kirchner y Cristina Fernández estuvieron al frente del país, el cine argentino alcanzó cifras notables en términos de producción y presencia en festivales internacionales. Entre 2003 y 2015, el número de estrenos nacionales se mantuvo por encima de los cien títulos anuales, un ritmo que consolidó al país como uno de los principales productores cinematográficos de América Latina. Este crecimiento fue el resultado de políticas públicas que incluyeron subsidios, créditos blandos y la profundización del rol del INCAA (con sus aciertos y con sus falencias) como motor de la industria.

El cine argentino logró también un reconocimiento global que trascendió fronteras, con gran participación en festivales de renombre internacional, como Cannes, Berlín y Sundance.

Con la llegada de Javier Milei, el cine argentino experimentó un giro importante. Las políticas de austeridad implementadas por el nuevo Gobierno se reflejaron en recortes sustanciales al INCAA, el organismo encargado de financiar proyectos nacionales. El recorte de recursos ha reducido drásticamente el presupuesto destinado a la producción, con un impacto mayor en las producciones independientes, que dependen en gran medida del apoyo estatal. En comparación con los casi 150 millones de dólares anuales que el INCAA manejaba en los años anteriores, el presupuesto asignado para 2024 y 2025 se redujo a menos de 60 millones.

Este desmantelamiento ha sido fuertemente repudiado por los cineastas, actores, directores y productores, quienes se han expresado en diversas manifestaciones públicas y en pronunciamientos en defensa de la autonomía y el apoyo institucional al cine argentino.

A pesar de los desafíos financieros, las películas argentinas siguen logrando visibilidad en festivales internacionales. En 2025, La Virgen de la Tosquera fue seleccionada para el Festival de Sundance, una de las citas más prestigiosas del cine mundial. Sin embargo, estos logros parecen depender más de la gestión individual de los cineastas y menos de un respaldo institucional.

El panorama actual refleja una disminución de las oportunidades para los cineastas emergentes y los proyectos de mayor envergadura. Sin un apoyo estructural comparable al de años pasados, los cineastas se ven obligados a reinventarse en un contexto de menor respaldo estatal, lo que pone en peligro la vitalidad y diversidad del cine argentino.