Por José Welschinger
Acercándose el final de la luna de miel de Cambiemos con la sociedad, el Gobierno comenzó a corregir su estrategia comunicacional luego de que se registrara una caída en la imagen positiva del Presidente Mauricio Macri. La politóloga María Esperanza Casullo, profesora de Teoría Política en la Universidad Nacional de Río Negro y autora de numerosos artículos acerca de las transformaciones políticas contemporáneas en la Argentina, explicó a Contexto que “a partir de la última semana cambió la imagen que se buscaba proyectar de Macri, porque apareció la necesidad de salir a resolver problemas de la propia gestión y de dar malas noticias”.
Falsos acuerdos en las paritarias; declaraciones cínicas del ministro de Energía y los primeros efectos de un paquete de medidas económicas que perjudican a las mayorías, son sólo algunos de los conflictos que Cambiemos debió encarar recientemente. Para Casullo, el nuevo Gobierno se encuentra ensayando un cambio de estrategia discursiva luego de los resultados obtenidos por la estrategia comunicacional utilizada hasta el momento, que le ofreció al partido sus ventajas durante la campaña.
[pull_quote_center]De la figura de Macri, lo que se ve es la manera clásica de presentar a un jefe de Estado, como un presidente francés o incluso como una cabeza de Estado monárquica.[/pull_quote_center]
“Hablando específicamente de la figura de Macri, lo que se ve es la manera clásica de presentar a un jefe de Estado, como un presidente francés o incluso como una cabeza de Estado monárquica”, continuó Casullo.
Para la especialista, es claramente discernible el contraste frente a los que han sido hasta ahora los perfiles de los presidentes argentinos, e incluso los latinoamericanos. “Se utiliza una comunicación muy centrada en la familia; apenas lo hemos visto sin su esposa y su hija pequeña desde que asumió, y siempre en instancias que son entre ceremoniales o celebratorias: con esto lo que se busca es una relación de empatía, despertar un componente afectivo y aspiracional por parte del público, similar a lo que hizo Menem en su momento, quien comenzó su mandato jugando básket, tenis y fútbol en televisión”.
[pull_quote_center]Se utiliza una comunicación muy centrada en la familia; apenas lo hemos visto sin su esposa y su hija pequeña. Con esto lo que se busca es una relación de empatía, despertar un componente afectivo y aspiracional por parte del público, similar a lo que hizo Menem en su momento.[/pull_quote_center]
El repentino cambio de imagen aparece como el cierre de una etapa en Cambiemos, que hasta ahora gozaba de la euforia por su triunfo electoral. “Si vos ves las primeras imágenes de Macri con su gabinete –señaló la politóloga–, te encontrás con que son todas en ambientes muy relajados, distendidos, al aire libre y en el pasto. Sin embargo, las imágenes más claras de la última semana fueron la reunión de gabinete (donde todo el mundo estaba serio) y el acto en el que hizo los anuncios sobre ganancias, con el Presidente hablando frente al atril, mucho más parecido a lo que fue un acto presidencial del kirchnerismo, y que se pareció en todo a una cadena nacional”.
Para María Esperanza Casullo, en esta nueva imagen tan reciente, lo que se intenta mostrar es “decisionismo” y “poder presidencial”.
“No me sorprendería que a partir de ahora lo que veamos sea más de este tipo y menos de lo anterior”, sostuvo. “Es decir, de tanto en tanto veremos a Macri con su familia, porque se nota que es algo en lo que se siente muy cómodo y que además algún resultado les ha dado; pero evidentemente llegaron a un punto en el que es necesario salir a hacer anuncios políticos que se perciben como malas noticias, como por ejemplo lo que pasó con las paritarias docentes”.
La politóloga detecta en este cambio de prensentación un dato estructural de la política argentina, reafirmando la premisa de que en nuestra democracia nadie tiene tanto poder performativo como el Presidente. “Esto fue necesario para Cambiemos –prosiguió–, porque los actores políticos locales entienden que nadie tiene la última palabra sino el Presidente, y Macri tuvo que volver a aparecer como la cara de las decisiones en su gobierno”. Para Casullo, lo que se ve aquí es cómo la tradición y la cultura política del país están mostrando cuáles son los límites para Macri, que comenzó con una gestión muy personalista, firmando varios DNU.
[pull_quote_center]Las imágenes de la última semana fueron la reunión de gabinete donde todo el mundo estaba serio y el acto en el que hizo los anuncios sobre ganancias, con el Presidente frente al atril, mucho más parecido a un acto presidencial del kirchnerismo y que se pareció en todo a una cadena nacional.[/pull_quote_center]
Parte de la complejidad de esta cuestión se relaciona con cierto conflicto entre la identidad política del país y la identidad del proyecto político que integra el Gobierno. “Como en nuestro país la tradición presidencialista es muy fuerte –consideró Casullo–, los mandatarios siempre han tratado de dar una imagen de ejecutividad; pero Macri todavía no había intentado hacer eso, se lo había dejado a otras figuras como sus ministros, o Marcos Peña, e incluso en la forma de presentarlos se jugó con la idea de que Macri es un Jefe de Estado y Marcos Peña un Primer Ministro”. Sin embargo, las formalidades de un país fuertemente presidencialista lo obligaron a regresar al centro del escenario.
“La tendencia marca que a partir de ahora la figura de Macri va a ir tomando cada vez mayor centralidad”, auguró la politóloga. “Que se lo va a mostrar como tomador de decisiones y ejecutor, a la vez que comienzan a aparecer inconsistencias en el discurso partidario: metidas de pata como Bullrich con las paritarias, o Aranguren diciendo ‘es lo que hay’. Hay un límite de tiempo para el hechizo de amor que existe entre la sociedad y un partido ganador de una elección, y cuando ese momento se acerca siempre crecen las tensiones internas y se agudizan las incomodidades dentro del espacio político”.
No es que las tensiones aparezcan ahora que Cambiemos está en el gobierno, sino que existieron siempre, sólo que ocultas durante la época de campaña. “Eso fue posible gracias a un manejo muy vertical de la campaña por parte de ese espacio político, y de hecho se trató de una campaña admirablemente disciplinada, particularmente difícil de lograr en un país federal como la Argentina; porque, desde el Presidente hasta los candidatos a consejal, se manejaron todos dentro de un mismo marco discursivo”.
Casullo sostuvo que esa fue una de sus principales ventajas a la hora de enfrentar al FpV, porque el kirchnerismo encaró las elecciones con varias campañas distintas en paralelo. Pero esa disciplina que se puede mantener en campaña, explicó la especialista, es imposible de sostener en el gobierno, porque cada decisión de política pública que se toma implica que habrá ganadores y perdedores, y es imposible sostener un discurso optimista y positivo constantemente.
“La naturaleza del gobierno no es la naturaleza de la campaña –resumió Casullo–; se deciden cosas, como la suba de impuestos y tarifas, que hacen que la gente se enoje, y eso termina por recaer sobre la figura del Presidente”.