Si en vísperas del Día de los Veteranos y Caídos en Malvinas el Ministerio de Relaciones Exteriores convoca a una conferencia de prensa, lo más lógico sería esperar alguna palabra de su titular, Susana Malcorra, en referencia los 35 años de la guerra, al reclamo de soberanía sobre las islas, a la identificación de los combatientes que yacen en el cementerio de Darwin o a la creciente militarización del Atlántico Sur. La canciller argentina, junto a sus pares del MERCOSUR, dedicó toda su intervención de este sábado a atacar al Gobierno de Venezuela. De Malvinas nada, ni siquiera un “te la debo”.
El silencio de Malcorra forma parte del proceso de demalvinización que el presidente Mauricio Macri lleva adelante desde el año pasado en favor de británicos y kelpers. A la primera ministra del Reino Unido, Theresa May, le bastó con una sola carta para que el mandatario se cuadrara en la tarea de desmontar la firme política anticolonial mantenida por los Gobiernos kirchneristas. Macri recibió la misiva de May en agosto. Un mes después, Malcorra firmaba la entrega ante el ministro de Estado del Foreign Office, Alan Duncan, comprometiéndose a “remover los obstáculos” que actualmente frenan el saqueo de los recursos naturales de las islas, sobre todo los hidrocarburíferos e itícolas.
El periodista y ex combatiente de Malvinas Edgardo Esteban dijo a Contexto que el retroceso macrista atenta contra “la pertenencia y la identidad” de todo un pueblo: “En la causa Malvinas hay matices, pero todos coincidimos en lo que es la reivindicación histórica en estos 184 años de usurpación. Sobre esa base se tuvo que seguir trabajando para preservar nuestro reclamo soberano y este Gobierno no lo hizo”.
“Malvinas no se trata sólo de dos islas, sino de 3.800.000 kilómetros cuadrados de plataforma marítima, de una base militar que es la mayor estructura de la OTAN en el Hemisferio Sur, del control que tienen en nuestro mar austral y en los pasajes bioceánicos entre el Atlántico y el Pacífico. El objetivo del Reino Unido es la conquista de los recursos energéticos y el agua dulce de la Antártida”, advirtió Esteban.
Y no sólo se apoyan en Macri para avanzar en ese objetivo, sino que también cuentan con el servilismo de otros Gobiernos derechistas de la región. El de Michel Temer es uno de los más contundentes. Violando normas del MERCOSUR y la UNASUR, el golpista brasileño permitió entre noviembre y diciembre de 2016 que aviones militares británicos hicieran escalas de aprovisionamiento en aeropuertos de San Pablo, Rio de Janeiro y Porto Alegre antes de seguir viaje hacia Malvinas.
Al cumplirse un nuevo aniversario de la guerra de 1982, en la que murieron 649 argentinos, los ex combatientes nucleados en la Mesa de Coincidencia Malvinas, junto a organismos de derechos humanos, partidos políticos, gremios y movimientos sociales, marcharán esta tarde a Plaza de Mayo para exigir “memoria, verdad, justicia y soberanía”.
Macri, en cambio, recibirá en la residencia de Olivos a los integrantes de la Comisión de Familiares de Caídos en Malvinas y de la Confederación de Combatientes, vinculadas a genocidas y carapintadas. La Comisión fue creada por Héctor Cisneros, ex agente del Batallón 601 de Inteligencia, y actualmente es conducida por María Fernanda Araujo. Al frente de la Confederación está Rubén Rada, pieza clave en la incorporación de militares prodictadura a la Comisión Nacional de Ex Combatientes, que antes de Cambiemos sólo la conformaban ex conscriptos y civiles.
Araujo y Rada organizaron hace dos semanas el escrache contra Nora Cortiñas, de Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora, y Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz, cuando regresaban de Malvinas con miembros de la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), tras exigir la identificación de los 123 soldados que permanecen como N.N. en el cementerio de Darwin y el avance de las causas por violaciones a los derechos humanos durante la guerra.
“Premiar a esa gente que trata de ‘hijas de putas’ a las Madres de Plaza de Mayo con una invitación a Olivos no corresponde”, sostuvo Esteban, y consideró que, con este tipo de actitudes, “vuelven a abrir heridas que uno creía cicatrizadas”.
“Todo esto es muy doloroso. Malvinas es una cuestión de Estado que le pertenece a los argentinos y a todos los latinoamericanos. Por esa política hay que trabajar a largo plazo y darle continuidad, no diluirla y dejarla en la nada”, subrayó el ex combatiente.