El presidente Mauricio Macri se reunió con el dirigente de la oposición venezolana. El pasado golpista de Capriles y sus recientes amenazas contra el Gobierno de Nicolás Maduro poco le importaron al mandatario argentino, quien dió un paso más en el camino de agresiones contra el Gobierno venezolano.
Cabe recordar que no se trata de cualquier representante de la oposición venezolana. Capriles participó del golpe de Estado de 2002 contra el presiente Chávez, hostigó a la embajada de Cuba en Caracas, atacó constantemente al Gobierno de Maduro y recientemente hizo declaraciones en las que amenazó con la posibilidad de un levantamiento militar.
La “vocación de diálogo” que puede tener Capriles es más que dudosa. Recientemente, este referente de la oposición aseguró: “No tengo ningún interés, ninguno, ni en sentarme a hablar con Maduro ni en sentarme a hablar con nadie de esta cúpula”.
El momento en que se da este encuentro tampoco es menor. Luis Almagro, secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), pidió la aplicación de la Carta Democrática contra Venezuela y la oposición venezolana impulsa el referéndum revocatorio contra el Gobierno de Maduro a como dé lugar. Un claro ejemplo de ello es que el Gobierno venezolano denunció que 10 mil de las firmas que la oposición había reunido pertenecían a personas que ya habían fallecido.
“Dime con quién andas y te diré quién eres”, reza un viejo dicho. La foto de Macri con la gorra de Venezuela, abrazado a Capriles, dice muchas cosas, aunque mil palabras ayudarían para el pasado oscuro de Henrique Capriles Radonski, el amigo venezolano de Maurico Macri.
Golpee antes de pasar
El recorrido político de Capriles lo pone como uno de los representantes de la derecha más rancia de América Latina. En sus comienzos militó en la organización de ultraderecha Tradición, Familia y Propiedad (TFP). En abril de 2002, el líder de la Mesa de Unidad Democrática (MUD) tomó gran trascendencia por su participación en el golpe de Estado contra Chávez y su actitud violatoria del derecho internacional durante el asedio a la embajada de Cuba en Caracas.
Capriles, que en 2002 era alcalde de Baruta, desató una verdadera cacería durante el golpe al “arrestar” a los funcionarios chavistas en sus hogares. El video titulado El «demócrata» Capriles cazando chavistas en 2002, que se puede ver en YouTube, muestra claramente al entonces alcalde a la cabeza del grupo que sacaba cautivo a quien era ministro del Interior y Justicia, Ramón Rodríguez Chacín. Según narra el periodista Manuel Sutherland en un artículo publicado en sitio Rebelion.org, ante el temor de ser linchado por la turba que se encontraba fuera del lugar, Rodríguez Chacín “le pidió humanitariamente que lo llevaran preso por la puerta de atrás. La respuesta de Capriles fue un lacónico: ‘No, los medios deben verte esposado’. Obviamente, la de golpes recibidos por el ministro, a manos de la cobarde muchedumbre es un hecho que demuestra un talante realmente rencoroso del ex alcalde”.
Sin dudas el punto máximo de aquella cacería desatada por los golpistas tuvo lugar en el asedio que realizaron a la embajada de Cuba en Venezuela. La sede diplomática fue cercada por una turba que destrozó todos los autos que pertenecían a la misión y que cortó los suministros de luz y agua, a pesar de que en su interior había varios niños, hijos de los miembros de la misión diplomática. El salvaje ataque, promocionado por varios medios de comunicación, quedó registrado por las cámaras y hoy también se lo puede ver en YouTube, bajo el título de Asalto a la embajada de Cuba en Venezuela.
Capriles se hizo presente en el lugar, ingresó a la embajada y le exigió al embajador, Germán Sánchez Otero, registrar la sede diplomática para comprobar que allí no hubiera ningún miembro del Gobierno de Chávez. La petición de Capriles era violatoria del derecho internacional y recibió una contundente respuesta de Sánchez Otero: “Esta sede está siendo asediada como nos asedia a nosotros desde hace cuarenta años Estados Unidos, y jamás le hemos hecho una concesión a ningún imperio ni a nadie que venga por la fuerza a imponerse a nuestro país”. Ante la insistencia de Capriles de revisar la embajada bajo la sospecha de que allí se encontrara refugiado el vicepresidente venezolano, Diosdado Cabello, el embajador le respondió: “Si usted conoce el derecho internacional, debe saber que tanto Venezuela como Cuba tienen derecho a que un ciudadano sea evaluado para recibir asilo político en cualquier sede diplomática”. Al finalizar la charla, Sánchez Otero le remarcó que “un demócrata, un humanista, no puede admitir tener a niños sin agua, sin electricidad y sin comida”. Poco le importaron esas palabras a Capriles, que no hizo nada para dispersar a la turba.
Capriles quiere mostrarse democrático y trasparentes, pero su pasado y su presente dejan bien claro cuáles son, fueron y serán sus verdaderas intenciones.
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