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Martín Espíndola. Canciones encontradas

En 1996 Martín Espíndola llegó a La Plata desde Chacabuco con el plan de estudiar artes plásticas y teatro, y rápidamente empezó a nutrirse de la escena artística con voracidad, recorriendo salas, centros culturales y, sobre todo, bares. Ese trajín nocturno le acercó amigos y la necesidad de empezar a expresarse. «Acá arme dos bandas: una fue El Pulpo Negro y los Atlantes y la otra La Tribu Solar«, dice Martín. «Pero desde el año pasado ya armé mi proyecto solista: Martín Espíndola y los Hongos Sagrados.»

El lubricante compositivo de Espíndola es lo simple pero esencial de la vida: la relación con la madre tierra, las ciudades en donde vive, la amistad y el amor. Todos esos tópicos aparecen teñidos por matices folklóricos y melodías dulces, aunque sin perder cierto tinte nostálgico y tanguero, como sucede en «Vino de la costa», donde Toby Villa, bandoneonista invitado, refuerza el espíritu arrabalero:

Asociado a Los Hongos Sagrados –Irupé Tarragó Ros (en guitarra y producción artística), Alejandro Salvarreyes (guitarra), Facundo Rubio (bajo), Nahuel Rubio (percusión), Huija Pais (charango), y Pupy Lencyna (coros)-, Espíndola está ahora en pleno proceso de post producción de Aldea, su álbum debut de diez canciones, con invitados como Tomas Vilche en guitarra, el Chavo Romero y Luis Álvarez en armónicas y el Mono Izarrualde que grabó flauta traversa para el tema «Pide un deseo».

¿Cuándo tienen programado publicar el disco?

Ahora estamos terminando de hacer una pre-mezcla, y la idea es cerrarlo en el estudio La Fragua en Capital Federal con Juanji Sosa, donde Palo Pandolfo va a meter voces en uno o dos temas. Queremos terminarlo antes de fin de año, por eso ya hay gente amiga diseñando la tapa y laburando en la edición del álbum.

Tenés una relación muy cercana con Palo.

Si, desde chico fui fana de Don Cornelio y la Zona y Los Visitantes. Yo en Chacabuco tenía una banda que se llamaba Morir de Pie, y desde pendejo lo iba a ver y le llevaba mi música. De tanto ir a verlo nos hicimos amigos. Incluso armé dos fechas con él allá en Chacabuco, y otra acá. Me siento muy conectado a Palo, así que me pone muy feliz saber que va a ser el que termine de cerrar el disco.

¿Dónde ubicarías tu música dentro del mapa actual del rock platense?

Yo siempre me pregunto eso, me digo “¿yo que hago?». La respuesta siempre es la misma: “¡Yo que sé!”. Hago canciones, soy cantautor. Mis temas hablan de las cosas que me pasan interiormente. Me veo como un personaje de la noche, bastante simple. Y a nivel musical me nutro de un montón de cosas. Pero sin dudas Palo es mi referente más cercano. Lo ha sido más que nada desde esa oscuridad que tiene y también desde la poesía. Obviamente me gusta mucho el rock nacional, el folklore, el tango.

Venís del ámbito teatral, ¿pensás que eso le aporta a tu música?

Yo siento el arte de manera natural, porque teatro hice toda mi vida, desde los 8 años. Y si bien en el terreno musical soy autodidacta, también siempre he tenido esa necesidad de expresarme mediante la música desde muy pibe. Así que se complementan muy bien. Lo que me dio el teatro fueron muchos amigos, gente con la que compartís la vida, y que son los que te ayudan a crecer.

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