Siempre se creyó que para autoproducir los alimentos se necesitaba de una quinta o un patio grande para tener una huerta, pero la realidad es que es posible fabricar una en balcones o terrazas y no depender cien por ciento de la verdulería. Sólo hay que familiarizarse con la tierra, el abono, las semillas, los momentos de la siembra y la cosecha y animarse a tener departamentos y casas más verdes. “Mi casa, mi huerta”, publicado por el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuria (INTA), es una guía didáctica que promueve la autoproducción de alimentos y el desarrollo de huertas familiares en centros urbanos.
Con su debido cuidado, en los canteros y maceteros pueden nacer papas, zanahorias, cebollas o espinaca, consiguiendo un modo más sano y económico de alimentarse.
El libro, escrito por los ingenieros agrónomos Janine Schonwald y Francisco Pescio, presenta diversas tecnologías productivas, implementadas por huerteros urbanos, escuelas y diferentes instituciones.
Asimismo, ofrece técnicas innovadoras de cultivo de hortalizas y aromáticas, que permiten reciclar múltiples recipientes y aprovechar patios, balcones y terrazas.
La guía fue concebida con un estilo didáctico, que permitió incorporar explicaciones paso a paso, con imágenes en alta calidad y experiencias concretas apoyadas por técnicos y promotores del programa Prohuerta.
Cada vez más afianzada en la Argentina, al igual que en el resto del mundo, la agroecología es una herramienta estratégica para fortalecer la seguridad y soberanía alimentaria y el desarrollo sustentable de las sociedades.
En el país, el INTA se constituyó como referente de esta temática tras 25 años del programa Prohuerta, que lleva adelante junto a los ministerios nacionales de Agricultura y Desarrollo Social.