A fines de octubre, luego de las elecciones presidenciales, García escribió una carta que pegó en la puerta de su departamento en la que advertía a sus vecinos sobre su futuro como profesional en el caso de que Mauricio Macri alcanzara el poder. En el texto, ofrecía sus servicios como lavaplatos ante la eventualidad y la certeza de lo que sería un posible gobierno de la alianza Cambiemos.
“Hay que militar de la manera más creativa posible, y en el marco de eso se me ocurrió armar el cartel. Nunca pensé que fuera a llegar tan lejos, pero me alegro que lo haya hecho. Si eso sirvió para poner en discusión y debate las políticas de ciencia y tecnología, bienvenido sea”, destacó García a Contexto.
“Hay que militar de la manera más creativa posible. si eso sirvió para poner en discusión y debate las políticas de ciencia y tecnología, bienvenido sea.”
En esencia, lo que García buscó demostrar con esa manifestación irónica era el pensamiento que la mayoría de los becarios del sistema científico nacional tienen ante semejante panorama político. Dados los datos reales sobre inversión en ciencia y tecnología en la ciudad de Buenos Aires y la conocida tendencia neoliberal de los referentes económicos del macrismo, no es un futuro tan distópico el planteado por el investigador.
Primero y principal, explicó García, “cabe destacar que ha sido una decisión política de este gobierno incrementar el presupuesto destinado al desarrollo de ciencia y tecnología en el país”, y es por ello que se alza esta voz de alarma, que es común en gran parte de los investigadores del país.
Esa decisión política, continúa, permitió que “en los últimos doce años apareciera una gran cantidad de estrategias concretas relacionadas con la ciencia y tecnología”.
“cabe destacar que ha sido una decisión política de este gobierno incrementar el presupuesto destinado al desarrollo de ciencia y tecnología en el país.”
Lo más destacable de este progreso son, entre otras cosas, “el Programa Raíces, que implicó la repatriación de más de mil científicos, la creación del Ministerio de Ciencia y Tecnología, el aumento en la cantidad de becas y de ingresos a la carrera de investigador, la creación de nuevos institutos, el aumento en la partida presupuestaria, lo que permite una mayor posibilidad de compra de reactivos y equipamientos de trabajo, y Tecnópolis”, puntualizó el experto.
“Estas son algunas de las acciones puntuales que muestran cómo hubo un acompañamiento pleno e integral por parte del Estado nacional a la ciencia y la tecnología”, agregó García.
La eventualidad de un gobierno macrista y sus consecuencias se pueden evaluar anticipadamente teniendo en cuenta las declaraciones del director de Ciencia y Tecnología porteño, Carlos Melo. En este sentido, dice García, “podrían ocurrir dos situaciones: una posible desfinanciación o una ‘privatización’ de la investigación».
“La desfinanciación viene en consonancia con el hecho de que es imposible sostener ciertas medidas neoliberales, abiertamente reconocidas por el PRO, sin recortar el gasto público. Y es lógico pensar que la cuantiosa cantidad de dinero que se destina a la investigación es un potencial espacio donde generar recortes”, explicó el licenciado.
Por otro lado, “pensar en una privatización de la ciencia implica someterse a intereses de empresas internacionales y publicaciones extranjeras, y esto en la práctica significa perder autonomía respecto de sobre qué queremos investigar y para qué”.
“Probablemente surja un conflicto de intereses entre esos capitales y revistas foráneas, quienes eventualmente financiarán limitadamente el desarrollo de la ciencia y la tecnología, pero no en el sentido de lo que verdaderamente el país necesita”, concluyó el experto.