La anterior producción de estudio de Míster América (Superación, de 2006) había sido anunciada, en voz baja, como el cierre de un ciclo virtuoso, hecho de canciones originales e histrionismo. Nueve años después, la tentación de exorcizar experiencias difíciles derivó en Doméstico, dieciséis canciones en las que Gustavo Astarita vuelve a poner toda la voz y todo el cuerpo para dar vida y dramatismo al disco más oscuro de la banda.
En «El Humano», canción que abre Doméstico, el caudal de voz de Astarita expresa toda su energía y teatralidad para guiar a un conjunto instrumental hecho de guitarras rabiosas, que arrojan duros riffs sin descanso sobre una base fúnebre. La forma colérica en que Astarita presenta la melodía, con aullidos acrobáticos que un instante después se vuelven frecuencias aterciopeladas y reflexivas, deriva en un efecto tempestuoso que manifiesta con claridad las preocupaciones principales del disco: el dolor y la muerte.
En sus 54 minutos, Doméstico es coherente con el sello art-pop tan distinguido de Míster América, esta vez con un sonido contemporáneo, de melodías de acción y aventura («Tu alimento»), cantares épicos («Que es la vida humana») y reflexiones de ciencia ficción sobre una base sensual («Congelar»), que se desembaraza de las convenciones sonoras del indie al poner a las guitarras como protagonistas.
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