Por Héctor Bernardo
Recientemente se supo que Brasil redujo el hambre y la inseguridad alimentaria y que se encamina nuevamente a salir del mapa del hambre que registra la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
El presidente Luiz Inácio Lula da Silva celebró la noticia al publicar en sus redes sociales que «Trabajando con competencia en la dirección correcta, los resultados en la reducción de la pobreza y del hambre pronto aparecen».
El avance en la lucha contra el hambre en Brasil en el nuevo Gobierno de Lula remarca, por contraste, el brutal retroceso producido en Argentina con el Gobierno de Javier Milei. Un informe del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) señala que en Argentina 10 millones de chicos y chicas comen menos carne y lácteos que en 2023 y que, al menos, 1,5 millones de niños y 4,5 millones de adultos no ingieren una de las comidas diarias.
Retroceso neoliberal
Durante los primeros Gobiernos del Partido de los Trabajadores (PT), encabezados por Lula da Silva (2003-2007 y 2007-2011) y Dilma Rousseff (2011-2015 y 2015 -2016), más de 36 millones de brasileños salieron de la pobreza. Las políticas implementadas por el PT lograron que en 2015 la FAO declarara a Brasil como un país libre de hambre.
Tras el golpe contra Rousseff, en 2016, el Gobierno de facto del Michel Temer (2016-2018) dio un giro de 180 grados en sus políticas y comenzó a aplicar una serie de medidas neoliberales que luego fueron profundizadas con la llegada del ultraderechista Jair Bolsonaro (2018-2022) y de su ministro de Economía, Paulo Guedes. El retroceso fue brutal.
Achicamiento del Estado, privatizaciones y la pérdida de derechos de los trabajadores generaron como consecuencia un marcado aumento de la desocupación, disminución del poder adquisitivo y retroceso en la calidad de vida. Ello se vio acentuado con la eliminación de programas sociales (se le quitó a más de un millón de personas el Plan Bolsa Familia, un programa similar a la Asignación Universal por Hijo, de Argentina).
Estas políticas, sumadas a las consecuencias de la pandemia, provocaron que en 2022 un informe de la Red Brasileña de Pesquisa en Soberanía y Seguridad Alimentaria y Nutricional (Red Penssan) señalara que más de 33 millones de brasileños sufrían hambre y más de 125 millones padecían inseguridad alimentaria (el 58,7 % de la población). Brasil volvió al mapa del hambre que registra la FAO.
En esa línea, un informe de UNICEF señaló que ese año, en Brasil, más de 18 millones de niños y adolescentes (el 34,3 % del total) vivían «en hogares con ingresos per cápita insuficientes para adquirir una canasta básica de bienes».
Volver a empezar
«El hambre ha vuelto y no por fuerza del destino ni por naturaleza ni por voluntad divina. El regreso del hambre es un crimen, el más grave de todos los cometidos contra el pueblo brasileño. El hambre es hijo de la desigualdad, que es madre de los grandes males que retrasan el desarrollo de Brasil», aseguró Lula durante su asunción, el 1º de enero de 2023.
En otro discurso, dado el 8 de enero de 2023, el líder del Partido de los Trabajadores remarcó que «el hambre es enemigo de la democracia. No habrá una democracia plena mientras existan desigualdades. Ya sean desigualdades por la raza, por el género, por la orientación sexual, desigualdad en el acceso a la salud, a la educación o a los servicios públicos. Un niño que crece sin educación jamás entenderá el significado de la palabra democracia. Un padre o una madre que tiene que buscar en la basura y pide que por favor los ayuden tampoco podrán entender lo que es la democracia».
Con ese objetivo, Lula lanzó el programa social «Brasil sin hambre», que incluye 80 acciones con el objetivo principal de volver a sacar al gigante suramericano del mapa mundial del hambre
«El problema es que la renta no es repartida en igualdad de condiciones. Unos comen diez veces al día y otros no comen en diez días. Necesitamos corregir eso. Por eso tengo la obsesión de combatir el hambre», aseguró el mandatario brasileño.
Pero no se trata solo de anuncios o bellos discursos. Según datos del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), las acciones implementadas lograron que, en solo quince meses de gobierno, el número de personas con hambre cayera de 33,1 millones a 8,7 millones (24,4 millones de personas menos con hambre).
Milei, el creador de pobreza
Un informe del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA) señala que «el 32,2% de los niños/as y adolescentes en la Argentina Urbana actual sufren inseguridad alimentaria. Es decir, no pueden acceder a alimentos nutritivos y variados por limitaciones económicas. Este índice está muy relacionado con el nivel socioeconómico: casi 1 de cada 2 niños/as y adolescentes pobres lo manifiesta al tiempo que entre los no pobres la incidencia no alcanza el 10%».
En la misma línea, la «Octava encuesta a hogares con niñas, niños y adolescentes», publicada por UNICEF, reveló que en Argentina «un millón de chicas y chicos se van a la cama sin cenar, cifra que se eleva a un millón y medio si se incluyen aquellos que se saltean alguna comida durante el día. En el caso de las personas adultas que viven en esos hogares y que se saltean alguna comida, el número se eleva a 4.5 millones, en muchos casos porque priorizan que sus hijos o hijas puedan alimentarse».
Según se remarca en la página de UNICEF Argentina, «el estudio también muestra que unos 10 millones de chicas y chicos en Argentina comen menos carne y lácteos en comparación al año pasado por falta de dinero, en un contexto en el que, además, los ingresos de casi la mitad de los hogares con niñas y niños no alcanzan para cubrir gastos básicos de alimentación, salud y educación».
Según datos publicados por el diario Perfil, desde la llegada de Milei al Gobierno la pobreza subió del 38,7 % al 54,9 % y la indigencia del 8,9 % al 20,3 %. Según se registra en el trabajo del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA (ODSA-UCA), titulado «Nuevos pobres, pobres más pobres y más desiguales», «En promedio, la población perdió alrededor de un 20% de poder adquisitivo […]», y se remarca que «fueron los estratos más desfavorecidos aquellos que evidenciaron caídas más significativas de su poder de compra […]», y que «como consecuencia de descensos de ingresos más significativos en el estrato bajo y muy bajo, se observa un profundo crecimiento de los niveles de desigualdad».
Lejos de que las medias del Gobierno neoliberal favorecieran la llegada de inversiones extranjeras, según detalla el periodista de Página/12 Raúl de la Torre en un artículo titulado «El éxodo de las corporaciones», «Casi una decena de firmas extranjeras dejó el país en 6 meses de Milei». En la lista de las grandes empresas extranjeras que se fueron país están Gillette, Pampers, Pantene, Always, Oral-B, Ariel y Procter & Gamble. Mientras que se remarca que otras grandes empresas estarían evaluando su salida.
Pero las que más han sentido el impacto son las pequeñas y medianas empresas (pymes). Según la Asociación de Empresarios y Empresarias Nacionales para el Desarrollo Argentino (ENAC), en apenas seis meses debieron cerrar sus puertas, al menos, 10.000 pymes.
Un informe del Centro de Economía Política Argentina (CEPA) reveló que durante los primeros seis meses del nuevo Gobierno argentino hubo 265.308 despidos. El informe remarca que el 70 % de esos despidos se efectuaron en grandes empresas privadas.
Todo ello ha producido un significativo aumento de la desocupación, que, según datos oficiales, cuando asumió Milei estaba en 5,4 % y solo siete meses después ya estaba en el 7,7 %. Lo que, según los datos del propio Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), afectó más a las mujeres (8,4 %) que a los varones (7 %).
La brutal devaluación, el aumento de las tarifas, la quita de subsidios y la pérdida del poder adquisitivo derivan inevitablemente en una marcada caída del consumo, que continúa mes a mes desde que asumió Milei y que, según datos del propio INDEC, muestran que (hasta junio) las ventas en supermercados y autoservicios de Argentina registraron una caída del 16,1 % en relación con el año 2023.
El panorama no mejora. Un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) señaló que Argentina será el único país de la región que no crecerá en 2024. Mientras que América del Sur tendrá un crecimiento del 1,6 %, América Central y México del 2,7 % y el Caribe alcanzará el 2,8 %; la economía Argentina caerá 3 %.
Otros organismos tuvieron un pronóstico similar del derrumbe de la actividad económica argentina. Para la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), la caída será 3,3 %; y el Fondo Monetario Internacional (FMI), que había anunciado un derrumbe del 2,8 % de la economía argentina, realizó una corrección de su pronóstico y lo llevó al 3,5 %, mismo pronostico del Banco Mundial.