Por Manón Protto Baglione
Empecemos por el final: «La pasé bien -explicará Nahuel Briones sobre su año y medio pandémico- y entendí que no necesitaba tanto del afuera, antes de la cuarentena tenía la sensación de que nada era suficiente, de que yo no era tan exitoso, y ahora no sé si lo soy, pero ya no me importa tanto».
La conversación irá y vendrá permanentemente entre los sentimientos del músico y su redescubrirse autista, el impacto de la pandemia en las emociones y la salud mental de la sociedad, las condiciones laborales de los trabajadores de la cultura, la violencia, el amor, la historia, los recitales, Buenos Aires, los miedos.
Pero el tema del autismo cobra una especial relevancia en este contexto y en este momento de la vida del artista que nos ocupa. Y es que una persona puede saber o no saber que es, en mayor o menor grado, autista. Pero una vez que la categoría es aceptada, esa neurodiversidad se resignifica y emerge algo del orden de la novedad: saber con quién se convive.
Nahuel Briones es Asperger, y en su estado de WhatsApp ha escrito «Autista invitado», un bonito y sencillo juego de palabras que vincula su condición con su oficio: artista. Nahuel es más que nada músico, pero también escritor y varias cosas más. Es un obrero de la belleza que busca imprimir su subjetividad toda en cada pieza. Es cincel, lienzo y melodía, es tatuaje, tatuador y tinta.
El autor de discos como Guerrera/Soldado y El nene minado lo narra así: «Cuando me dieron ese diagnóstico fue como descubrir algo que explicaba todas las situaciones raras anteriores, de toda la vida. Mucha gente con la que me relacioné, parejas o de trabajo, pensaban que era una mala persona, y yo mucho no entendía por qué, y por momentos me parecía exagerado y hasta surrealista, mientras yo sentía que no solo hacía un esfuerzo por ser más atento y mejor persona en general, sino que también jamás hago cosas con maldad a propósito».
Cambia lo superficial, cambia también lo profundo, pero no cambia el amor de cierta gente por el arte y el encuentro. En ese sentido, Nahuel explica: «Me encanta el vivo, es generoso el hecho de hacerlo, quiero que la gente lo disfrute, pero a mí lo que me devuelve es más autoestima, porque me aplauden, también plata si nos va bien. Entonces, lo que me llega es algo hermoso, que me hace bien, pero siento que puede ser más superficial que estar encerrado o componiendo o escribiendo o ensayando, y me di cuenta que a mí lo que más me gusta del arte es la parte en la que estamos haciendo música sin saber ni pensar por qué».
Ojo igual, tampoco es que esta mirada brionesca implica desentenderse del resultado. «Todo lo que hago -se corregirá enseguida- lo hago por un resultado, pero a veces es simplemente poner play y escuchar lo que hice. Lo que más extrañé por la pandemia, en realidad por la cuarentena, fue ensayar, más que tocar en vivo, aunque para el caso es casi lo mismo».
La no posibilidad del encuentro llevó angustia a amplios sectores de la sociedad, pero con pocos fue tan generosa como con las y los trabajadores de la cultura. «Mucha gente que forma parte, por así decirlo, del atrás del espectáculo, iluminadores, sonidistas, asistentes, yo la verdad que no sé qué hicieron, me parece desesperante, y hubo algunos subsidios o incentivos, pero no suficientes como para que esa gente pueda vivir», explica Nahuel.
Además de los terremotos y tsunamis materiales, a Briones, como a cualquier músico, la pandemia le facilitó que se trastocaran ciertos criterios y placas tectónicas intersubjetivas: «Estoy más agradecido de cada concierto, lo que más trabajo para darle a mi público en vivo es la autenticidad, y lo que me está pasando realmente, y hoy siento que tengo que darle algo más preciado que eso, que lo que a mí me está pasando en ese momento y ya».
Sobre el final de la charla saldrá el tema de la salud emocional, o mental, o espiritual, o todo eso a la vez. Al respecto, Nahuel advierte su preocupación por «el nivel de ira que veo en la calle, en internet», pero resalta que «la Segunda Guerra Mundial fue hace 75 años y pasó, no tiene explicación, fue una pesadilla, fue Star Wars, entonces me cuesta pensar que ahora es un momento más violento que otros».
Y lo último, fuera de programa, una infidencia. En estricto off the record, las palabras más esperadas de este artista, las definiciones sobre su próximo material. Briones fue a fondo y explicó de forma concisa: «Prefiero que todavía no se cuente nada».